Teatro

"Me daba rabia tener que pedir perdón por cosas que no había hecho"

La directora iraní Parnia Shams presenta el espectáculo 'Es' en el Teatre Nacional de Catalunya

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La directora iraní Parnia Shams, en el Teatre Nacional de Catalunya.

Barcelona"En la escuela, para que no me castigaran, siempre tenía que pedir perdón por cosas que en mi opinión no estaban mal o por cosas que directamente no había hecho, y eso me daba mucha rabia", dice la directora de teatro iraní Parnia Shams (Nahavend, 1996). De estas vivencias juveniles ha salido el espectáculoEs, que cuenta la historia de una chica de dieciséis años que llega a un instituto nuevo y, al forjar una complicidad especial con otra alumna de la clase, debe enfrentarse a un sistema educativo extremadamente rígido. "Incluso antes de que ellas mismas se planteen qué relación tienen, ya se les dicta desde fuera cómo deben comportarse, no se les da espacio para pensar por sí mismas", dice la directora. Tras representarse en Bélgica y Alemania, el espectáculo aterriza del 5 al 7 de abril en la Sala Pequeña del Teatro Nacional de Cataluña, que por primera vez acoge a una compañía iraní.

Aunque Es fue aprobada por el ministerio de Cultura y Orientación Islámica de Irán, se puede leer como una denuncia de las reglas sociales que imperan en el país. "La situación educativa de Irán no es buena –dice Shams–. Las estructuras del instituto son limitadoras, y en la universidad hay más libertad pero se mantienen las mismas estructuras. Si tienes suerte, como mucho te encontrarás dos o tres profesores que te ayudarán y te enseñarán cosas interesantes". Además, según la directora, el régimen iraní marca una gran diferencia entre el espacio público y el privado: "No puedes relacionarte del mismo modo con la gente dentro y fuera de casa. En la calle tenemos que ir tapados, mientras que en casa podemos llevar la ropa que queramos".

En 2018, cuando creó la obra, Shams estudiaba en la Universidad de Soore, en Teherán. "Los recuerdos del instituto me quedaban lo suficientemente cerca ya la vez lo suficientemente lejos para poder analizarlos objetivamente", dice Shams, que comparte la autoría del texto con Amir Ebrahimzadeh. Para construir las escenas, los miembros de la compañía trabajaron de forma colaborativa a partir de sus propias experiencias. "Queríamos saber cómo había vivido cada uno en los años del instituto para saber cómo nos sentíamos. Hacíamos sketches juntos, los probamos con los actores y los adaptábamos según lo que funcionaba mejor", explica la directora.

Para presentar el espectáculo en público tuvieron que "pasar ciertos controles para que el gobierno se asegurara de que el contenido era adecuado para la audiencia". Y añade: "Vinieron tres personas a ver la obra y nos dieron el visto bueno. Hasta hace pocos años, este proceso era obligatorio, pero desde hace un tiempo muchas compañías se lo están saltando; actúan en espacios más pequeños y underground, desde salas de teatro hasta casas y parkings, así no deben someterse a los controles". En cualquier caso, la censura sigue presente en el régimen iraní: "Nosotros no tuvimos ningún problema, pero hay que decir que la censura opera inconscientemente en nuestras mentes, habita siempre nuestro cerebro, porque ya sabemos qué hacer y qué no sobre el escenario". Sin embargo, considera que como artista no se deja influir por las normas sociales: "No tengo miedo, creo que creo bastante libremente; no me limito mucho a mí misma".

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