La vida plenamente vivida de Àlex Susanna
'El año más inesperado' cierra los notables dietarios del escritor y gestor cultural, fallecido el pasado julio, a los 66 años
- Álex Susanna
- Ediciones Proa
- 288 páginas / 20,50 euros
Desaparecido el pasado mes de julio, Àlex Susanna (1957-2024) nos ha dejado, como buen escritor, una posteridad de papel. En enero la editorial Proa le publicó el dietario La danza de los días, y este septiembre ha aparecido el volumen también memorialístico El año más inesperado. El primero de estos títulos se ocupaba de los acontecimientos que marcaron su vida de febrero de 2021 a febrero de 2022. El segundo, de noviembre de 2022 a octubre de 2023. Con ello se cierra la parte de su producción que él pudo revisarse en vida y prepararse para la publicación. Los papeles que Núria Viladot, su viuda, conserve ahora en su poder quizás vean también la luz en algún momento.
Todos los que conocimos a Álex sabemos de su generosidad y de su amor por la vida. Esa pasión la proyectó en su oficio y su obra. Fue un gestor cultural comprometido y dedicado, un elegante y sutil poeta y un dietarista muy notable. Lo que siempre me llamó la atención de las páginas de sus diarios es el amor que sintió por los pueblos y los paisajes del interior de Cataluña (él, que había nacido en Barcelona) y, como una extensión de ésta curiosidad sin corsés, el interés real que experimentó hacia la realidad cultural que se hacía en las Islas Baleares y la Comunidad Valenciana. Todo esto debería ser una banalidad, pero, por desgracia, convertían a Álex Susanna en una rara ancianos en el mundo cultural barcelonés.
La danza de los días se abre, como el que dice, con la muerte de Joan Margarit y se cierra con el inicio de la guerra de Ucrania. Eventos luctuosos que, sin embargo, no informan el tono general del volumen, que busca mejor consignar positivamente hechos, diálogos y sensaciones vitales de los numerosos amigos, conocidos y saludados (por usar la fórmula de James Boswell que hizo suya Josep Pla) del autor.
Un registro fidedigno del estado actual de la cultura catalana
En realidad, todos los periódicos de Susanna se configuran como un registro fidedigno del estado actual del mundo de la cultura catalana. Pintores, músicos, arquitectos, escritores desfilan por estas páginas y el autor toma nota. Incluso se aplica a reproducir las palabras concretas de sus interlocutores, en un esfuerzo sumarial hercúleo. Así construye un documento impagable.
Nada más dúctil, para ese propósito, que un dietario. "El del dietario –escribe el autor–, un transgénero que te permite modular la escritura con las propias necesidades expresivas e ir pasando de la anotación más telegráfica a una prolija, del aforismo al poema en prosa, de la nota a pie de página en la narración, de la crítica al inventario, de la citación a la digresión, de la confesión a la reflexión, o al canto Bien dosificado –concluye– todo es bienvenido y se injerta”.
El año más inesperado es una continuación lógica de La danza. El autor sigue consignando conversaciones con todo tipo de actores culturales, empezando por su querido JF Yvars. Considerándose como se consideraba "un rebrote del Novecentismo", la suya es una visión rigurosa y holística de la cultura, pero ama demasiado la naturaleza para caer bajo la supuesta eficiencia de ninguna palabra de orden periclitado.
Susanna es generoso con una pluma en la mano. Si debe referir alguna crítica, siempre es amable. Para los elogios, en cambio, no se le caen los anillos: no se está de reconocer, por ejemplo, que el mejor dietarismo actual en catalán está haciéndose en la Comunidad Valenciana. Para quejarse, acto seguido, de lo demencial que es intentar encontrar un libro de una editorial valenciana en Barcelona.
Pero también Barcelona, esta Barcelona, es el escenario en el que deambula, insólita y excéntrica, otra especie en vías de extinción: la burguesía comprometida con el arte y la cultura del país. Explícitamente, cita el caso de Antoni Vila Casas. Las discrepancias con este gran mecenas ocasionaron el abandono, por parte de Àlex Susanna, de la Fundación Vila Casas, pero cuando muere el patriarca nonagenario las palabras que le dedica al diario son ponderadas y magnánimes.
El año más inesperado se cierra con la sorpresa del cáncer. "Ahora ya sé que en principio me queda poco tiempo de vida: unos meses o un año a lo sumo", nos confiesa. Se acaba el mundo, en efecto, y es necesario anotarlo en el diario. Pero al final quedarán las madrugadas en el Matarraña o en el Pirineo, la visión del paisaje desde la casa de Gelida, los afectos de los seres queridos, un buen vino tinto francés en la copa y algún lied nostálgico de fondo. Así ha ocurrido la vida, pero ha sido una vida literaria, es decir –como hubiera querido Proust–, una vida plenamente vivida.