David Saavedra, exnazi: "Cuando crees que la sociedad te miente sobre el Holocausto, desconfías de todo el resto"

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David Saavedra publica 'Memorias de un exnazi'

BarcelonaDavid Saavedra (Pontevedra, 1981) formó parte del movimiento nazi español durante más de dos décadas. Todavía está en proceso para dejar atrás aquel mundo, que lo convenció de que el Holocausto no existió y que hay una Europa pura en peligro de extinción. Para dar luz a una de las experiencias más oscuras de su vida, Saavedra ha escrito Memorias de un exnazi (Sine qua non), donde intenta entender cómo pudo estar tantos años cegado por el fascismo.

Eres reticente a llamar al movimiento como extrema derecha. ¿Por qué?

— Decir extrema derecha se queda demasiado corto para estos fenómenos y lo simplifica todo. Se le cuelga una etiqueta, se normaliza y se toma como una opción política más. No es una cuestión ideológica sino psicológica. El funcionamiento de una mente dentro de una secta se parece bastante al funcionamiento de una mente que se encuentra dentro de estos grupos que yo llamo burbujas. 

Uno de los discursos que más proliferan dentro del movimiento es la defensa del hombre blanco y heterosexual como víctima de la sociedad. ¿Cómo se justifica esta idea?

— Yo mismo soy víctima de este discurso fracasado y tiendo a reproducirlo. Cuando se entra en estas estructuras de pensamiento se es muy joven y vulnerable. Se utiliza una manera de razonar extremadamente simple. Y cuando nos acostumbramos a pensar y percibirlo todo de una manera muy sencilla, salir es muy complicado. Pensamos como niños de 15 años y el sentimiento de victimismo que tenemos en la adolescencia lo arrastramos a lo largo de toda nuestra vida. Cualquier discurso del movimiento parte del victimismo. Con el tema de Ceuta, por ejemplo, ellos ven que Europa está siendo violada por gente del sur despiadada que viene aquí a imponer su forma de vida eminentemente islámica. Es así para todo: el feminismo es un movimiento que busca discriminar a los hombres, los derechos para los LGTBI buscan perseguir a los heterosexuales. Todo se reduce al victimismo.

¿Por qué es tan importante para el movimiento negar el Holocausto?

— Para sostener las ideas tienes que negar la realidad actual. Desde el principio se genera una realidad paralela. Se dice que a partir de 1945, cuando los nazis pierden la guerra, hay dos verdades: la oficial, que los ganadores de la Segunda Guerra Mundial impusieron, y después la verdad oculta, que viene dentro de los libros fascistas y nacionalsocialistas y que explica las cosas desde el punto de vista de los nazis que perdieron la guerra. Yo de pequeño no sabía nada del régimen nazi, no había oído a hablar nunca de ello en la escuela. Y cuando aceptas que la sociedad te miente sobre este tema, desconfías de todo el resto. Al final todas las posturas negacionistas se parecen: en Alemania ya hemos visto negacionistas del covid manifestándose junto a negacionistas del Holocausto. 

¿Qué relación se establece dentro de estos grupos con la violencia?

— Cuando las fuerzas de seguridad asaltaron la librería Europa nos indignamos. Creíamos que nos atacaban porque explicábamos la verdad. Hoy pienso que el hecho de perseguir a alguien porque vende libros no es justificable en un estado democrático y da fuerza a estos grupos. Y si alguien me preguntara si en cualquier de aquellos libros se fomentaba el odio o se llamaba a exterminar minorías, lo negaría taxativamente. Con 14 o 15 años, cuando los empiezas a leer, nadie se siente atraído por un discurso tan negativo. Pero estas formaciones políticas se idealizan al extremo, nos percibimos como si nosotros fuéramos los salvadores, la última línea de defensa de Europa occidental, y los otros los malos. La idea de que los judíos cada vez están más cerca de conseguir sus planes es recurrente. Mientras se te inocula amor por tu país, se te lleva a un callejón sin salida donde se dice que esto que aprecias tanto está siendo amenazado. Y cuando se te acaban todas las opciones la única que queda es pasar a las armas. Es una disyuntiva por la que han pasado todos los nazis que han dado el salto a atentar o asesinar gente.

Vox ha entrado en el Parlament y en el Congreso de Diputados. ¿Cómo ves el panorama político actual?

— Entiendo que la gente que no ha conocido nunca la burbuja nazi y sus partidos vea a Vox como una formación radical y extremista. Pero si algo bueno ha tenido Vox es que ha vaciado a todos los partidos que sí que han sido nazis –como Alianza Nacional y Democracia Nacional– y los ha dejado prácticamente inactivos. Toda la militancia se ha ido masivamente a las filas de Vox. Cuando Vox no existía se podía sostener la idea que nosotros éramos el último reducto de aquella ideología. Pero es que ahora aquel discurso está en el Parlament. Pongo la televisión y siento cosas muy parecidas a las que decíamos en la sede de Alianza Nacional. La extrema derecha más dura, la peor de todas, se ha desactivado en España.

En Catalunya algunos partidos optaron primero por ignorar a Vox y después por atacarlo. ¿Cuál es la mejor estrategia para combatir la extrema derecha?

— La estrategia que se ha seguido con Vox ya se hizo en Alemania con el partido nazi de Hitler –a pesar de que como formaciones no tienen nada que ver–. Se les ignoró, después se les atacó y al final empezaron a analizar su discurso porque empezaban a ganar votos. Con Vox ha pasado lo mismo. Primero decían que ya había tocado techo. Después despreciaron a sus votantes, se les insultó. La izquierda y los partidos democráticos lo están haciendo mal desde hace décadas. No paran de echar gasolina a Vox. Llegados a este punto ya no creo que se pueda parar. En todo caso se puede trabajar de cara a las siguientes generaciones, para intentar salvar todos los muebles que se puedan del futuro. Es fundamental hacer un trabajo de prevención, enseñar a los niños a pensar. Desde que somos niños no se nos enseña el poder que tiene un libro. Y no pasa nada por leer un libro de una temática complicada, hay que enseñar el Mein Kampf en las escuelas. Pero si no hay nada previo que sirva de vacuna a estos discursos, estas ideas hacen un daño terrorífico, porque ya forman parte de ti.

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