El relevo generacional del 'mainstream' cultural

Un mundo con Rosalía, Irene Solà, La Calórica, Carla Simón y el estudio de arquitectura RCR

Barcelona"Pan negro, Manel y Pep Guardiola", decía Carles Capdevila en los primeros meses del ARA. Como director del diario, trataba de ajustar la mirada. Pan negro, la película de Agustí Villaronga, se había estrenado el 15 de octubre de 2010, trece días antes del nacimiento del ARA. El grupo Manel publicó el segundo disco, 10 millas para ver una buena armadura, en marzo del 2011. Y Pep Guardiola entrenaba al FC Barcelona que ganó la Liga de Campeones el 28 de mayo del 2011 en Londres, con goles de Pedro, Messi y Villa. Quince años después, la directora del ARA, Esther Vera, podría decir: "Rosalía, Carla Simón y Lamine Yamal". Dejando a un lado el fútbol, ​​que todo lo empapa pero que no es el material con el que se escriben las páginas de Cultura, entre las palabras de Capdevila y las que podría suscribir Vera hay todo un cambio en el mainstream cultural catalán, en las manifestaciones culturales que trascienden al ámbito sectorial. El mainstream no es necesariamente ni el producto más vendido ni el más popular, sino todo lo que forma parte de un debate social más amplio y que puede impactar en la sociedad. En el mejor de los casos puede tener un valor artístico añadido y generar contextos que enriquecen la cultura del país.

¿Cuáles son los principales representantes del mainstream cultural de 2025? ¿Quién es Jaume Cabré de hoy en día? ¿Quién ha tomado el relevo de la gran Anna Lizaran? ¿Con qué cineastas comparte Carla Simón la atención de los espectadores? ¿Qué grupo musical que no haya anunciado que pliega es capaz de animar a una parte de la población como lo hacían Txarango? ¿Quién hace la arquitectura que necesitamos? ¿Qué poetas recogen o impugnan la tradición precedente? ¿Quién está escribiendo las obras teatrales que explican la actualidad? Antes de responder a estas preguntas, la constatación de un cambio de paradigma: las mujeres tienen más protagonismo que nunca. Rosalía, Carla Simón y... Aitana Bonmatí.

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Un cine entre Carla Simón y Dani de la Orden

Cuando Alcarràs ganó el Oso de Oro a la mejor película en el Festival de Berlín en el 2022, Carla Simón (Barcelona, ​​1986) ya había deslumbrado por la sensibilidad con la que había filmado Verano 1993 (2017). El galardón internacional confirmó el buen momento del cine naturalista de Simón, una tendencia presente en otros cineastas de su generación, y fue especialmente relevante por tratarse de una película en catalán. Cuando se estrenó en Cataluña, el público respondió y Alcarràs hizo agujero en el prime time de las tertulias radiofónicas, que son siempre un buen termómetro para calibrar el impacto de una propuesta cultural.

Simón no es la única cineasta bien tratada por los festivales. Albert Serra (Banyoles, 1975), seguramente el creador catalán más relevante de los últimos veinte años, ya había ganado el Leopardo de Oro en el Festival de Locarno por Historia de mi muerte, y con Pacifiction (2022) recibió dos premios César, los Gaudí franceses. Y Isaki Lacuesta (Girona, 1975) se llevó el premio gordo de San Sebastián (otro festival de clase A) dos veces: en el 2011 con Los pasos dobles y el 2018 con Entre dos aguas. Los tres mantienen la tensión del presente y son faros para cineastas de posteriores generaciones. Basta con ver filmes del 2025 como Extraño río, de Jaume Claret Muxart (Barcelona, ​​1998).

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También con repercusión internacional, y con mayor impacto en la taquilla, hay JA Bayona (Barcelona, ​​1975), que un año después del nacimiento del ARA estrenó Lo imposible (2012) y que en 2024 logró que La sociedad de la nieve fuera nominada a Oscar a la mejor película extranjera. Bayona representa el éxito del cine forjado en el Ajedrez. Y pocas cosas muestran tan bien la naturaleza especial del mainstream catalán como una conversación que mantuvieron JA Bayona y Albert Serra, en la que se dedicaron elogios con toda la naturalidad. Cesc Gay (1967), Pere Vilà (Girona, 1975), Neus Ballús (Mollet del Vallès, 1980), Mar Coll (Barcelona, ​​1981), Carlos Marqués-Marcet (Barcelona, ​​1983), Belén Funes (Barcelona, ​​1984), Clara Roquet (Malla) 1992) son otros nombres destacados del cine catalán del presente. Sin embargo, el mainstream cinematográfico catalán no podría explicarse sin los dos grandes fenómenos de los últimos años: Casa en llamas (2024), de Dani de la Orden (Barcelona, ​​1989), y El 47 (2024), de Marcel Barrena (Barcelona, ​​1981), dos películas con derivadas sociopolíticas que han alimentado a la opinión pública.

