Fotografía

Leopold Samsó, el fotógrafo de los instantes eternos

La Fundación Vila Casas presenta la exposición 'Tan lejos, tan cerca' en el Palacio Solterra de Torroella de Montgrí, con un centenar de imágenes del fotógrafo

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Foto de Leopold Samsó en Pau Riba y su familia, en 1985

GeronaLepold Samsó (Barcelona, ​​1946) es uno de los maestros de la fotografía contemporánea más importantes y originales de nuestra casa. Famoso por sus retratos simpáticos e ingeniosos a los artistas de la Barcelona de los años 80, durante más de cinco décadas se ha dedicado a capturar imágenes de paisajes, realidades y personajes de todo el mundo, siempre en blanco y negro, con luz natural y una mirada humanista cargada de profundidad, respeto y armonía. Ahora un centenar de sus mejores fotografías pueden verse en directo en la exposición Tan lejos, tan cerca, en el Palacio Solterra de Torroella de Montgrí, sede de la Fundación Vila Casas, hasta el 19 de noviembre.

La muestra, comisariada por Pilar Parcerisas, propone un recorrido por diferentes territorios y temáticas de la trayectoria de Sansón, dividida en cinco grandes ámbitos. El primero está dedicado a las fotografías icónicas de las generaciones de artistas emergentes que, después de los oscuros años del franquismo, buscaban revitalizar el espíritu cultural de la capital catalana. El fotógrafo retrató, por ejemplo, a Pau Riba, Miquel Barceló, Cesc Gelabert, Ocaña e incluso Salvador Dalí, levantando su bastón con una mirada altiva. En estas imágenes el fotógrafo no sólo logra capturar el carácter de cada personaje, sino también el de una época muy singular. Los negativos rezuman el ambiente renovado de una Barcelona canalla, en blanco y negro, preolímpica y abierta a recuperar los barrios marginados, reflejándose en la vida bohemia de las grandes capitales del mundo.

Foto de Leopold Samsó a Miquel Barceló en el Mercat de les Flors, en 1989.
Foto de Leopold Sansón en Salvador Dalí, en 1966.

Este retrato social aún se pone de manifiesto en el segundo ámbito de la exposición, dedicado a barceloneses anónimos de la calle, personajes pintorescos y estrafalarios –como mendigos, trabajadoras sexuales y niños callejeros–, que Sansón logra capturar en el momento justo, después horas de observación y conversación. No son fotografías cazadas alrededor y aceleradas, sino momentos muy íntimos y meditados, que, si bien hablan de un instante en concreto, expresan un sentido de permanencia inexorable. "Samsó hay una distancia justa en el espacio y en el tiempo, ya que nunca se precipita, siempre espera que la realidad que quiere fotografiar se manifieste", dice Pilar Parcerisas, que añade: "Sus fotografías concentran el máximo de tiempo en el mínimo de acción de la cámara”. De esa extraña conjunción entre la proximidad y la lejanía, lo efímero y lo inmutable, surge el título de la exposición.

Personaje tumbado en una hamaca de la Rambla, de la serie 'Reportajes Barcelona 1976-1977' de Leopold Samsó.
Foto de Leopold Sansón en las Bodas de Imilchil, en Marruecos, en 1972.

Las lejanas costumbres y los paisajes de Islandia

Leopold Samsó también practicó esta mirada fuera de Barcelona, ​​en los viajes a España y Portugal, documentando una especie de decálogo antropológico de la cultura hispánica, con imágenes de ex legionarios, guardias civiles, campesinos y gitanos, que pueden verse en el tercero apartado de la exposición. El cuarto está dedicado a las expediciones a Marruecos, Haití y Ecuador, en las que el fotógrafo captura el factor humano de culturas distintas a la occidental, sin idealización, miseria ni exotismo, sino poniendo el foco en las costumbres y formas de vida.

Imagen de Islandia de Leopold Samsó, de la serie 'Paisajes 2022-2023'.

Por último, el quinto y último apartado es sobre el último proyecto de Leopold Samsó, realizado conjuntamente con el artista visual Franc Aleu. Son fotografías de paisajes de Islandia, con unas composiciones, simetrías y juegos de luces impresionantes, que transmiten toda la fuerza y ​​la intensidad de la naturaleza. Imágenes desde el reposo, el silencio, concebidas casi como un milagro o una aparición, que remiten a los primitivos resultados de los aparatos ópticos de los orígenes. “Etimológicamente, tomar una fotografía significa escribir la luz, hacerla gráfica, y en estos paisajes Sansón consigue que la naturaleza tome la máxima fuerza, tanto a través de la luz como de la sombra, produciendo una potencia que, aunque la realidad sea móvil, la deja en punto de estabilidad inmaterial”, concluye Parcerisas.

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