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Raquel García-Tomás: "Si hay cosas que te han funcionado y facilitan que estés más relajada, serás más creativa"

Compositora

La compositora Raquel García-Tomás en el Palau de la Música.
07/04/2025
7 min
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BarcelonaRaquel García-Tomás (Barcelona, ​​1984), Premio Nacional de Cultura 2024, es uno de los nombres de referencia en la composición musical catalana del siglo XXI, con metas tan relevantes como la ópera Alexina B. Ahora, como compositora invitada en el Palau de la Música, estrena la obra […] y siento nel partire un vivace morire […] en el concierto del 10 de abril de la Camerata Penedès, dirigida por Sara Bitlloch, que también se celebrará en el Auditorio Maria Rosa Juncosa de Vilafranca del Penedès.

¿Cómo prueba la residencia artística en el Palau de la Música?

— Muy bien contenta.

¿Qué dice de ti como compositora la elección de las obras y los estrenos que ha realizado el Palau?

— Me gusta cómo lo hemos planteado con el Palau, porque de seis conciertos, tres incluyen nuevas creaciones mías y tres son de repertorio de mi catálogo, alguna incluso del 2010. Me siento representada por todas las obras que se tocan, es un buen retrato de mi producción. También me gusta la forma en que hemos podido agrupar este repertorio de catálogo: en octubre tuvimos Por precaución y, por tanto, la rama de la ópera o música escénica; después está el concierto del 7 de mayo, en el que se tocan tres obras mías que revisitan la tradición, y que también es una de mis características, y finalmente, el del día 12 de junio, en el que se tocan tres obras mías de catálogo, dos de las cuales tienen electrónica y vídeo, y esto sería la rama más interdisciplinaria, que quizás en los últimos años sólo he trabajado en la misma.

En el concierto del 10 de abril, la Camerata Penedès estrena una obra tuya en un programa que incluye la Quinta sinfonía de Beethoven. ¿Puede decirse, pues, que tu obra dialoga bien con Beethoven?

— No, no dialogo con Beethoven. Dicho así parece que haya hecho una especie de ejercicio a partir de la Quinta y no es así.

Quiero decir dialogar al igual que tu obra dialogará con la de Steve Reich el 12 de junio en la inauguración del Sónar. Tu música puede estar tanto en un programa clásico como en uno contemporáneo.

— Bien, me gusta tu punto de vista. A veces las combinaciones de distintos compositores y diferentes estéticas que se realizan en un mismo programa sí tienen un hilo conductor muy preciso, que no tiene por qué ser estético, sino conceptual. En otros casos, dado que la interpretación es de la misma formación, se percibe como un todo, a veces con más acierto o con menos. En mi caso, las obras que cuadran bien con Steve Reich están en el concierto de Steve Reich. Y en el de la Camerata Penedès no sé cómo se verá mi obra junto a la Quinta de Beethoven, pero es una obra para orquesta de cuerdas y, por tanto, tienes una tímbrica que te unifica un poco todo.

¿Tenías carta blanca en el encargo de la Camerata Penedès?

— Sí, me han dado carta blanca. La obra que estrenará está inspirada en un madrigal de Monteverdi. O sea, que sí dialoga con la tradición, pero con otra. Me dijeron: "Haz lo que quieras, y sepas que se interpretará con la Quinta de Beethoven". Y dije: "Entendidos, perfecto". Y creo que durante un tiempo incluso lo olvidé, seguramente porque así podía vivir con mis ideas, aislada de lo que pasaría en el resto del concierto.

¿Tus composiciones nuevas son esclavas de tu pasado o tienes la capacidad de librarte, de tus obras anteriores, a la hora de crear una nueva?

