Muere a los 102 años Josep Sala, superviviente de los campos de concentración franquistas

El barcelonés formó parte de la Leva del Biberón y el ejército nacional lo envió a África durante cuatro años

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Josep Sala el junio pasado durante el homenaje a los prisioneros del campo de concentración de San Marcos

Barcelona"Desde que me jubilé, hace 35 años, cada noche sueño con la guerra, porque vi muchos desastres. Yo solo pido que no pase nunca más la salvajada de la Guerra Civil", decía en junio de 2019 Josep Sala, en una entrevista a Els matins de TV3. Nacido en el Raval de Barcelona en 1919, Sala fue un soldado republicano y era el último superviviente del campo de concentración franquista de San Marcos, en la ciudad de León. Sala ha muerto este lunes a los 102 años. De pequeño, su familia tenía una farmacia en la calle Hospital, donde él trabajaba cuando el ejército republicano lo movilizó. Tenía 18 años. Formó parte de la Leva del Biberón y luchó en la orilla del Segre y en la Batalla del Ebro hasta que el ejército franquista lo capturó, poco después de haber cumplido 19 años.

Sala pasó por un campo de concentración de Zaragoza y después fue trasladado a los campos de Santa Ana y San Marcos, en la ciudad de León. Su historia quedó reflejada en el libro Los campos de concentración de Franco. Sentimiento, torturas y muerte tras las alambradas (Penguin Random House), de Carlos Hernández, una de las primeras investigaciones que ponen encima de la mesa algunas de las cifras de los campos. Hernández ha documentado que por los campos franquistas pasaron entre 700.000 y un millón de prisioneros, y que el número de víctimas directas supera las 10.000.

"Soñaba con tortillas porque hacía años que no comía ninguna"

Sala tenía una memoria excepcional y recordaba con todo tipo de detalles su experiencia en los campos, donde estuvo cuatro meses. "Cuando llegué me hicieron quitar la ropa. Los calzoncillos no cayeron al suelo, de tantas pulgas y piojos quedaron de pie como un cartón-piedra. Hacía cuatro meses que no me cambiaba de ropa", explicaba Sala. "Todos pasábamos hambre. Nos daban un cucharón de patata cada día. Yo soñaba con tortillas o un huevo frito, porque hacía años que no había comido ninguno", decía. Después de ser liberado, fue obligado a formar parte de una brigada de fortificación del ejército nacional con la que viajó por España. Lo enviaron al norte de África, donde estuvo durante cuatro años. "Un día un comandante nos hizo un sermón. Nos dijo: «Cuidadín, cuidadín, que habéis salido del infierno pero podéis volver. Olvidadlo todo»", explicaba Sala.

En 1944 pudo volver a casa y a partir de entonces empezó a trabajar en una farmacia del Raval. No la dejó hasta 1984, cuando se jubiló. Justo hace cinco meses, Sala pudo asistir al homenaje a los prisioneros del campo de concentración de San Marcos, que Franco convirtió en un Paradero y que ahora sigue funcionando como tal. "Soy el último superviviente de este campo", destacó Sala durante el acto. Se mostró "emocionado" y "agradecido" y subrayó que "una Guerra Civil es lo peor que le puede pasar a un país".

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