Juegos Olímpicos

El equipo de una fábrica que ganó un oro olímpico

El éxito de la selección femenina de voleibol de Japón en los Juegos de 1964 inspiró cómics, series de televisión y concursos

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La final del torneo de voleibol del 1964 entre el Japón y la URSS

BarcelonaMás de 10.000 cartas. Kinuko Idagawa recuerda que ella sola recibió más de 1.000, y no fue la jugadora que recibió más. En 1964, la selección japonesa de voleibol femenina se había proclamado campeona del mundo al derrotar en la final la soviética. Un triunfo que fue noticia de portada en Japón, puesto que el torneo, creado en 1952, lo habían ganado siempre las soviéticas. Y ahora, por fin, alguien había podido vencerlas.

La mayor parte de jugadoras de aquel equipo había decidido retirarse después de la final. Llevaban una década jugando y sufriendo. Muchas se habían casado, algunas tenían hijos, otros querían ser madres. Y también tenían ganas de perder de vista a su entrenador, Hirofumi Daimatsu. Coincidiendo con el triunfo, sin embargo, se supo que el voleibol sería por primera vez olímpico precisamente en los Juegos de Tokyo de 1964. Así que las jugadoras empezaron a recibir cartas de ciudadanos pidiendo, por favor, si podían alargar su carrera. Lo hicieron, claro.

Su aventura había empezado en 1953 en Kaizuka, una ciudad cerca de Osaka. Los dirigentes de la fábrica de productos de plásticos y textiles Dai Nippon Spinning habían decidido crear un equipo de voleibol femenino. Japón se levantaba de las cenizas de la guerra y se entregaba al capitalismo salvaje. Y las fábricas creaban equipos deportivos para sus trabajadores que con el paso del tiempo, en muchos casos, se transformarían en los clubes que han dominado el béisbol o el fútbol japonés. También el voleibol. El escogido para entrenar el equipo fue Daimatsu, un joven que seguramente no había vuelto del todo entero de la Segunda Guerra Mundial, donde se había escapado por poco de la muerte a China, huyendo de forma dramática durante meses hasta que pudo volver a casa. Daimatsu consideró que en dos años, si entrenaban fuerte, las trabajadoras que se habían apuntado al equipo podían ser campeonas de Japón. Reclutando algunas jóvenes estudiantes acabadas de graduar creó un equipo, el Nichibo Kaizuka, que sería campeón cinco veces consecutivas, de 1954 a 1959. Tan bien lo hacían que pasaron a ser la columna vertebral de la selección. Tanto el entrenador como las jugadoras se cambiaban de chándal y pasaban de ser el Nichibo Kaizuka a ser la selección en una época en que el voleibol estaba dividido entre los países donde se jugaba con 9 jugadoras y los que lo hacían con 6. Japón tenía 9 y en los Mundiales se jugaba con 6. Así que Daimatsu empezó los entrenamientos para cambiar al sistema de 6. Unos entrenamientos muy duros, que seguramente hoy en día levantarían polvareda, con insultos y golpes de pelota violentos a las jugadoras para que aceptaran el dolor.

La selección se ganaría el apodo de "las brujas de Oriente" después de perder solo un partido en cinco años. Poco a poco se convirtieron en la inspiración para miles de mujeres japonesas. Cuando llegaron los Juegos, no fallaron y ganaron la medalla de oro por delante de las soviéticas. El partido clave lo jugaron con la princesa Michiko en la grada. Fue ella quien las felicitó cuando, emocionadas, escucharon el himno japonés. De las 12 jugadoras que estaban en el podio, 10 formaban parte de Nichibo Kaizuka. Su triunfo puso tanto de moda el voleibol que rápidamente se hicieron cómics. En los años 70 y 80 llegarían series de televisión muy populares inspiradas en equipos de voleibol femenino. Y todo, mientras las jugadoras de aquel equipo volvían a trabajar a las fábricas, orgullosas. Daimatsu, por cierto, también dejaría el voleibol. Se dedicó a la política y fue escogido para entrar en el Parlamento. Las jugadoras de aquella época, reunidas en un documental este año, hablan de él con respeto: ya se sabe que en Japón las jerarquías son importantes. Pero parecen contentas de haberlo perdido de vista.

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