— Desde el principio vi que no iba bien pensar en términos de innovación en el sentido muy radical, de decir "Inventaré un lenguaje". La innovación tiene más que ver con seguir aprendiendo y haciendo cosas nuevas. Claro que hay cosas de mi pasado, pero como las hay en mi conducta, cómo le ocurre a todo el mundo. Invierto mucho tiempo en ver por dónde van mis pensamientos, los deseos, las emociones. Y quiero pensar que en mi música también influye todo ese tiempo que invierto en lo personal, de revisar creencias o conductas que están obsoletas. En cada obra me gusta sentir que estoy encontrando cosas nuevas porque esto alimenta mi curiosidad, pero a la vez también hace tiempo que yo misma me estoy permitiendo que si hay ciertos tipos de procesos o técnicas que ya conozco, dejármelo vivir. Al principio no me lo dejaba vivir, quería estar siempre en todo momento fuera de la zona de confort porque era como algo de "No quiero caer en viejos patrones". Y ahora creo que si hay cosas que te han funcionado y facilitan que estés más relajada, serás más creativa. Es un equilibrio entre ambas cosas.

Cuando se presentó tu residencia en el Palau de la Música, comentabas que te hacía mucha ilusión que de una de las obras, Ceci no es une valse, habría interpretaciones diferentes a cargo de formaciones y directores diferentes: la Real Filarmonía de Galicia, dirigida por Baldur Brönnimann y Ben Voce, y la Sinfónica del Vallès, por Isabel Rubio. ¿Qué conclusiones has sacado?

— Escuchar mi obra interpretada por formaciones o directores diferentes me sirve, por ejemplo, para cosas prácticas como ver que hay cosas que se entienden en la primera, y esto es una información muy útil. También debe haber espacio para tomar riesgos, y esto debo explicarlo en el ensayo porque, si no, estaría renunciando a un universo sonoro oa una textura. Nada es absoluto en la composición, porque en la interpretación hay un montón de seres humanos que también harán la suya, ya veces podrás encontrar algo que no habías previsto y que sea fantástico. Es muy interesante ver cómo cambia según quien la toca.

Andrés Salado, el nuevo director titular de la Sinfónica del Vallès, explica que cuando dirige quiere conseguir una sonoridad que identifique a la orquesta. ¿Tú piensas mucho en la sonoridad, cuando compones?

— Por un lado, sí que me interesa intentar controlar cómo sonará. En esto soy supermaniática de la tímbrica, de las dinámicas, de los volúmenes, del sonido resultante en las armonías y los acordes. Me gustaría tener el control al 110%. Y a veces también tengo en cuenta el grupo o intérprete para el que escribo. Por ejemplo, en el caso de las óperas, sí pienso mucho no sólo en el sonido de los cantantes, sino en su energía vital, en el carácter, en quiénes son, porque me ayuda a imaginar a los personajes. En el caso de la Camerata Penedès, es una orquesta de cuerda en la que los músicos tocan de pie y son muy enérgicos; tienen un sonido muy potente ya la vez muy fluido porque es como un cuarteto de cuerda pero grande porque pueden ir dinamizados muy pianissimo y después muy fuerte y con mucha energía vital. Y esto está presente en la obra que estrenarán el 10 de abril.

Hablabas de las emociones a la hora de componer. De todo lo que ocurre a tu alrededor, ¿qué es lo que crees que puede acabar llevándote a hacer una composición?

— A veces lo que te ocurre en la vida personal ayuda y va a favor de la obra ya veces no ayuda. Con los años también he intentado desarrollar una serie de recursos porque a veces tengo que disociarme de lo que pasa fuera o de la vida personal. En el día a día, intento que no me influya lo que está pasando fuera si no ayuda la obra. Intento entrar en el microcosmos de la obra y realizar la obra. Pero, a nivel general, debes estar conectada al mundo porque tu obra debe devolver a la sociedad de algún modo.

En los últimos años has ido recogiendo muchos reconocimientos tanto en Cataluña como en España. ¿Te duele quizás no haber hecho suficiente carrera fuera todavía?

— No, es que doler no sería...

Tienes razón.

