Rematar de cabeza expone a los futbolistas a sufrir Parkinson o demencia
Los jugadores tienen más riesgo de tener pesadillas y trastornos musculares y, a la larga, enfermedades como el Parkinson, según un estudio
BarcelonaPocas imágenes televisadas son más angustiosas que las de un futbolista tumbado en el césped después de recibir un golpe en la cabeza en una acción defensiva. Y no hay ninguna más eufórica que la de un remate de cabeza que sube en el marcador en los últimos minutos de partido. A pesar de que el fútbol se juega eminentemente con los pies, la cabeza tiene un papel importantísimo. Ahora, un estudio retrospectivo del Hospital Clínic de Barcelona alerta de las graves consecuencias que los golpes reiterados pueden provocar en los futbolistas profesionales décadas después de retirarse, las cuales pueden empezar con un trastorno del sueño y, en algunos casos, derivar en una enfermedad neurodegenerativa como la demencia. Según los autores, haber jugado a fútbol no se puede considerar un factor de riesgo como tal, al menos de momento, para estas patologías atendiendo solo a los resultados de su estudio, pero sí que avisan de que la proporción de ex futbolistas afectados por alguna de las dos enfermedades es significativa respecto a la población general y esta línea de investigación requiere análisis más profundos.
La investigación se ha hecho a partir de la información de 228 hombres, seis de los cuales habían jugado a fútbol de manera federada entre los años 60 y 70, y se ha publicado a la revista Journal of Neurology. Todos ellos han sido atendidos en el centro de Trastornos del Sueño del Clínic entre marzo del 1994 y el marzo del 2022. La hipótesis de los investigadores catalanes era que jugar a fútbol de forma profesional es un factor que contribuye a la predisposición a sufrir un trastorno del sueño en fase REM, que se asocia al mal descanso en personas de más de 50 años y en que el afectado se mueve bruscamente mientras duerme porque sufre pesadillas en las que se siente atacado o perseguido y tiene que emprender una fuga. En algunos casos pueden gritar, llorar o dar patadas y puñetazos y, por lo tanto, no hay ninguna relajación muscular.
En este periodo de estudio de casi 30 años, 338 personas fueron diagnosticadas con un trastorno del sueño REM en el Clínic, 228 de los cuales eran hombres y un tercio desarrollaron una enfermedad neurodegenerativa después de un periodo de seguimiento de 7 años. El neurólogo del Hospital Clínic y coordinador del estudio, Àlex Iranzo, ha explicado que el trastorno de conducta durante el sueño REM es la antesala y la primera manifestación de enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson o la demencia con cuerpos de Lewy, en las que se observa una acumulación de depósitos de la proteína alfa-sinucleína (que por ahora no se sabe cómo y por qué se sobreproducen). La correlación es impactante: el 25% de las personas con el sueño REM alterado sufren alguna demencia en cinco años; pasados 10 años, la cifra aumenta hasta el 75%. Y una de las causas de este trastorno del sueño se asocia a los traumatismos craneoencefálicos, en los que hay una pérdida neuronal progresiva.
Porcentaje superior al resto de la población
Los futbolistas tienen un 50% de probabilidades de sufrir al menos una conmoción cerebral a lo largo de una década de carrera, sea por choques con otros jugadores o contra el palo de la portería o la propia pelota. Por eso, los investigadores quisieron identificar cuántos de estos pacientes que acudían a la consulta por un trastorno del sueño REM habían sido futbolistas profesionales. "Nuestra línea hipotética es sencilla: asociamos haber jugado a fútbol de manera profesional y recibir impactos reiterados en la cabeza al desarrollo de un trastorno REM y demencia", resume Iranzo. De los 228 hombres atendidos en el Clínic, seis habían jugado a fútbol federadamente cuando tenían entre 18 y 36 años y habían tenido una carrera de 13 años de media. "Dos habían jugado en Primera División, dos en Segunda y dos en Tercera. Tres eran delanteros, dos defensas y uno era portero. La mitad sufrieron una conmoción cerebral durante un partido", detalla el neurólogo.
En el momento del diagnóstico, todos los futbolistas retirados del grupo de estudio (seis) tenían biomarcadores de enfermedades neurodegenerativas: cinco acabaron desarrollando Parkinson (tres), y dos, demencia con cuerpos de Lewy, cuatro años después del diagnóstico del trastorno de sueño REM y 44 desde que se habían retirado del fútbol. Si se comparan estos datos con el resto del grupo (en el que resultó que ninguno había sido futbolista) y la población general (en la que el 0,062% había sido futbolista entre los años 60 y 70), los investigadores encontraron que el porcentaje de futbolistas profesionales que tienen un trastorno del sueño REM es superior a la población general. “Esto explicaría por qué en el fútbol y en otros deportes de contacto los deportistas profesionales pueden llegar a desarrollar diferentes tipos de enfermedades neurodegenerativas unas décadas después de retirarse”, apunta Àlex Iranzo, que añade que "estadísticamente" es una asociación viable, si bien se tiene que poder validar con más estudios.
El impacto neurológico en jugadores de deportes de contacto (fútbol, claro, pero también hockey o rugby) se ha ido estudiando cada vez más y el máximo exponente es el boxeo, a partir del cual se identificó una patología específica, que es la demencia pugilística. Hace unas semanas la revista The Lancet publicó un estudio en el que se constataba que los futbolistas tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades neurodegenerativas que el resto de la población después de analizar a 6.007 futbolistas suecos que jugaban entre los años 1924 y 2019. En concreto, señalaba que 537 fueron diagnosticados con una demencia, el 9%. El grupo de control (no futbolistas) era de 56.168 personas y 3.485 recibieron un diagnóstico similar, es decir, un 6,2%. También en 2019 un estudio con jugadores escoceses reveló que los ex futbolistas tenían un riesgo 3,4 veces más alto de morir por enfermedades neurodegenerativas que el resto de la población. Estos dos estudios son "dos caras de la misma moneda", según Iranzo.
Limitar los golpes en menores
El especialista en medicina del deporte del Clínic Gil Rodas ha remarcado que todos estos estudios sobre deportes de contacto corroboran la necesidad de aplicar medidas de prevención para reducir los golpes en la cabeza. "Estamos ante un posible factor de riesgo de enfermedades neurodegenerativas, que son los traumatismos. Cada fin de semana, los deportistas sufren golpes en la cabeza, pero en el pasado hemos minimizado mucho estas lesiones", afirma. De momento, no existe un protocolo estandarizado por parte de los organismos más allá de parar el partido tres minutos para evaluar la lesión y decidir si hay que retirar al jugador del terreno de juego. "Antes tanto el jugador como el entrenador querían continuar jugando, pero ahora hay más conciencia. Tenemos el reto de enseñar a los clubes y el staff la trascendencia de estos golpes, lo tienen que entender", asegura Rodas.
Por ejemplo, dice, sería positivo que el jugador no volviera al campo hasta pasados seis días desde el golpe. En esta recuperación gradual, hay que esperar 24 horas y, si no hay sintomatología, empezar a partir de la segunda jornada con ejercicio solo aeróbico (como hacer bicicleta) e ir incrementando progresivamente la actividad física. El experto también valora positivamente iniciativas como las que ya aplica la federación inglesa de fútbol para limitar en menores de edad los cabezazos durante los entrenamientos.