Política cultural

Si el público no va al museo, el museo llama a la puerta de casa

Mutare es una iniciativa de la Fundación Carulla que quiere resolver retos sociales a través de la cultura

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Laura Keogh

BarcelonaSiempre se dice que la cultura debe llegar a todos y que debe servir para transformar y generar cambios sociales. La "fórmula Mutare" quiere conseguirlo. "Es una herramienta para resolver retos sociales concretos en municipios concretos", asegura Marta Esteve, directora de la Fundació Carulla. Esta primera semana de julio se está celebrando la sexta edición de la plenaria Mutare en la Antiga Fàbrica Estrella Damm. Cerca de 300 personas se encuentran para dialogar, conocer y reflexionar sobre aquellas iniciativas y proyectos culturales que tienen un impacto en la transformación de las personas y los territorios.

Esteve habla de cómo han aplicado este sistema en municipios como Terrassa, Berga o Espluga de Francolí. "En Terrassa estaban muy preocupados porque los jóvenes no participan de su programación cultural y en Berga había un equipamiento cultural vacío y no iba nadie. Nosotros ponemos en contacto a diferentes colectivos, hacemos red e iniciamos procesos de cambio –detalla Esteve– . Antes el Museo Tierra era un centro que tenía el patrimonio dentro y esperábamos que el público viniera a ver nuestra colección sobre el mundo rural. Ahora tenemos otra manera de explicar el patrimonio y hablamos sobre cómo viven las personas, preguntamos a la comunidad cómo ciertos cambios les ha dado la vuelta a la vida y trabajamos las exposiciones con colectivos cercanos. Lo hemos hecho, por ejemplo, con los menores no acompañados", añade Esteve.

En Dublín se trabaja desde hace tiempo con proyectos como Culture Connects, que promueve iniciativas e instalaciones culturales en toda la ciudad en nombre de Ayuntamiento e impulsa la participación cultural y la cohesión social a través de programas como Te y Charlas y Club de Cultura "Son cambios lentos", explica Laura Keogh, responsable del departamento de escucha y participación comunitaria de la empresa pública de cultura del Ayuntamiento de Dublín. "Nosotros vamos allá donde está la gente, por ejemplo. Puede ser un instituto, un club de fútbol, ​​un centro de deportes, un casal... Escuchamos a las personas y les acompañamos a visitar museos, galerías o centros culturales. Les explicamos qué hay y qué ofrecen y escuchamos qué les gustaría hacer. Luego organizamos iniciativas para que ellos vayan a los museos y conozcan a sus responsables". Se trata sobre todo, destaca Keogh, de escuchar y de hacer red. "Queremos saber qué necesitan los vecinos e invitarles de forma personal. Por ejemplo, si les invitamos a ir a una galería de arte, el responsable de la galería los recibe y escucha. Generamos las condiciones para que acceder a la cultura sea más fácil. Y, después, tenemos en cuenta su opinión a la hora de tomar decisiones", dice.

Keogh asegura que iniciativas como ésta han cambiado las actitudes de muchas personas. "Hacemos mucha investigación para después poder valorar sus resultados y nos hemos encontrado con muchos casos de personas que nunca iban a equipamientos culturales, después han ido y se han convertido en usuarios habituales", explica Keogh.

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