Anna Moliner recomienda un libro que le ha "enamorado totalmente"
'La octava vida (para la Brilka)' retrata seis generaciones de una familia georgiana a lo largo del siglo XX
BarcelonaLa octava vida (para Brilka) es de esas historias que abarcan mucho más que una vida, abarcan todo un mundo. Empieza en Georgia en 1900 y retrata seis generaciones de una familia a lo largo de todo un siglo: desde la Revolución de Octubre, pasando por la era soviética y hasta prácticamente la actualidad. "Me ha enamorado totalmente", dice la actriz Anna Moliner.
La autora es la escritora y directora teatral Nino Haratischwili. Nacida en Tiflis en 1983 y emigrada a Alemania, Haratischwili escribe en alemán, pero sus novelas a menudo se inspiran en el país de su niñez, en el caos y la violencia que rodeó la caída del bloque soviético, también en la solidaridad y en el anhelo íntimo de marcharse a Europa.
La octava vida (para Brilka) fue la tercera novela de Haratischwili y fue todo un fenómeno editorial: ganó varios premios literarios y fue traducido a 28 lenguas, entre ellas la edición de Navona del 2019 traducida al catalán por Carlota Gurt. Luego vendrían La Gata y el General(Alfaguara, 2020) y La luz perdida(Alfaguara, 2023).
La autora despliega un viaje del presente hacia el pasado para ver cómo los errores, la memoria y la historia, la general y la familiar, se van repitiendo a lo largo del tiempo. "Me ha fascinado por cómo está escrito: se nota la influencia de los grandes autores rusos. Pero sobre todo me gusta por las protagonistas, las mujeres de esta familia a lo largo de diferentes generaciones, a través de las cuales también se escribe la dura y peculiar historia del pequeño país donde les ha tocado vivir", explica la actriz, que también se irá de viaje la próxima semana con el espectáculo You say tomato. La comedia de Joan Yago protagonizada por ella y Joan Negrié, que estrenaron hace nueve años, se va de gira a cuatro festivales internacionales: en Uruguay, Italia (Siracusa), Ecuador (Cuenca) y Colombia (Medellín ). Un hito bastante insólito para el teatro catalán, y más para un espectáculo surgido de la Sala Trono.