Tres mujeres artistas

Las artes plásticas catalanas brillan nacional e internacionalmente tanto en los lenguajes tradicionales como en los más innovadores. La pintura de Marria Pratts (Barcelona, ​​1988) bebe de referentes como los expresionistas abstractos; las esculturas hinchables de Eva Fàbregas (Barcelona, ​​1988) remiten a órganos y membranas en pleno crecimiento y adaptación, y en el campo de las nuevas tecnologías, los robots intervenidos de Mónica Rikić (Barcelona, ​​1986) desafían los estándares de los cuidados de la gente mayor.

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Irene Solà y Eva Baltasar

La literatura catalana del presente no es ajena a una doble tensión: la que ejerce un sector editorial que persigue a la estrella de Sant Jordi y la del amor-odio a una tradición que a menudo atenaza la nueva creación. De esta pinza se escapan dos autoras: Irene Solà (Mallà, 1990) y Eva Baltasar (Barcelona, ​​1978). Cada una a su manera, han logrado repercusión comercial (también internacional) a la vez que forjaban una literatura sólida y singular: Solà con el díptico editado por Anagrama Canto yo y la montaña baila (2019) y Te di ojos y miraste las tinieblas (2023), y Baltasar sobre todo con Permagel (Club Editor, 2018) y Boulder (Club Editor, 2020), con la que llegó a ser finalista del premio Booker. Igualmente singular, y con una prosa ajustada y precisa, Alba Dedeu (Granollers, 1984) se ha convertido en otro nombre a seguir gracias a la novela La conformista (L'Otra), uno de los títulos del 2024 mejor valorados por la crítica, escrita en paralelo a una prolífica y relevante trayectoria como traductora.

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El éxito de la autoficción, y especialmente de Las bragas al sol (La Campana, 2022), de Regina Rodríguez Sirvent (Puigcerdà, 1983), ha llevado a las editoriales a buscar casi desesperadamente autoras que repliquen la fórmula. Y esto es ocupar un espacio en el mainstream literario, junto a autores que cuentan con una fidelidad de los lectores que viene de lejos, como Xavier Bosch, Gemma Ruiz y Silvia Soler, tal y como demuestran las listas de más vendidos de Sant Jordi. Entre las voces que se están abriendo camino con firmeza hay que tener en cuenta a los poetas Adrià Targa, Mireia Calafell, Juana Dolores y Xavier Mas Craviotto; novelistas como Borja Bagunyà, Pol Guasch y Elisenda Solsona, y ensayistas como Ingrid Guardiola y Raül Garrigasait.

De Rosalía a La Ludwig Band

No hay una artista que encarne mejor el mainstream cultural que Rosalía, sobre todo la Rosalía del disco Lux. Nadie como ella es capaz de ocupar el centro de todo. En un sentido más amplio, el artista de Sant Esteve Sesrovires y Silvia Pérez Cruz han abierto una ventana de posibilidad artística para muchas creadoras. No es ninguna exageración afirmar que la música catalana vive uno de los mejores momentos de la historia gracias también a otras mujeres como Maria Arnal, Rita Payés, Lucía Fumero, Tarta Relena, Julia Colón, Anna Ferrer, Maria, Queralt Lahoz, María Jaime, María Hein, las Arannà... Además, con las notables aportaciones urbanas, y cargadas de buena autoestima como Bad Gyal, Julieta, Aitana, Mushkaa y Lia Kali. Y como ellas, hombres como Baya Baye, Higo Flawas, The Tyets, 31 Hambre, Triquell...

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La disolución de Abrint Pas, Txarango y Zoo, y el adiós anunciado de Oques Grasses, ¿no serán fáciles de compensar con nuevas propuestas surgidas del ámbito festivo-reivindicativo, porque qué grupo será capaz de animar a una parte de la población como lo han hecho Txarango y Oques Grasses? Sí hay más movimiento alrededor del rock, sobre todo gracias a La Ludwig Band, Cala Vento, Remedio de Ca la Fresca, Minibús Intergaláctico y Dan Peralbo y el Convoy, entre otros, herederos en diferente grado de una tradición que liga Pau Riba, Sisa, Els Pets, Nueva Vulcano y Els Surfing Sirles.

En el ámbito de la composición, por el carril más relevante corren Raquel García-Tomás (Premio Nacional de Cultura por la ópera Alexina B., estrenada en el Liceu), Héctor Parra (el compositor catalán más internacional) y los que el Palau de la Música identifica como la generación C: Juan Magrané, Bernat Vivancos, José Ollé, José Vila, Carlos Prat y Anna Capmany. La fotografía del ámbito clásico y antiguo sería incompleta sin el Cuarteto Casals, el Cuarteto Gerhard, el cuarteto de saxos Kebyart y la orquesta Vísperas de Arnadí dirigida por Dani Espasa, entre otros muchos, que conviven con referentes como Jordi Savall. Y en el terreno de las voces, el panorama es muy estimulante gracias a cantantes como Núria Rial (la garantía barroca), Serena Sáenz, Sara Blanch, Javier Sabata, Marta Mathéu, Anna Alàs y Joven, Lidia Vinyes-Curtis y Carles Pachon, entre otros.

