Xavi-Deco-Laporta: historia de un estropicio que puede ser irreversible
El presidente cierra filas para emitir un mensaje de unidad y no salpicar más al entrenador, cada vez más solo internamente
BarcelonaEl Barça quiere enviar un mensaje de unidad de puertas afuera. Joan Laporta ha pedido cerrar filas en la junta para que Xavi Hernández no salga más salpicado a raíz de las derrotas contra el Girona y el Amberes. Tras caer contra los belgas, el egarense dijo en rueda de prensa que mantenía la confianza del presidente azulgrana y del director deportivo, Deco. También dijo que se había exagerado todo, en relación con la polvareda que había levantado la injerencia del presidente en el cambio de convocatoria, donde incluyó finalmente a Lewandowski, Gündogan y Araujo. El baile de declaraciones con Deco acabaría dejando vendido al técnico. Xavi había defendido el día antes de que los cambios en la lista se habían consensuado con el presidente, los jugadores y el propio Deco, mientras que el portugués dijo justo antes del partido que la convocatoria es una parcela que corresponde al entrenador. Envuelve que hace fuerte.
Este episodio acentuó el estropicio de confianza entre Deco y un Xavi que cada vez está más solo. Sin embargo, desde el entorno del entrenador se esfuerzan en decir que la relación con el director deportivo sigue siendo buena. Por su parte, el presidente prefirió no abrir la boca en Bélgica. En cambio, sí que rompió su silencio anoche, durante la cena de Navidad del club en el Palau Blaugrana. "Las decepciones también forman parte del deporte. Saldremos a competir las cuatro competiciones. Os pido que apoyen, ahora más que nunca en estos días, a nuestros jugadores ya nuestro entrenador", dijo Laporta.
Antes, por la mañana, había devuelto la rutina a Sant Joan Despí con Frenkie de Jong, que no fue a Amberes –la versión oficial es que tenía un proceso febril, pero el club ni siquiera hizo un comunicado–, y con un Xavi pensativo. El cuerpo técnico cierra filas. Confía en revertir la situación. Han optado por bunquerizarse de las críticas defendiendo que, cuatro años después, el Barça ha vuelto a quedar primero en la fase de grupos. También admiten que es necesario mejorar en el juego y que confían en revertir la situación.
Xavi: los peajes de ser un hombre de club
La situación de Xavi no es irreversible y un triunfo solvente en Mestalla permitiría al técnico recuperar un crédito que Laporta, poco amante de realizar cambios a media temporada, parece que quiere imponer ante las voces críticas a su alrededor. Uno de los principales argumentos que llevaron al presidente a confiar en Xavi tras echar a Ronald Koeman era que, aparte de ser el futbolista que mejor ha interpretado el modelo de juego del Barça, conocía muy bien la casa. Es decir, alguien con hombros suficientes para asumir la presión que comporta sentarse en la silla de entrenador en una entidad tan peculiar como la azulgrana (y en un momento en que la economía hacía aguas). Xavi llegó en noviembre del 2021 con el aura de icono por su trayectoria como jugador, pero también con la premisa de ser "un hombre de club".
Él mismo se ha definido públicamente así, una máxima que le ha supuesto tragar sapos. El último ha sido el más sonado: la convocatoria a la carta para Amberes o tener que jugar un amistoso en Dallas en Navidad que no hizo ninguna gracia a los jugadores. A Xavi se le han concedido algunos deseos tanto en la gestión –cambios en el cuerpo técnico por tener un staff leal, la vuelta del doctor Ricard Pruna y el periodista Edu Polo como asesor de comunicación– como en la parcela deportiva –los fichajes de Kounde y Gündogan–, pero también ha visto cómo muchas de sus preferencias no eran muy escuchadas. También ha tenido que adaptarse a operaciones o cambios ejecutados por el presidente o la dirección deportiva. Algunos de funcionamiento interno. Son cuestiones mediáticamente poco relevantes, como el cambio del jefe de seguridad del primer equipo o el ascendiente en el vestuario de Joel González, apuesta de Enric Masip que realiza funciones de atención a los jugadores. Cambios en los que Xavi no ha participado.
El técnico tampoco tiene la incidencia en el funcionamiento del fútbol base que imaginaba en su regreso al Barça. Figuras como las de Rafa Márquez, técnico del filial (antes lo era Sergi Barjuan, desde marzo recolocado como director de las Barça Academy), o Bojan Krkic, encargado de controlar a los cedidos y formándose como técnico en la cantera , han sido pensadas por Laporta. No es que Xavi esté en disputa ni con Márquez –que está cuajando una buena temporada con el B– ni con Bojan, pero, una vez más, son decisiones en las que no ha intercedido a pesar de que acaben teniendo repercusión en el primer equipo.
La parcela deportiva, la que más preocupa al técnico
La parcela que afecta más directamente a Xavi es la de la planificación deportiva. El técnico ha visto cómo se le ha reforzado sustancialmente la plantilla a palancazo, pero ha tenido que hacer equilibrios entre sus peticiones y los fichajes de Laporta y Deco. El club desembolsó 58 millones de euros (más nueve en variables) por Raphinha. Si bien el brasileño, entonces representado por el actual director deportivo, había hecho una gran campaña en el Leeds y Xavi no se opuso al fichaje, tampoco nunca le priorizó. Ese verano llegó João Félix sobre la bocina. Una cesión fruto de la amistad entre Jorge Mendes y Laporta, que Xavi siempre miró de reojo.
En lo que más insistió –e insiste– el técnico es al fichar a un pívot. Zubimendi (Real Sociedad) y Kimmich (Bayern) son sus prioridades, pero llegó Oriol Romeu. Xavi también quisiera reforzarse con un interior. El elegido por el entrenador es Lo Celso, del Tottenham. Desde la dirección deportiva ya le han comunicado que difícilmente llegará un pívot low cost ni el argentino en enero. En cambio, lo hará Vitor Roque, que se inscribirá aprovechando el espacio salarial que deja la lesión de larga duración de Gavi. El egarense estaba dispuesto a esperar al ariete en verano para reforzarse con un pívot y un interior, pero el deseo de Deco ha pasado por delante.
En el baúl de los recuerdos quedan también otras peticiones de Xavi. En el lateral derecho, Azpilicueta se cansó hace dos veranos de esperar al Barça y el club tampoco fue en serio por Foyth. La cláusula del argentino se elevó hasta los 55 millones, en cuanto llegó Cancelo, cedido por el City. El portugués es otra operación con el sello Mendes, que sabía que su representado estaba llamado al ostracismo con Guardiola. Antes, Xavi tuvo que aceptar la despedida de Aubameyang por razones económicas –Lewandowski costó otros 45 millones cinco en variables y un salario ascendente– y la cesión de Eric Garcia al Girona. Se concedió el deseo al central de salir porque suponía una pizca más en el espacio salarial para incluir a los Joãos. "Si fuera por mí, se habría quedado", dijo Xavi tras el gran partido del de Martorell en Montjuïc.