Los que no hemos nacido en la era digital debemos considerarnos afortunados
En 'Sin relato', último premio Anagrama de ensayo, Lola López Mondéjar aborda la incapacidad creciente de narrarse a uno mismo


'Sin relato'
- Lola López Mondéjar
- Anagrama
- 346 páginas / 19,90 euros
Gabriel Ferrater decía que lo más elevado de una literatura era la poesía, pero que una literatura no descansa en sus cumbres. Siempre he opinado que la base de toda literatura es el ensayo y la capacidad de pensarnos a nosotros mismos, que es a partir de la cual se realiza la literatura. Uno de los ensayos que recientemente más ha acertado a la hora de realizar un retrato de lo que somos hoy es Sin relato, de la escritora y psicoanalista Lola López Mondéjar (1958). Déjese de técnicas de mindfulness y sumérjase en el apasionante ejercicio de mirarse al espejo de la realidad.
Evidentemente, cuando a Sin relato la autora habla de "la jivarización de la capacidad narrativa", no se refiere a la incapacidad de escribir una historia real o de ficción. De garantizar esto, ya se ocupa el departamento de Educación de la Generalidad de Cataluña, que pretendía convertir en optativa la asignatura de literatura. López Mondéjar se refiere a la incapacidad creciente de narrarse a uno mismo: "El sujeto humano necesita ordenar su tiempo en una secuencia narrativa, porque el cerebro es especialista en buscar el sentido, pero el nuevo capitalismo genera formas de trabajo precarias, frágiles, que dan lugar a identidades fragmentadas, corroídas e ilegibles".
Este muy bien merecido último Premio Anagrama de Ensayo, que lleva por subtítulo "Atrofia de la capacidad narrativa y crisis de la subjetividad", profundiza con solvencia en la condición del individuo contemporáneo, especialmente de lo que ha nacido en la era digital. Espóiler: sintámonos afortunados los que no hemos nacido en la era digital. "La multitarea y las interrupciones constantes a las que nos someten los estímulos incesantes leemos, hecho que afecta tanto a la profundidad de nuestros argumentos como a la calidad de nuestras democracias".
Una erosión de la empatía y la solidaridad
Este individuo, que somos nosotros y podemos llamar posmoderno, se encuentra en un momento ciertamente crítico. Lo que desde fuera interpretamos como individualismo, enajenación y una falta de empatía brutal, es el resultado de un cóctel explosivo presidido por la incapacidad de fijar nuestra experiencia y mucho menos de inscribirla en un relato colectivo. En este sistema neoliberal, en el que la información nos desborda -Berardi dixit-, nos hemos convertido en un recipiente de estímulos que afecta a nuestra salud física y mental. "Este desbordamiento comporta efectos patológicos para los individuos sometidos a este régimen de información, que ve transformada su capacidad de sentir e interpretar los signos no verbales del sufrimiento y el placer de los demás, lo que se traduce en una erosión de la empatía y la solidaridad". Porque la mutación del entorno en el que se realiza el aprendizaje social nos lleva a negar la alteridad y establecer una relación instrumental con los demás.
Ante la transformación que impone la tecnología digital, López Mondéjar habla de una mutación antropológica profunda, como hacía ya en el ensayo breve Invulnerables e invertebrados, también publicado por Anagrama. Sólo faltaban las redes sociales, empeñadas en crear burbujas digitales -las llamadas cámaras de eco- y destinadas a ratificar nuestras creencias. Sin relato cuenta con el apoyo teórico de pensadores como Ricoeur, Anders y Richard Sennett, y también con la experiencia diaria de la autora con sus pacientes. Después de leerlo, toca dosificar las pantallas y rebelarnos contra la fragilización a la que se nos condena.