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Victoria Szpunberg, Berta Prieto y La Calórica

El teatro catalán vive tiempos excitantes. Victoria Szpunberg (Buenos Aires, 1973), la dramaturga y directora del momento, triunfa en el Lliure de Gràcia con El imperativo categórico, retrato cargado de razón del disparate provocado por el capitalismo especulador, y estreno en el Teatre Nacional La tercera fuga, una historia de exilios en la que resuena la biografía familiar y la del siglo XX. De otra generación, pero también rabiosamente conectada al presente, Berta Prieto (Barcelona, ​​1998) sorprendió a la Beckett con Del fandom al troleo, una sátira del bla-bla-bla, que tuvo Rosalía entre el público de una función. Es teatro del que se habla después de la función, como ocurre con las obras de La Calórica, la compañía que por ahora mejor explica las inquietudes de hoy en día. Buena prueba de la posición central que ocupa La Calòrica son las plateas llenas en cada estreno y reestreno, una compañía que ha llegado a las salas grandes ya las salas comerciales porque, antes de Joan Yago, habían desbrozado este camino la generación T6 y la dramaturgia catalana que simboliza a la nueva Sala Beckett, a Marta Casanovas hermoso etcétera que cierra el círculo con la misma Victoria Szpunberg). Y lo que La Calòrica está en el teatro, lo es en la danza La Veronal, la compañía dirigida por Marcos Morau.

La taquilla también constata que el mainstream no tiene secretos para Joel Joan, recompensado por el público en las dos entregas deEscape room, ni para Àngel Llàtzer, que sigue dominando los musicales. El teatro musical se ha consolidado como granero de público gracias también al éxito del último Mar y cielo de Dagoll Dagom, y que ha conseguido que el teatro público también ponga el cuerno y el presupuesto con Alma, que inauguró la temporada 2024-25 en el Teatre Nacional y que el próximo año hará temporada en el Tívoli.

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De Úrsula Corberó a Oriol Pla

Tanto el teatro como el cine (y también las series) han impulsado una generación de magníficos intérpretes nacidos en los años 80 y 90. De Ventdelplà a El cuerpo en llamas, Úrsula Corberó (San Pedro de Vilamajor, 1989) se ha convertido en una estrella conocida en todas partes, sobre todo por el papel en La casa de papel, lo que le ha permitido dar el salto internacional. Enric Auquer (Rupià, 1988) es una de las presencias ineludibles en el cine y el teatro, dos disciplinas en las que se mueve con la misma intensidad independientemente del registro. En cine, del desgarrado personaje de Quien a hierro mata (2019) en el emocionante papel en El maestro que prometió el mar (2023) yen el bobo enfermo de amor de Casa en llamas (2024). En el teatro, en el desbordante despliegue físico deEl día del watusi, bajo la dirección de Iván Morales.

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Auquer nunca esconde la admiración que siente por Oriol Pla (Barcelona, ​​1993), sin duda alguna el gran actor de su generación. Pla ha impactado en espectáculos como Ragazzo (qué gran creación que hizo), Travy y Garganta, en películas como Salve María, junto a Laura Weissmahr (otra de las grandes actrices jóvenes), y en series como Yo, adicto, por la que ha sido nominado a mejor actor en los International Emmy Awards. Pol López (Barcelona, ​​1984) es otro de los actores del momento, forjado en la Compañía Solitaria y expandido en papeles de la categoría de Hamlet, Enric V, el Alcestes deEl misántropo, el Raskólnikov de Crimen y castigo y el Vladimir de Esperando a Godot. Al margen del teatro, Pol López ha mostrado lo mejor en series como Nos vemos en otra vida (con una interpretación extraordinaria) y en filmes como Corcho (2022), donde trabajó con Vicky Luengo.

El impacto del premio Pritzker de arquitectura

La arquitectura catalana desde la recuperación de la democracia ha sido un referente internacional, y uno de los momentos más impactantes de este reconocimiento llegó cuando en 2017 el estudio de Olot RCR recibió el premio Pritzker, el Nobel de los arquitectos. De las generaciones más jóvenes, varios estudios están innovando en campos como el espacio público y la vivienda, entre ellos Maio, Cierto Estudio y Peris+Toral. Y el estudio Harquitectes es el que está forjando la nueva imagen de algunos de los grandes equipamientos culturales del país: las ampliaciones del Macba y el MNAC, la rehabilitación de la Foneria de Canons para hacer un centro de artes digital y la del Teatre Arnau.