BarcelonaEra un martes de junio: día 17, para ser exactos. La primera ola de calor tostaba a los cientos de trabajadores de las obras del Camp Nou. Grúas, bloques de cemento, chatarra e interrogantes. A unos metros, en el Auditori 1899, Joan Laporta se dirigía al Senat Blaugrana, un órgano arcaico con olor a Brummel e ingenuidad. En ese contexto acrítico, el presidente del Barça afirmó que el club ya había vuelto a la famosa regla del 1:1 del fair play financiero y alimentó el fichaje de Nico Williams (!). No solo no le creció la nariz, sino que sus más estrechos colaboradores defendían que hubiera mentido al grupo de nonagenarios porque recuperar la regla del 1:1 era ya prácticamente un hecho. Semanas más tarde, Laporta participaría en una campaña para anunciar, a bombo y platillo, el retorno al Camp Nou el día del Gamper. Las patatas, bravas, por favor.
En esta película de expectativas incumplidas, Camp Nou y el fair play financiero van cogidos de la mano. Si el Barça está a las puertas de cerrar un nuevo mercado de verano excedido y lleno de dificultades es, en buena parte, porque no ha logrado poner en marcha un negocio clave en el estadio remodelado: los célebres asientos vip, la carambola estrella para salvar los muebles con Dani Olmo en enero en colaboración con el CSD. Fue especialmente curioso ver cómo el día del Gamper en el Johann Cruyff se habían cubierto con cojines negros 475 localidades para demostrar que podían funcionar, también, fuera de un Camp Nou que cada día se desdibuja más del horizonte inmediato. La realidad es que, con la Liga ya en marcha, los socios y abonados todavía no tienen ni idea de dónde y en qué condiciones podrán seguir al equipo. Las maniobras con los asientos vip, sin embargo, les dan bastantes pistas de las patatas que hay detrás del humo.
Como no hay un verano tranquilo, la junta ha acabado debiendo avalar (¡sí, de nuevo!) para tapar 7 millones de desviación de masa salarial y poder salir del bloqueo de inscribir a jugadores. Por si fuera poco, el responsable de las secciones profesionales, Xavi O'Callaghan, contradijo a Laporta y detalló que los culpables no eran secciones como el baloncesto o el fútbol femenino, sino, sobre todo, las carpetas derivadas del fútbol masculino. De todo el esperpento de la cúpula de la entidad, que ya es rutinario, solo se salva al director deportivo, Deco, quien se ha encargado (él sí) de hacer los deberes requeridos para hacer espacio a los nuevos contratos. Menos mal que Hansi Flick tiene una paciencia de santo, porque las mentiras con patatas cada vez cuestan más de tragar.