Los expertos que no debe escuchar si desea ser felices
BarcelonaSi sois de los que cree que "si quieres, puedes", que la suerte no existe pero el esfuerzo sí, o que no hay nada imposible si te lo propones, temo que el artículo de hoy no es para vosotros . O, de hecho, quizá sea precisamente para vosotros, así que, por favor, no me abandone todavía. Ni a mí, ni a Liv Strömquist, que es la que me ha motivado a escribir. No sé si conoce esta autora de cómics sueca, una de las más reconocidas actualmente en Europa, que creo que siempre pone el dedo en la llaga con los temas que trata. Tiene un estilo muy personal, que me gusta mucho porque tiene un sentido del humor que hace que leerla sea ameno, pero al mismo tiempo hace reflexiones profundas, con su propia perspectiva, pero también a partir de su lectura de sociólogos , pensadores o filósofos.
Ha vuelto a hacerlo en el libro que acaba de publicar, Pitia dixit (en catalán traducido por Ivette Miravitllas y editado por Finestres; en castellano traducido por Alba Nerea Borja y editado por Reservoir Books). El título se refiere al oráculo de Delfos, y es muy pertinente porque el libro habla de nuestra búsqueda de la felicidad y del bienestar constantes, que nos lleva a confiar en expertos de todo tipo. O es al revés, ¿es porque estos expertos nos dicen que debemos ponernos guapos y ser siempre felices, que nos hemos obsesionado con el tema? ¿Por qué, como dice Strömquist, nos sentimos obligados a divertirnos, o nos sentimos casi como delincuentes cuando vemos que en una foto hemos quedado feos? Está claro que existe toda una industria que trabaja para hacernos sentir desgraciados si no cumplimos los "estándares" que pregona la sociedad moderna y neoliberal en la que vivimos. Pero ¿quién es esta sociedad, quiénes son estos expertos que nos han hecho creer que los necesitamos para saber cómo vivir, y que de esto han hecho un negocio que no deja de crecer?
Personas dedicadas a dar consejos
Strömquist recupera en el libro un episodio que protagonizó Meghan Markle cuando todavía formaba parte de la casa real. En una visita a una ONG que trabajaba ayudando a trabajadoras sexuales y mujeres víctimas de violencia que sufrían adicción y pobreza, le pidieron ayuda para empaquetar alimentos. Ella decidió, por iniciativa propia, escribir mensajes en los plátanos, frases cortas como "Sonríe" o "Trabaja de lo lindo", que Strömquist encuentra, como mínimo, "extrañas", teniendo en cuenta que podían ir a parar, por ejemplo, a una prostituta pobre o adicta. Pero, además, Strömquist se pregunta por qué Markle se sintió obligada a dar consejos, por qué lo hizo y desde dónde, y se fija en diferentes perfiles de personas que se dedican a ello.
Algunas son incluso peligrosas, pero han tenido mucho éxito: entre los ejemplos que recopila, está el de Louise Hay, una escritora bestseller que, en uno de sus libros, afirmaba que "enfermedades como el cáncer o el sida dependían de la falta de autoestima y los pensamientos negativos, y podían curarse poniéndose delante de un espejo y repitiendo la afirmación «T' quiero» a la imagen reflejada en el espejo". Un auténtico peligro público, ya se lo decía. En este sentido, Strömquist explica muy bien a su cómic como los expertos, gurús, influencers..., dígalo como desee, practican la racionalidad y la irracionalidad a la vez: por un lado, te dicen que, si les haces caso y sigues lo que proponen, podrás controlarlo todo: tienes el control. Por otro lado, también podrás conseguirlo si haces actos de fe, como mirarte al espejo o creer en milagros: ¡todo es posible! No tiene ni pies ni cabeza, y eso es lo que nos hace ver a Liv Strömquist, con la ayuda de Adorno, Bauman, Illouz o Lacan, pero, sobre todo, con mucha lucidez.