— Es decir, he superado las expectativas que tenía, que era poder dedicarme a ello a tiempo completo y poder componer para continuar no sólo trabajando sino sobre todo aprendiendo. Y encima se me está reconociendo con premios que algunos no sabía ni que existían o que eran posibles ganar. No pienso en la carrera internacional, pero es verdad que puede ocurrir que un día ves a otro colega que tiene otra carrera internacional y te preguntas: "Ostras, ¿no debería estar invirtiendo más tiempo en esto?" Sí me gustaría tener más incidencia en el entorno internacional, pero a la vez también estoy a gusto aquí. Tengo que pensar en ello, sí, pero no tanto como para bloquearme. Quiero ver dónde me lleva el camino de forma natural.

De las cosas que estás preparando, ¿hay alguna que pueda explicarse?

— Hace unos meses recibí otra beca Leonardo para realizar una obra de nueva creación sobre las visiones de Hildegarda de Bingen. Es un proyecto a largo plazo, que todavía no se ha anunciado ni dónde se hará, ni dónde se estrenará. Es un nuevo proyecto escénico, más pequeño que la ópera Alexina B., más de cuarto, que bordeará la hora de duración. Se puede considerar ópera y no, es algo híbrido e interdisciplinario.

¿Te interesan las místicas?

— Me interesan porque me curiosa, porque tengo la sensación de que es una realidad que no se nos ha explicado lo suficiente. Y Hildegarda de Bingen también me interesa como mujer por su capacidad de incidencia en la política de la época. Además, su corpus de composiciones es tan bestia que si hubiera sido un hombre la conocería todo el mundo.

¿Cuál es el mejor recuerdo que tienes asociado a la música?

— Uno de los mejores recuerdos es de cuando era muy pequeña. Mi madre escuchaba la música del grupo The Carpenters, que era algo que me calmaba. Sabía que, periódicamente, en casa sonaba lo que tanto me gustaba pero que no sabía cómo se llamaba. Recuerdo que un día –debía de tener unos tres años, porque aprendí a leer a los cuatro y entonces aún no sabía leer– yo quería escuchar al grupo, pero no sabía cómo decírselo a mi madre. Y yo insistía porque era muy pesada, estaba tan convencida de lo que quería escuchar... Y al final mi madre me dejó remover los casetes que grababa mi padre, que no tenían portada ni nada, sólo el nombre que él escribía con el boli Bic en el lomo. Yo no sabía leer, pero una cinta me llamó la atención, la cogí y era la de los Carpenteros, te lo prometo... Como para no creer después en las místicas [ríe]. Mira hasta qué punto yo estaba convencida de que la encontraría. Percibía que era difícil, porque cuando vi todas las cintas ya tenía capacidad de saber que era como buscar una aguja en un pajar, pero al mismo tiempo tenía tantas ganas de encontrarla... Me pasaban muchas cosas a mí así de pequeña, tenía mucha fe que podía pasar porque me pasaban cosas que sabía que eran difíciles pero que no eran imposibles. Siempre hay una probabilidad de que te ocurra, y yo siempre voy a la probabilidad. Éste es uno de los mejores recuerdos relacionados con música, pero tengo un montón.

¿Y un recuerdo que te gustaría olvidar?

— Seguramente cualquier prueba de acceso al Conservatorio.

Las obras de Raquel García-Tomás en el Palau de la Música

10 de abril: estreno de '[...] y siento nel partire un vivace morire [...]', en el concierto de la Camerata Penedès.

7 de mayo: 'My old gramophone #2', '[...] così muestraste en lei y vivi ardori miei [...]' y 'Suite of myself' (versión de cámara), en el concierto de O Vos Omnes, Cosmos Cuarteto, la mezzosoprano Lidia Vinyes-Curtis y la pian.

11 de mayo: estreno de 'Vols brisés' en el concierto del violonchelista Nicolas Altstaedt. También tendrá lugar en el Kings Place de Londres el 13 de diciembre.

12 de junio, inauguración del Festival Sónar: 'Shadja', 'Pictures of the floating world' y 'Tangible', en el concierto de Frames Percussion, Lluïsa Espigolé y Helena Otero Correa (en un programa compartido con obras de Steve Reich).

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