El chantaje emocional de utilizar a los hijos como armas
'Lo que sabía Maisie' es una de las mejores novelas de Henry James, por primera vez disponible en catalán
- Henry James
- LaBreu
- Traducción de Ferran Ràfols Gesa
- 420 páginas / 25 euros
Lo que sabía Maisie (1897) es una novela de culto de Henry James (Nueva York, 1843-Londres, 1916) que analiza una sociedad victoriana inglesa corrupta, inmoral e hipócrita a partir de los padres de la protagonista: el egoísta Ida y el vanidoso Beale. Ellos son los padres negligentes de la pequeña Maisie, que tendrá que sufrir el divorcio amargo y las nefastas consecuencias de esta separación traumática.
Familia disfuncional y presuntuosa además no poder, entre padre, madre, madrastra, padrastro, institutrices (una de ellas, la señorita Overmore, se convierte en madrastra cuando se casa con Beale) y niñeras. De los seis a los doce años, Maisie –inquietantemente perspicaz por su edad– intenta entender el complejo mundo de los adultos, forjado en términos de ambigüedad, hipocresía, engaño, culpa y, sobre todo, la vulgaridad del odio. A partir de un admirable ejercicio de estilo narrativo, Henry James, fascinado por la idea de la visión infantil, construye un relato de prosa barroca y al mismo tiempo transparente que llevó a Borges a definir la novela como "una historia horrible de adulterio narrada a través de los ojos de una niña que no está capacitada para entenderla".
Pero Lo que sabía Maisie no sólo es horrible para los adulterios que cometen Ida y Beale una vez ya tienen nuevas parejas (Claude y Overmore, respectivamente), sino porque cada progenitor envía a Maisie al otro con mensajes insultantes, con lo que la convierten en su confidente. Ida y Beale son los peores padres de la ficción, junto a los personajes de Jane Austen o Charles Dickens. Además, en una especie de giro de telenovela, el padrastro y la madrastra de Maisie también acaban enamorándose. Tiene gracia que el nombre de Maisie, en la tradición bíblica, signifique, justamente, hija deseada.
Vivir seis meses con la madre y seis con el padre
El personaje de Maisie, de hecho, es la caja de resonancia, un peón en una partida de ajedrez que vive seis meses con la madre y seis con el padre. A menudo la niña se cuelga de la barandilla del balcón para observar el mundo, y ese gesto hace pensar enseguida en la "visión de altura" que pregonaba Valle-Inclán en sus esperpentos. Quizás la única presencia constante en la vida de Maisie es la señora Wix (enamorada también de Claude), una institutriz que ha perdido a su hija y sublima la maternidad en Maisie: intenta educar a la niña con una rigidez moral exagerada que contrasta con lo que ve y vive la niña, esa corrupción a todos niveles de abusos mentales, emocionales y verbales por parte de aquellos que, en vez de desterrarla, deberían haberle amado.
Radicalmente actual, Lo que sabía Maisie aborda el chantaje emocional basado en la utilización de los hijos como armas o el abandono infantil por parte de seres humanos miserables. Y como estamos ante un flujo de conciencia, el estilo narrativo de James se concreta también en unas conclusiones parciales, unos diálogos no concluidos, unos sobreentendidos, la ausencia de una trama clásica y la aparición de una sucesión de escenas aparentemente inconexas que conforman la experiencia fragmentaria que reclama una forma parecida fragmentada.
Maisie no lo sabe todo porque es una niña pequeña. Pero Henry James y el lector sí. Lo único que sabe es que no debe confiar del todo en nadie y que debe mentir para agradar o directamente hacerse la estúpida y callar. Como la Lolita de Nabokov, Maisie más que saber, intuye. Como Lolita, también, acaba madurando mal y plantea relaciones incestuosas con Claude, el padrastro, un aristócrata en horas bajas. O incluso situaciones triangulares, con Claude y la señora Wix, cuando a finales del libro Henry James, con mucha pericia, aleja a los tres personajes del contexto londinense y los envía a Francia. Al igual que Lolita, finalmente, Maisie descubre el efecto que tiene sobre los demás no sólo por lo que sabe sino sobre todo por la idea aproximada que tienen los adultos de lo que ella sabe. En ese proceso de maduración precoz, Maisie aprende la autocensura ya medida que lo hace, el narrador en tercera persona va desapareciendo y deja de filtrar la crueldad a través de la inocencia.