La ternura del peor visitante de la Liga sólo lleva a un sitio

BarcelonaSer un equipo demasiado tierno, en Primera, suele comportar más disgustos que alegrías. El Espanyol evidenció en Getafe por qué es el segundo equipo más goleado de Primera y el quinto menos goleador. Los blanquiazules encerraron en el Coliseum (1-0) una semana negra, no sólo por la eliminación de la Copa a manos del Barbastro, sino también, y sobre todo, porque ven cómo se les escapa a tres puntos uno rival directo en la lucha por la permanencia. El desastre sigue.

Que el Espanyol se encuentre en posiciones de descenso después de haber disputado 15 jornadas se explica, en buena medida, por su paupérrimo rendimiento fuera de casa. Es el peor visitante de Primera, con solo un punto -el empate sumado en el campo del Atlético de Madrid- de 24 posibles. En Getafe fue un equipo frágil en el área propia e impotente a la rival que, además, no tuvo lucidez alguna en medio del campo. Ni el siempre sacrificado Král ni el joven Justin fueron capaces de enlazar un par de pases con sentido. El segundo, de hecho, fue sustituido en el descanso. Lozano tampoco estuvo mucho más inspirado en una noche en la que todo el equipo se hartó de acumular pérdidas no forzadas.

Durante el primer tiempo se jugó a lo que quiso Bordalás. En sólo diez minutos los locales fueron capaces de fabricar cuatro ocasiones, tres de ellas de Coba, hasta terminar abriendo la lata. Lo logró Álvaro Rodríguez, en una jugada pésimamente defendida: Milla recogió un rechace muy corto de la defensa y, con mucho espacio para centrar, puso un buen centro en el área, donde el exdelantero del Madrid anticipó a placer a un blando Sergi Gómez. Cuarto desplazamiento consecutivo en el que el Espanyol comenzaba encajando un gol en el primer cuarto de hora de juego. Un síntoma más de la fragilidad de un conjunto que se está acostumbrando a remar contracorriente demasiado pronto.

En ataque, las noticias no eran precisamente mejores. Los blanquiazules, de hecho, tardaron más de 70 minutos en firmar el primer remate entre los tres palos. Y no inquietó lo más mínimo a un Soria demasiado tranquilo. Un dato seguramente más preocupante que los anteriores. A un Jofre espeso, un Puado desaparecido y un Cardona impreciso, se unieron al segundo tiempo Cheddira y Veliz, que siguen sin aportar los goles que necesita el Espanyol. El Getafe, cada vez mejor plantado, buscaba una y otra vez el desequilibrio de Coba por la izquierda. Y estuvo cerca de marcar el segundo en un saque de esquina que Alderete remató al larguero.

El Espanyol puso algo más de garra en la segunda mitad, pero no tuvo el acierto ni el talento suficiente para encontrar el empate. Todo el fútbol que supieron fabricar fue un puñado de centros imprecisos. Un bagaje demasiado pobre en el campo de un rival como el Getafe. El rostro de Manolo González, desesperado, lo decía todo. Solo buenas intenciones no bastan para sobrevivir en una categoría que el Espanyol ya ha abandonado en dos veces en los últimos cinco años. Y, de seguir así, no serán las últimas. Es necesario un cambio inmediato para poder sumar una almohada de puntos en un mes que puede marcar el destino del equipo esta temporada. Y la Copa ya no es una excusa.