Un autobús escolar en llamas y dos países quemados
'Un día en la vida del Abed Salama', de Nathan Thrall, se aproxima al conflicto árabe-israelí y muestra lo colosalmente desproporcionado que es
- Nathan Thrall
- Ediciones del Periscopio / Anagrama
- Traducción de Pau Gros
- 328 páginas / 21,90 euros
Lo más importante que el periodismo narrativo –o la narrativa de no ficción, digámoslo como queramos– del siglo XX y de lo que llevamos de siglo XXI ha cogido de la novela no son ni las descripciones enriquecidas, ni el estilo que no se conforma con ser puramente declarativo y funcional, ni la concepción y el tratamiento de los personajes –en este caso, de las personas de carne y hueso involucradas en acontecimientos reales– como seres con múltiples capas psicológicas, ideológicas, éticas y anímicas, es decir, como entidades complejas y no meras piezas al servicio de una exposición informativa o un engranaje dramático. Claro que esto cuenta y debe estar para que una obra de no ficción funcione y tenga envergadura, pero lo más importante que el periodismo narrativo ha cogido de la novela son las libertades, las posibilidades expresivas y el dinamismo del punto de vista y de la estructura.
Precisamente, esta es la principal baza deUn día en la vida del Abed Salama. Anatomía de una tragedia en Jerusalén, un reportaje de largo aliento, con ritmo de crónica y con una robusta y rigurosa dimensión ensayística, escrito por Nathan Thrall, un periodista judío estadounidense residente en Israel, que ha sido galardonado con el Premio Pulitzer de No-Ficción 2024. Tomando como punto de partida el trágico accidente de un autobús escolar en el que murieron seis niños palestinos y una maestra, Thrall monta un relato expansivo, lleno de curvas, de saltos en el espacio y en el tiempo y de ramificaciones, sobre la realidad sociopolítica y humana de Israel y Palestina. El resultado es una radiografía tan completa y matizada como desoladora y vibrante del conflicto árabe-israelí. Sobre todo, de las injusticias, crueldades y absurdos con que deben convivir diariamente miles de palestinos en los territorios ocupados debido al sistema de segregación establecido por Israel, un sistema que se ha implantado recurriendo a todo tipo de mecanismos y estrategias –desde la legislación oficial hasta los movimientos poblacionales forzados, desde las infraestructuras urbanísticas y viarias hasta la violencia militar, desde las detenciones más o menos arbitrarias hasta las penas de prisión más o menos brutales– y que afecta a todas las esferas de la cotidianidad.
Un inventario de restricciones y prohibiciones extensísimo
Aunque también incorpora la experiencia de los israelíes (tanto sionistas como no sionistas), el relato de Thrall pone el foco sobre todo en la experiencia de los palestinos, que no sólo son la mayoría de los personajes, sino que también son los que cargan el peso del relato. Aparte del Abed Salama del título, padre de uno de los niños fallecidos en el accidente, también tienen un papel destacado, en la historia, sus tres mujeres, los conductores del autobús y del semirremolque que el embiste, una médica endocrinóloga que dirige un hospital de la UNRWA... Además, el autor en todo momento quiere ilustrar –con datos, estadísticas y hechos comprobables– la colosalmente desproporcionada desigualdad del conflicto. Todo lo que tiene a mano le sirve para su propósito, desde el extenso inventario de restricciones y prohibiciones impuestas por los israelíes en la franja de Gaza o en los pasos fronterizos o en Ramala o Jerusalén Este, hasta la explotación de las canteras de Cisjordania –el material que se extrae va destinado a la construcción israelí y sólo un porcentaje ínfimo es usado por los palestinos–, pasando por las negociaciones e incumplimientos de los Acuerdos de Paz de Oslo, por la expedición y repartición de documentos de identidad palestinos por parte de las autoridades israelíes y por el nulo auxilio de los servicios de emergencia israelíes mientras el autobús escolar palestino ardía durante una hora y media.
Grave e informativo, pero también intenso y conmovedor, el relato de Nathan Thrall tiene la virtud de poner en planos narrativos diferentes, pero en igualdad de importancia ya menudo de forma meticulosamente entrelazada, el drama humano de los individuos y la magnitud y la complejidad históricas, geopolíticas, religiosas y etnoculturales que atraviesan y definen esa parte del planeta.