Demagogia populista en el reino del planeta de los simios
El cineasta Wes Ball dirige una nueva entrega de la saga distópica protagonizada por primates
- Dirección: Wes Ball.
- Guion: Josh Friedman, Rick Jaffa y Amanda Silver.
- 145 minutos. Estados Unidos (2024).
- Con Owen Teague, Freya Allan, Kevin Durand, Peter Macon y William H. Macy
De entre todas las sagas que puntúan la historia del cine, seguramente la de El planeta de los simios sea la más inesperadamente impermeable a la decadencia. Poco después de su estreno en 1968, el clásico de Franklin J. Schaffner dio lugar a cuatro secuelas que generaron cierto culto. Y la pasada década la franquicia se reactivó con nobleza, planteando una trilogía de precuelas que narraban la toma de conciencia de los primates y el amanecer de su sociedad. Ahora, El reino del planeta de los simios abre un nuevo capítulo en esta historia, adentrándose en un mundo donde los vestigios de la civilización humana están oxidados e infestados de vegetación, y los primates han convertido sus orígenes en un mito distorsionado con fines manipuladores, como suele ocurrir con todos los fanatismos, reproduciendo los episodios más belicosos y tiránicos de los antiguos opresores bípedos. En este escenario, un mono y una humana forman un vínculo a medio camino entre la amistad, la dependencia y la desconfianza atávica entre especies, demostrando que, por mucho que se hayan sofisticado los efectos especiales que dan movimiento y expresividad a los simios, el imaginario que deriva de la novela de Pierre Boulle mantiene ciertas constantes dramáticas y filosóficas... aunque el filme que nos ocupa a ratos parezca un vehículo para unir los puntos de una mitología que inevitablemente debe desembocar en la icónica imagen de Charlton Heston desmoronándose ante las ruinas de la Estatua de la Libertad.