J.A. Bayona: "Las películas tienen una profundidad que las series no tienen"
Director, estrena 'La sociedad de la nieve' en la Mostra de Venecia
VeneciaDespués de dirigir la serie Los anillos de poder para Amazon, Juan Antonio Bayona se alía con Netflix para llevar a la pantalla la odisea de supervivencia extrema de los pasajeros del vuelo 571 de Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló en el corazón de los Andes en 1972. La peripecia fue llevada al cine en 1995 en clave hollywoodiana en Viven, y ahora el cineasta barcelonés cierra la 80a Mostra de Venecia con su versión de los eventos: La sociedad de la nieve, que adapta la novela homónima de Pablo Vierci.
La sociedad de la nieve es una película eminentemente sensorial, llena de primeros planos que capturan la desesperación y el espíritu de supervivencia de los protagonistas. ¿Cómo encontró la forma del filme?
— Venía de dos producciones americanas en las que todo se había hecho de forma muy medida. Pero ahí necesitaba otra cosa. Sabía que no podía hacerlo con un guion cerrado. De hecho, un personaje de la película dice: “Lo que está pasando aquí no puede verse con los ojos de antes”. En consecuencia, decidí hacer un reset y apostar por un proceso creativo al margen de cualquier dogma. Lo que quería conseguir era una aproximación visceral a la experiencia límite que vivieron los protagonistas de la historia. Cuando hablas de la vida y de la muerte, es muy difícil dar respuestas concluyentes. Lo máximo que puedes hacer como cineasta es invitar al espectador a participar en una experiencia sensorial.
Por otro lado, hay un momento de la película en la que la voz en off dice: "Hay que volver al pasado sabiendo que el pasado es lo que más cambia". Tengo la impresión de que, respetando la experiencia real de los personajes, te has acercado al pasado con gran libertad.
— Lo que más me impactó del libro de Pablo Vierci son las conversaciones que él escribe entre los vivos y los muertos, como si los que perdieron la vida todavía estuvieran allí. Por eso la película comienza con la frase: "Tenemos que volver a la montaña". Había algo pendiente de contar. A lo largo del filme vemos la imagen recurrente de una silueta ante la inmensidad blanca de la montaña. Esta imagen invoca la idea del ser humano confrontado a la nada, intentando encontrar un sentido a su existencia. Y esto es la película, un intento de encontrar un sentido a esa experiencia extrema.
La dimensión coral del relato permite pensar que La sociedad de la nieve podría haber sido una serie, pero has decidido realizar una película.
— Cuando haces una película, desarrollas una idea, un concepto. Por eso las películas tienen una profundidad que las series no tienen. En ese caso, todo se juega a la decisión de retratar la historia desde el interior del avión estrellado. Y esto ha hecho que algunos familiares de las víctimas hayan podido entender lo que ocurrió allí. Me lo dijeron al final de una proyección privada que hicimos en Montevideo. Otro cambio de perspectiva importante tiene que ver con el tema de la antropofagia, puesto que no hemos puesto el foco en el personaje que come, sino en el que ofrece su cuerpo para que el otro pueda sobrevivir.
¿Qué le recomendarías a un o una joven aspirante a cineasta?
— Recuerdo que, al final de mis estudios en el Escac, estaba preparando un thriller que tenía que ser mi proyecto final de carrera. Pero dos semanas antes de la entrega, me crucé con un relato humorístico de un fanzín underground de Barcelona llamado Mis vacaciones. La intuición me hizo cambiar de rumbo, con el riesgo que ello conllevaba. Pero estoy convencido de que la intuición es la principal herramienta del cineasta. Con La sociedad de la nieve me he pasado 140 días rodando y un año y medio montando, siempre intentando encontrar la esencia de lo que quería contar. Pero el valor de esta aventura está más en las preguntas que en las respuestas.
Tu reflexión rompe con la idea de que, en el nuevo panorama audiovisual dominado por las grandes plataformas, no hay lugar para cierto riesgo.
— Es importante no tener miedo a equivocarse. Durante este rodaje, les decía a los actores que no tuvieran miedo de hacer el ridículo, que probaran cosas inesperadas. Por mi parte, recuerdo que, para preparar la escena del reencuentro de los chicos con sus padres, consultamos a los supervivientes del accidente y filmamos escenas larguísimas, pero la clave de la secuencia está en la mano temblorosa de un actor. Ese detalle no estaba preparado. Lo vi de casualidad y le dije al cámara, al oído, que hiciera un plano detalle de la mano temblando, que dice más que cualquier línea de diálogo.
¿Qué sientes al presentar La sociedad de la nieve en Venecia?
— Es curioso porque ahora tengo más nervios que antes. Recuerdo que en Cannes, Toronto o San Sebastián iba con una arrogancia que ahora ya no tengo. Siento que me expongo cada vez más en mis películas. Y exponerse siempre da miedo.