El cuento de la lechera

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Karim Benzema celebra uno de los dos goles que hizo a Balaídos.

Como en el cuento de la lechera resulta que el Real Madrid está a punto de ganar la decimocuarta Champions y el Barça está a un paso del doblete de Liga y Copa. Tal cual. A Koeman hasta se lo preguntaron ayer y puso sentido común. “No me gusta hablar de doblete. Esto cambia rapidísimo. No hace mucho éramos malos... hay que seguir trabajando, partido a partido. Vamos cuatro puntos por detrás, tenemos un calendario complicado y en la final de la Copa hay un rival fuerte”, advirtió, aunque mucho me temo que su prudencia no será atendida por los que en lugar de ganar títulos, los están ya descontando. 

Entiendo perfectamente la necesidad de ilusionarnos y más aún en plena pandemia, pero esta manía tonta de vender humo es ya una plaga también. El sorteo de Champions no ha sido malo para el Madrid, pero para llegar a la final hay que eliminar primero al Liverpool y eso no parece tan chupado como algunos sostienen argumentando que defensivamente los de Klopp tienen problemas y olvidándose de los que tienen los blancos en ataque. Como Karim Benzema se constipe el Real Madrid pillará una pulmonía. No es que sea la referencia, es que es el único y los ocho goles que ha marcado de forma consecutiva en los últimos seis encuentros incluyendo el doblete de este sábado en Vigo, así lo atestiguan. Eso sin olvidar los dos o tres paradones de turno de Courtois por partido, así que no me explico a qué viene tanto optimismo a estas alturas.

Lo mismo pasa con el Barça y el doblete. Es evidente que el equipo no parece el mismo que el de hace tan solo un mes cuando el PSG le ridiculizó en el Camp Nou con un 1-4 y después empató ante el Cádiz, igual que lo es que el Atlético está dando síntomas preocupantes de vértigo últimamente, pero son los de Simeone los que por el momento siguen en cabeza con cuatro puntos de ventaja y el Barça tiene que jugar en Anoeta, en Valdebebas y recibir al Atleti y por muy bien que le venga tener por fin ya un presidente, Joan Laporta no es un talismán infalible ni el genio de Aladino. Con que sea un buen gestor de ahora en adelante ya sería bastante. Soñar es gratis y tener ilusiones es imprescindible para una buena salud mental, pero conviene recordar que a la lechera el cántaro se le estampó contra el suelo por ensimismarse.

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