Barça

Engaños y amenazas para protegerse del escándalo del Barçagate

La 'compliance officer' fue despedida por haber encargado una investigación independiente

3 min
Josep Maria Bartomeu, expresidente del Barça

En los últimos meses de mandato de Josep Maria Bartomeu el ambiente en las oficinas del Camp Nou era “irrespirable”, según explican algunos trabajadores del club cercanos al área de dirección. “Cuando se pedían explicaciones para saber qué eran aquellas facturas, te decían que no se podía decir nada, puesto que venía directo de Dirección", confiesan responsables de algunas de las áreas donde se fraccionaron facturas para evitar pasar los gastos por la comisión de control del club. Además, cuando se supo que el caso se investigaba, hubo presiones sobre los trabajadores para que no hablaran con la prensa y ayudaran a “defender la imagen del club”. En realidad, se trataba de intentar proteger a las personas que han acabado acusadas de administración desleal y corrupción entre particulares.

Tal como explicó el ARA el martes, los Mossos d'Esquadra creen que Bartomeu y su mano derecha, Jaume Masferrer, obstaculizaron su trabajo. Además, tampoco querían permitir a la responsable de cumplimiento normativo del club, Noelia Romero, que investigara el caso. Romero abrió una investigación entendiendo que era su responsabilidad profesional hacerlo, pero en lugar de encontrar facilidades fue suspendida de sueldo y trabajo. Y pocos días después, despedida. Antes, sin embargo, redactó un informe crítico con la gestión de Bartomeu, Masferrer, Òscar Grau y Romà Gómez-Ponti, a los cuales acusaba de eludir los mecanismos de control y contratación del club. De hecho, el ARA ha podido confirmar que trabajadores del Barça recibieron presiones y amenazas de despedida para evitar que el trabajo de Romero pudiera llegar a la prensa o tener ningún tipo de eco. Este informe, sin embargo, sirvió a los Mossos para llenar agujeros de la investigación y les permitió descubrir que el club les había escondido facturas y documentación. Estos documentos han aparecido en los registros de este lunes, en algunos casos en el domicilio privado de Josep Maria Bartomeu, que guardaba algunos de los contratos del Barça con I3Ventures. Cuando los Mossos abrieron la investigación, Romero entregó todos sus dispositivos móviles. Los Mossos dan por hecho que la razón del despido de Romero es que quiso hacer bien su trabajo. Además, han documentado tácticas para esconder documentación del caso a los trabajadores del club, como por ejemplo “carátules secretas”, para evitar que estos papeles llegaran a la comisión de control.

La negativa de Hong Kong

Romero no fue la única persona dentro del club que no solo se negó a colaborar en el Barçagate, sino que le hizo frente. El primero en hacerlo fue el jefe de la oficina comercial de Asia, con sede en Hong Kong, Xavier Asensi, que se negó a firmar unas facturas que llegaron a su oficina para pagar servicios que no había recibido ni pedido. En un correo electrónico que le envió al CEO del Barça, Òscar Grau, Asensi dice: “Cuanto más pienso y leo lo que hacen estas empresas, más claro tengo que no nos podemos fiar. Yo no puedo hacerme responsable, ni me haré, de casi 230.000 euros para unas empresas en parajes remotos que no sé qué hacen, ni quién son, ni por qué las han contratado”. Asensi recibiría presiones para firmar, pero se negó a hacerlo al recibir el apoyo de su jefe, el responsable de marketing, Francesco Calvo. Tanto Asensi como Calvo y Romero no han querido hablar públicamente, pero declararon ante los Mossos. Ninguno de los tres sigue en el club. Romero, despedida. Calvo volvió a Italia, su país, donde fichó por la Roma. Y Asensi ha aceptado hace poco una oferta para marchar a trabajar al Inter de Miami, un equipo de fútbol de los Estados Unidos. Fueron unos meses de clima muy tenso, donde personajes importantes como el mismo CEO, Òscar Grau, fue despedido. Al final, Bartomeu lo salvó justo antes de firmar los documentos para echarlo.

También el director de La Masía, Xavi Martín, recibió presiones cuando descubrió que se habían pagado 192.000 euros fraccionados en diferentes facturas por servicios que ni sabía que existían. Las explicaciones que recibió de Òscar Grau no lo convencieron, así que siguió preguntando. Nadie le supo explicar qué eran aquellos trabajos. También se pasaron facturas a través de la Fundación del Barça, una entidad jurídica diferente. Según explicó RAC1, las operaciones con I3Ventures a nombre de la fundación fueron por un valor de 176.400 euros.

En el intento de proteger su reputación, los acusados del caso Barçagate tampoco facilitaron el trabajo a la empresa PriceWaterHouseCoopers (PwC), a la cual habían contratado para que hiciera una auditoría externa. “Bartomeu y Grau intentaron controlar en todo momento el contenido de la auditoría”, explican los Mossos, que calculan que el perjuicio para el club es de entre 843.300 y 1.220.700 euros.

stats