Joan Laporta durante la comparecencia pública del martes.
06/09/2024
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BarcelonaAl rey absolutista francés Luis XIV se le atribuye una frase que quizás nunca llegó a pronunciar, pero que ejemplifica su reinado: “El Estado soy yo”. Por algo le llamaban el rey Sol: el título simbolizaba su poder ilimitado. El presidente Joan Laporta podría hacerse suyos estos conceptos: más allá de su figura rutilante, parece que en el Barça no haya nadie. No existe rastro de ningún ejecutivo fuerte ni de un directivo capaz de detallar una estrategia económica concreta. Los que había juntos y lo que hay ahora no está en el organigrama. Pero… ¿y qué? Cuando el rey Sol habla, todo el mundo calla y alaba las innegables artes de oratoria. La oposición, si la hay, reacciona con cuentagotas, y las masas se entretienen con el gran inicio de Hansi Flick y el clásico “ahora sí que trabajan el físico”. Laporta piensa ya en la reelección porque el Barça es él y sólo él.

La rueda de prensa en la que defendió la gestión del mercado de fichajes fue una perfecta exhibición de reescritura del relato. En el departamento de comunicación pueden continuar de vacaciones, porque es evidente que el rey Sol no los necesita. No haber recuperado la pregonada normalidad del fair play financiero y haber contradicho sus augurios optimistas dejó de ser un fracaso para convertirse en un éxito calculado. "No hemos llegado a la regla 1:1 [fichar sin restricciones] porque no hemos querido". Nada tiene que ver la debilidad en unas negociaciones con Nike con mandatos judiciales en contra, ni tampoco la incapacidad de salir del laberinto de la palanca fantasma de Barça Vision. El rey Sol lo tiene todo previsto y tarde o temprano cumplirá alguna de sus promesas. La fe en su palabra es infinita porque el Barça es él y sólo él.

Laporta: "Estamos a 60 millones de llegar a la regla del 1 a 1"

Alabanza a los servicios médicos

No hay nada como dejar al Real Madrid a cuatro puntos en cuatro jornadas para olvidar que Nico Williams está en el Athletic Club, que no te has reforzado con un pivote defensivo de garantías y que Dani Olmo sólo ha estado inscrito hasta el 31 de diciembre gracias a la baja sorprendente de un compañero. Laporta, sin vergüenza alguna, felicitó a los servicios médicos por el salvavidas que les ahorró tener que avalar por tercer verano consecutivo. Y tampoco escondió el trilerismo del dinero que va y viene en el humo del metaverso sin que ni los auditores del club ni la Liga se pongan las manos en la cabeza. Nadie sabe si alguna vez llegarán a entrar todos los millones comprometidos, pero quizás ya era igual desde el principio. Laporta lo tiene todo controlado: el Barça es él y sólo él… pero si la pelotita entra, mucho mejor.

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