Decálogo del buen maestro

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Josep Maria Esquirol

En tiempos de crisis de la educación, Josep M. Esquirol propone volver a la esencia. ¿Cómo ser un buen maestro? Si, como dice, "vivir es aprender a vivir", enseñar será aprender a enseñar. Nunca se sabe lo suficiente. En La escuela del alma: de la forma de educar a la forma de vivir (Cuadernos Quema), Ardilla se mete en la piel del educador en un ensayo filosófico que también es poético. Cada vez piensa más plásticamente: con la palabra viva, como si conversara con el lector. Te envuelve con ideas que son como caricias. Muchas de sus sentencias pueden ser leídas como versos aforísticos, bellas incitaciones en la reflexión. Cojo diez ideas iluminadoras para los buenos maestros.

Claridad y calidez. Ayudan a evitar la indiferencia y cultivar la atención, la proximidad, el diálogo. Esenciales para educar con el corazón. En la era de la confusión, permiten ir a una hondura de sentido. La bondad no ocupa lugar, crea.

Altertopía. Puesto educativo, lugar de vida: de resistencia, de paréntesis sin prisas, de verdad. La escuela como lugar no realista, pero no desde un idealismo ingenuo. Un lugar no-instrumental, que huya de la retórica de la innovación, el economicismo y el pantallismo. Que permita la desconexión para ir al fondo de las cosas y las ideas, que propicie la ensoñación imaginativa, la creación, el estudio y el cuidado.

Sin porqués. "La rosa es sin porqué. Florece porque florece". Es un verso del místico alemán Silesius. Borges: "Creo en los razonables misterios, no en los miraculos sucios". Lo bello, más que explicaciones, pide atención y admiración. La belleza es como la bondad, sobre todo hay que dar gracias. En el mundo hay desgracias y gracia."

La confianza. "Dichosos quienes han tenido un buen maestro" que les ha dado confianza, les ha investido como personas singulares y capaces, les ha incitado a hablar, escuchar, estudiar, relacionarse, pero no con "la tontería del si quieres puedes". Un maestro alejado del psicologismo de las etiquetas, test, encuestas y protocolos, creador de un espacio de libertad e igualdad.

La atención. Mirar cuesta poco. Mirar bien cuesta mucho. Mirada atenta y respeto se identifican. La atención acaba convirtiéndose en reflexión y acaba haciendo personas atentas. Se va de lo concreto al abstracto, de la inmediatez a la paciencia. La atención no culmina con respuestas, sino con mayor atención. Para conducir hacia la atención, el maestro debe mostrar "pasión por el mundo y cariño por los demás: toda vocación docente está resumida en esta fórmula". Educar sin ánimo es pecado.

Las buenas formas. Las buenas formas forman. Son la infraestructura, la base. Hay que leer, escribir, copiar... para que el pensamiento se fije y se vaya elaborando. La repetición está al servicio de la diferencia. "A partir de la primera obediencia se llega a la mayor de las libertades: a la palabra que sale de lo más profundo de uno mismo". La madurez de las personas tiene que ver con la madurez de palabras. "El límite no es el lugar donde algo termina, sino precisamente el sitio donde algo comienza".

Fraternidad. La escuela es el lugar donde se tienen en cuenta a los demás, el diferente, el débil. No hay ninguna violencia. Es el lugar de "no dañar", de la "igualdad" y de la "generosidad". El sitio de la proximidad, del combate contra la insensibilidad. Sienta bien el dicho agustiniano: "Ama y haz lo que quieras".

Poesía. El mundo es como un poema: por ser leído y estudiado, pero sobre todo por ser continuado. Leer para hacer mundo. No perder el mundo de vista. Ser peones del mundo. Todo el mundo que hace las cosas bien, en casa, en la escuela o en el trabajo, es poeta del mundo. Cuidar a los demás es hacer poesía.

Reflexión. Contra la inquietud de la sociedad contemporánea, contra la acumulación de experiencias, tiempo fecundo de reposo, de tomar aliento. Contra la ideología del progreso, del "siempre más" (más dinero, más poder, más fama), hacer camino paso a paso. Por huir del nihilismo y la evasión, para encontrar un sentido.

Espíritu. "De la nada, ninguna ciencia sabe nada de nada. Y, sin embargo, ¡de qué manera nos golpea!" "Lo que el alma más anhela no es conocimiento, sino contacto". "Dichosos quienes celebran la soledad en compañía". "La crisis de la educación y de la cultura es una crisis finalmente de la confianza. Sin confiar en nada, no se puede enseñar en serio".

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