Vida y milagros de una "bestia sexual"

Este libro se inscribe en una ya numerosa tradición de autobiografías por lo que ahora se llama "trabajadoras sexuales". Y se publica ahora, precisamente cuando hace poco de la edición deHistoria de mis ocho pecados, de Lea Ferrer (seudónimo). Ambos volúmenes son de aquellos que se ofrecen en Amazon bajo el epígrafe Hechos reales.

Es obvio que las confesiones de una escort siempre generan un cierto morbo. Si ésta, además, se dedica al sugar dating (la búsqueda de un padrino que le pague los caprichos), el libro en cuestión puede generar una curiosidad infinita.

La protagonista de Confesiones de una 'sugar baby' es una joven valenciana que, desde que tuvo 18 años, decidió dedicarse al mundo de la prostitución. Cuando empieza a redactar su texto tiene 20, es estudiante universitaria en Valencia y ya cuenta con una selecta clientela de sugar de addías, la mayoría pescados en una famosa página web de citas.

Valeria (nombre ficticio), la protagonista, cumplió 18 años precisamente en el momento del estallido de la pandemia del coronavirus. La guindilla la pilló cursando segundo de bachillerato. Allí le hicieron leer La plaza del Diamante y el Libro de maravillas de Vicent Andrés Estellés. Y los disfrutó, pero el título que más la marcó fue Once minutos, de Paulo Coelho, que narra la aventura sexual transatlántica –también real– de una brasileña.

Esta figura de la puta lectora y, digamos, intelectual ya la habíamos encontrado, por ejemplo, en el diario Luz en el callejón sin salida, de Ramon Ramon. En este volumen el poeta y dietarista valenciano explica la sorpresa de encontrarse, en un burdel urbano, una prostituta que había leído a Estellés y Joan Fuster, y con quien el diálogo no fue simplemente...

Y, sin embargo, lo que más sorprende de Valeria, de Lea Ferrer o de la bagaza anónima de Ramon Ramon es la ausencia total de la sensación de ser víctima de nada. En el mundo actual, donde quien no es víctima de algo (o siente) es un cero a la izquierda, Valeria nos transmite el orgullo y el inmenso placer que extrae de su oficio, sin ningún reparo, sin remordimiento alguno. Confiesa ser "una bestia sexual" (antes lo llamaban ninfómanas) y está especialmente contenta de haber convertido su afición (para ella follar es como ir al gimnasio) en un medio más que solvente de vida.

Quizás los partidarios de abolir la prostitución deberían leer un libro como éste. El abolicionismo se fundamenta en muy respetables reglas morales, pero también, probablemente, en una confusión de partida: creer que las "trabajadoras sexuales" que se citan aquí tienen relación alguna con las víctimas –estas sí– del tráfico de blancas y las mafias mundiales. No todos los que beben una copa de champán francés de postre son candidatos a miembros de Alcohólicos Anónimos...

Un libro contra el mundo de la superioridad moral

En el fondo, Confesiones de una 'sugar baby' es un libro optimista y vital, que transmite las ganas de vivir de la protagonista, aunque sea contra el mundo (contra el mundo de las buenas costumbres y la superioridad moral). Y también es, en gran medida, un homenaje a la ciudad de Valencia. Esa ciudad abierta, permisiva y liberal que ella descubre con 18 años cuando va a cursar una carrera universitaria. La urbe previamente interiorizada emocionalmente en la crónica apasionada del Libro de maravillas y donde Valeria experimentará una intensa sensación de libertad después de una adolescencia problemática (mordida por la anorexia) y de un deseo profundo de escaparse de su pequeño pueblo.

Precisamente la voracidad lectora de Valeria la lleva a descubrir un título que ya sólo se encuentra en bibliotecas: La regina de la aldea de las hembras pecadrives. Esta obra de Ferran Cremades i Arlandis, publicada en 1980, recrea en catalán medieval la vida en el burdel más extenso y famoso de la Europa del siglo XV, que ocupaba un barrio privativo en la Valencia de la época.

Ahora, como entonces, el amor venal todavía circula por ella. Y Confesiones de una 'sugar baby' es su último hit.