El sesudo secretario técnico que llevamos todos dentro está haciendo horas extras estos días. Y por motivos obvios, ha llegado a la conclusión de que daríamos un gran salto de nivel con Nico Williams al equipo, y que mejor un extremo puro, rápido y driblador que un atacante polivalente.
En efecto, después de la profunda reflexión hemos convenido que mucho mejor Williams que Dani Olmo (exhalemos, satisfechos, excelente combinación de sartén, vino blanco, limón helado y carajillo a 38 grados en la sombra). Pero quizá haríamos bien en cambiar el objeto de esta disyuntiva y preguntarnos cómo mejoraría el Barça si tuviera un nuevo que supiera ir al espacio y combinar a primer toque, aquello de recibir y darla, en vez de un ariete revelado que ha venido al mundo a rematar a puerta.
Un salto cuántico, sería.
Permítanme, además, que destaque que Olmo ha sido una de las grandes estrellas de la Eurocopa y que este año ha marcado o asistido en uno de cada dos partidos que ha jugado. El chico sabe jugar entre líneas y en espacios reducidos y el Barça sería más el Barça si renunciara al escándalo democrático que supone tener un nuevo de los deantes, de aquellos que fuera del área se mueven como un pulpo en un garaje.
Podemos ampliar el debate: ¿qué sería del Barça si en las últimas temporadas hubiera evitado fichajes como el del polaco, o el de De Jong? Hubiera sido un sitio mejor para los jugadores de la casa y sería un club menos pobre; ahora podría intentar fichar a jugadores diferenciales que encajan con el fútbol que nos ha hecho únicos y reconocibles, lejos de centrocampistas atléticos incapaces de dar un pase al agujero, lejos de delanteros que no comprenden el funcionamiento de una pared.
Este Barça de la caja vacía, gentileza de la iconoclastia de Bartomeu, nunca permite ser optimista del todo. Pero quiero ilusionarme, y pienso que Olmo sí vendrá, y que el Barça tendrá una delantera donde dos de los tres titulares serían de la casa. No somos conscientes del mérito increíble que tiene esto. La última vez que nos ocurrió fue con Messi y Pedrito, y no nos fue mal del todo.
El fútbol, recuerden, es experiencia estética y competitividad. Pero también siempre identidad. No le pongan mala cara a Olmo. Recuerden más bien qué cobra, qué costó y qué aporta la tanqueta polaca.