El gran triunfo de Laporta como presidente del Barça
La lucha contra los aficionados violentos, que sigue abierta, fue uno de los principales legados del mandatario azulgrana
BarcelonaEl lanzamiento de objetos en el derbi madrileño en el Metropolitano, la sanción de la UEFA en el Barça por la pancarta nazi en Mónaco y la retahíla de incidentes en esta segunda jornada de la Champions han vuelto a poner el foco en la presencia de aficionados violentos en el fútbol. Precisamente, uno de los grandes legados de Joan Laporta en su primer mandato en el Barça –títulos aparte– fue la batalla contra los radicales, y en concreto los Boixos Nois, a los que echó del Camp Nou.
Es un tema sensible del que poca gente acepta hablar en público. El ARA se ha puesto en contacto con directivos y ejecutivos que habían formado parte de las juntas de Laporta (2003-10), Rosell (2010-14), Bartomeu (2014-21) y la actual de Laporta y todos han pedido mantenerse en el anonimato. Admiten que echar a aficionados violentos de un estadio no implica erradicar el problema y lamentan que a veces, sobre todo en los desplazamientos, la coordinación entre clubes y cuerpos de seguridad no es ideal.
"Lo llaman aficionados, pero algunos no tienen mucho interés por el fútbol. De hecho, se llegó a detectar a un seguidor del Espanyol entre un grupo de radicales del Barça", explica un miembro de la junta actual, que mantiene la política de "tolerancia cero" frente a actitudes violentas. En el club admiten "preocupación e indignación" tanto por lo que ocurrió en París –destrozos y encendido de bengalas– como en Mónaco –la pancarta”Flick Hail"–. Pero también se quejan de que, en el estadio Luis II, la policía monegasca ya había visto la pancarta, pero no le dio importancia y dejó que entrara en el campo. Tuvo que ser un delegado de la UEFA quien advirtiera al Barça, tal y como reflejó en un informe que derivó en una sanción al club.
Los Boixos Nois, un grupo histórico y habitual en el Camp Nou
Históricamente, era habitual la presencia de aficionados violentos en el Camp Nou. El expresidente Joan Gaspart presumía de tener el carné de socio número 1 de los Boixos Nois. Este grupo, nacido durante la presidencia de Josep Lluís Núñez, era un fiel aliado de la directiva. Una situación bastante parecida a la del Frente Atlético, los radicales colchoneros, protagonistas del derbi de la semana pasada. En el caso azulgrana, en cada partido los Boixos recibían unas 300 entradas, que posteriormente revendían para financiarse. También tenían un espacio reservado en el Camp Nou donde guardaban desde pancartas hasta bengalas, además de puños americanos. Con la llegada de Laporta todo cambió.
Irónicamente, los Boixos habían apoyado a Laporta durante la campaña de 2003. ¿El principal motivo? Que Lluís Bassat, candidato y favorito en esos comicios, era judío, algo intolerable en un grupo de ideología ultraderechista. Al principio no eran violentos, pero las cosas cambiaron cuando los Casuals se infiltraron. Con Laporta en el poder, se acabaron todos los privilegios de los Boixos. Posteriormente llegaría un intento de agresión al presidente durante un partido de balonmano y pintadas en la fachada de su edificio en Barcelona, por lo que se trasladó a vivir a Sant Cugat.
"Al principio, Jan [Laporta] estaba enfadado, pero parecía que no le daba tanta importancia. Pero un día vino a vernos uno de los policías que dirigía la investigación y nos suelta: «Decidle a vuestro amigo que se lo prenda serio, que éstos son delincuentes de verdad»", recuerda un directivo de la época. "Vivíamos con la desazón que en cualquier momento podía pasar algo. Sabíamos que le buscaban a él, pero que nosotros también podíamos recibir en cualquier momento", añade otro miembro de la junta. Laporta empezó a ir con guardaespaldas. Hoy todavía la tiene y le mantuvo incluso después de abandonar el cargo.
En el Camp Nou, los cánticos de "Barça sí, Laporta no" y "Laporta hijo de puta, no nos echarás" eran constantes. "Podías echar a los Boixos como grupo, pero había miembros que, de manera individual, eran socios y tenían un abono. A estos no podías echarlos si lo único que hacían era llamar...", recuerda un exdirectivo y amigo del presidente.
La grada de animación, ideada por Rosell y puesta en marcha por Bartomeu
En el 2010, año electoral, arrancó con polémica por una fotografía de Sandro Rosell con miembros de los Boixos Nois durante un acto de campaña, al que calificó de "chicos muy guapos". Un tiempo después, ya con Rosell de presidente, Catalunya Ràdio aseguraba que había pactado con el grupo que el Barça haría una gradería de animación y ellos podrían formar parte, siempre que se comprometieran a no hacer ningún tipo de acto violento. Pero directivos de la época niegan que así fuera y sostienen que nunca recibieron ningún trato de favor. "Ni se les dieron entradas ni mucho menos se les dieron dinero".
Tras dos intentos fallidos, el espacio de animación salió adelante en el 2016, en una iniciativa de la Liga para todos los clubs españoles. Los Boixos quedaron excluidos y cargaron con mucha contundencia contra Josep Maria Bartomeu, entonces presidente. Tal y como recuerdan directivos y ejecutivos de la época, eran los distintos grupos de animación los que proponían la lista de nombres que querían formar parte de la grada. Por último, los Mossos d'Esquadra, que revisaban antecedentes policiales, daban el visto bueno o no. "Los controles eran exhaustivos y el acceso era por huella dactilar. Nunca tuvimos ninguna clase de incidente en el campo", recuerda un ex directivo con orgullo.
Los radicales intentaron colarse a través de otros grupos, pero nunca salieron adelante. "Los Mossos llegaron a rechazar más de una treintena de solicitudes", añade este miembro de la junta: "En algunos casos había seguidores que formaban parte de la grada de animación, pero fueron excluidos durante la temporada porque habían cometido algún delito y habían sido fichados".
Los incidentes en los desplazamientos de Champions, bajo investigación
Con el regreso de Laporta se mantuvo la gradería de animación con las mismas restricciones. Y los Boixos seguían vetados, primero en el Camp Nou y ahora en Montjuïc. Aún así, el Barça lamenta tener menos margen de maniobra en los partidos fuera de casa, porque algunos radicales pueden conseguir las entradas por otras vías. "Si son socios y se les identifica, la comisión de disciplina puede actuar y decretar, en última instancia, su expulsión. Pero en Mónaco, por ejemplo, la policía no les identificó y eso nos dificulta esta labor", lamenta una voz autorizada del actual equipo directivo.
En el Barça son conscientes de que se está viviendo un clima preelectoral y temen que la presencia de aficionados radicales se intensifique. Aseguran que ya han detectado "presencias sospechosas" en actos del presidente Laporta y no descartan alguna actuación inminente para tratar de cortar de pura cepa el problema. Se ha echado a los violentos del estadio, pero no se les ha echado del fútbol.