En honramiento y memoria perdurable de Josep Balari i Jovany
En 180 aniversario del gran filólogo, helenista e historiador
La conmemoración de las efemérides suele ser amante de las cifras redondas. No deja de ser ésta una convención que, eventualmente, permite recordar personajes, hechos o fechas dignas de recuerdo. Pero lo cierto es que los cumpleaños vienen cada año, aunque sea etimológicamente. Y se celebra este año el 180 aniversario del feliz nacimiento de Josep Balari i Jovany y el 120 de su prematuro traspaso. Por tanto, también la fecha de estos acontecimientos, tan precisamente definidos y definitivos, puede ser conveniente para rendir homenaje a un "hombre" que pasó por malla a Josep Pla, como desgraciadamente pasa demasiado a menudo desapercibido en la memoria siempre lábil de los más conspicuos representantes de nuestra «inteligencia» colectiva. Aunque bueno de dos excelentes estudios que le dedicó Pilar García Jordán, por desgracia inéditos, y de la aportación más reciente de Pere J. Quetglas, que ha tenido, además, el acierto de recopilar unos Escritos filológicos del autor, de gran interés y utilidad. Sin olvidar la benemérita reedición a instancias de Mn. Antoni Griera de los Orígenes históricos de Cataluña, su "obra cabo" en justísimas palabras de Mn. Antoni M. Alcover. Ni algún otro puntual recuerdo, como el de Dolors Condom, o las palabras siempre agradecidas del bondadoso y erudito Joan Bastardas.
De mayor proximidad y conocimiento directo fue el discurso de ingreso en la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona de Lluís Segalà y Estalella, su discípulo y sucesor en la cátedra de griego de la Universidad de Barcelona, aquel que dejó "la Grecia en gracia de Dios", en palabras de otro erudito arrinconado, Mn. Jaume Barrera i Escudero. La Academia de Buenas Letras le recordó, asimismo, por medio de la voz vigorosa y cortés del gran Ramón de Abadal en 1961. También algunas calles de nuestras ciudades llevan su nombre ilustre.
y sincera llorado por sus contemporáneos con motivo de su muerte a 2/4 de 4 de la tarde, un triste viernes, el 1 de julio de 1904. Basti repasar la prensa del momento, como el artículo de Josep Carner en La voz de Cataluña el 26 de agosto de 1904, o el recuerdo de Mn. Alcover aparecido en Boletín del diccionario de la lengua catalana, de julio-septiembre del mismo año. Y contó con el reconocimiento, manifiesto (o tácito), de otros estudiosos coetáneos. Incluso extranjeros. El propio Mn. Cinto Verdaguer le pidió consejo y la revisión léxica de su Atlántida, obra que Balari revisó y después desnudó íntegramente para su proyectado Diccionario del catalán. ¡Y a fe de que Balari se merecía esta consideración y cariño! Lo que no merece es una cierta y tangible desmemoria actual. Mientras se recuerda puntualmente y ditirámbica a otros personajes menores.
Su libro Orígenes históricos de Cataluña constituye una colección de aportaciones diversas sobre los más significativos campos del saber que abarca el actual medievalismo. En él se encontrará in nuce materiales fundamentales para el estudio de nuestros orígenes nacionales. Una base bien sólida obtenida de una recogida lexicográfica sistemática hecha por Balari a partir del despojo de una ingente cantidad de documentos publicados e inéditos. Basta demuestra esta hercúlea tarea la susodicha obra y, aún, la parte publicada póstumamente del dedo Diccionario Balario al cuidado de Manuel de Montoliu. Además, conviene recordar que las normas ortográficas que precedieron a las de Fabra fueron las de Balari.
De ahí que debamos dolernos (y no poco) de algunas obras inacabadas y, al parecer, de materiales inéditos perdidos. Sabemos que preparaba una Gramática histórica de la lengua catalana. Y no parece posible dudar de la existencia de papeletas suyas con recopilación de léxico del latín medieval catalán. Cierto que, al igual que el Diccionario Balario, de alguna manera, ya quedó tragado por el magnífico de Alcover y de Moll, las fichas lexicográficas de latín medieval también lo habrán sido por los ficheros del excelente Glossarium Mediae Latinitatis Cataloniae. Sin embargo, no es descartable el hallazgo, en las célebres papeletas de Balari, de alguna palabra que haya pasado desapercibida, de alguna nueva acepción o de alguna interpretación diversa. También, de hecho, la gramática histórica de nuestra lengua cuenta ahora con algunas aproximaciones meritorias. Pero aquí sería, sin duda, más probable encontrar nuevas perspectivas o datos más completos en la cosecha de materiales hecha por Balari.
Por otra parte, la obra de Balari todavía es globalmente muy aprovechable. No en vano, Balari estaba dotado de una clara inteligencia, de una robusta formación académica, de una firme y férrea voluntad de trabajo. Su descanso era cambiar de actividad. Y así aprovechaba los veranos para perfeccionar conocimientos en el extranjero, por donde su rico poliglotismo le permitía moverse sin dificultades.
Lluís Segalà dijo de Balari: "era mi maestro más candoroso que astuto, de la guisa que lo fueron muchísimos santos y sabios". Y por eso animó a honrar su memoria "para que no se nos pueda repetir lo que Melchor de Palau decía de Milán y Fontanals:
Fuera le conocieron más que aquí dentro,
hont no flotan los sabios si son humildes".
Y sí, "¡Bienaventurada su memoria!"
Jesús Alturo y Perucho
Catedrático de Paleografía, Codicología y Diplomática
Universidad Autónoma de Barcelona