'Vacaciones con Franco': la extraña convivencia entre turismo y dictadura
El Bòlit de Girona y el Museo del Empordà de Figueres acogen una exposición sobre la relación entre los turistas y el franquismo
GeronaEntre las décadas de los años cincuenta y los setenta, en plena dictadura de Franco, miles de extranjeros iban a España a pasar sus vacaciones de verano, deslumbrados por el turismo de sol y playa. Turistas de las democracias europeas que, ajenos a los estragos de la represión franquista, encontraban en la costa española un destino económico y con buen tiempo, ideal para esparcirse del trabajo. De esa convivencia problemática entre turismo y franquismo nace la exposición Vacaciones con Franco, que se puede visitar en el Bòlit Centro de Arte Contemporáneo de Girona hasta el 6 de octubre y en el Museo del Empordà de Figueres hasta el 22 de septiembre.
La muestra reúne las piezas de ocho artistas extranjeros, la mayoría alemanes, que de pequeños veraneaban en esa España franquista. Conservan recuerdos maravillosos, de los días descalzos, en bañador, jugando en la arena, hasta que, con los años, han tomado conciencia del trasfondo político que escondían aquellos veranos en un país regido por una dictadura. A partir de estas vivencias, cada autor, con una mirada más o menos performativa o conceptual, ha elaborado una obra de nueva creación con material de archivo familiar, fotografías de época, filmaciones, recuerdos o textos. En total son siete piezas, repartidas entre Figueres y Girona, que, puestas una junto a otra, articulan un retrato de la historia reciente de España: "Resulta muy interesante porque, como toda memoria por más personal que sea también es colectiva, todo ello configura un viaje directo en los años sesenta y setenta que todo el mundo puede reconocer", dice Cristina Massanés, que ha comisariado la exposición, a partir de la idea matriz de Monika Anselment, una de las artistas de la propuesta. Los demás son Denys Blacker, Stefanie Unruh, Ulrike Weiss, Christoph Otto, Anette Reimann, Tom Theunissen y Jörg Zimmer.
Una operación de blanqueo y homogeneización
Convirtiendo al litoral español en un escaparate de relax y diversión para la clase media europea, el franquismo pretendía blanquear sus políticas autoritarias a ojos del mundo y, al mismo tiempo, homogeneizar los rasgos culturales del país bajo una imagen folclórica y estigmatizada. "Los recuerdos de los artistas ponen de manifiesto que no percibían ninguna singularidad entre las distintas zonas de España, tampoco sabían que aquí se hablaba catalán y pensaban que los símbolos del flamenco y los toros eran iguales para todos", explica Massanés, que añade: "El turismo le fue bien al franquismo para arranar diferencias y transmitir una imagen de país pacífico y unificado frente a las democracias europeas".
La exposición, además, que también quiere poner en cuestión el modelo turístico masivo y de consumo que estropea el planeta, señala que la operación de propaganda de Franco se hizo con el beneplácito y la complicidad de los países de origen de los turistas, donde el capitalismo moderno empezaba a tomar forma. "A las democracias europeas, para mantener a los trabajadores productivos, también les interesaba enviar a la clase media, que disfrutaba de sus primeras vacaciones pagadas, a un lugar barato para airearse", concluye la comisaria.
Un réquiem para los desaparecidos anónimos de las fosas
En el Bòlit de Girona, la exposición de Vacaciones con Franco forma una especie de díptico muy interesante con Agujeros para hacer un réquiem, que puede verse en la sala de la Rambla desde este viernes y hasta el 13 de octubre. Esta segunda muestra, con piezas de Cabosanroque y Miquel García, explora el agravio histórico de los miles de cuerpos de los republicanos que han sido enterrados en las fosas comunes o ultrajados contra su voluntad en tumbas franquistas, lo que ha hecho imposible el luto de las familias . “Ahora que los nuevos gobiernos autonómicos o municipales formados por colisiones de derechas y extrema derecha van contra la ley de memoria democrática, creemos que es oportuno tratar este tema a través del arte, que es un medio para llegar al trauma de una manera no acusatoria sino alegórica, rascando bajo tierra para desvelar las capas de los tiempos que han quedado olvidadas”, dice Ingrid Guardiola, directora de Bòlit, que ha comisariado esta exposición junto a Meritxell Ferrer. "Además, en algunos casos, estas fosas han sido lapidadas por la construcción del boom inmobiliario, y esto liga con la muestra sobre turismo", recuerda Guardiola.
Miquel García presenta Exhumación nº. 2, un muro con una lista impresa de más de 5.000 personas enterradas en las fosas comunes de Catalunya. Sin embargo, las letras están recubiertas de una pintura termosensible, que a simple vista oculta los nombres, hasta que, con el calor del público que pasa la mano por encima, como si se tratara de una exhumación, salen a la luz . Cabosanroque, por su parte, ha compuesto un réquiem laico inspirado en el traslado de 179 cuerpos no identificados de las fosas gerundenses hasta el Valle de los Caídos en 1959. La pieza, que se repite cíclicamente, suena a partir de la vibración magnética de las notas de once cuerdas de piano que cuelgan del techo y aguantan, cada una en diferente altura, el peso de un plato con tierra de las excavaciones.