El 'ultimate frisbee', el deporte en que sin árbitro los rivales tienen que dialogar
Los Krakens, equipo catalán, debutan en los Campeonatos Europeos de este deporte practicado con un disco volador
BarcelonaCada miércoles, en la playa del Somorrostro, no muy lejos del Peix d'Or de Frank Gehry, un grupo de gente suda sobre la arena. Los curiosos que se lo miran piensan que son un grupo de amigos jugando con un platillo volador, un frisbee. Pero en verdad, este grupo se lo toma en serio. Ahora hace unos años Barcelona vio como nacía su primer equipo de ultimate frisbee, una disciplina deportiva nacida en los 60 en Estados Unidos que gira alrededor de estos platillos de vuelo estiloso. Lo que para tantas personas es un simple juego para pasar el rato, para otros es una parte importante de su vida. Una escuela de valores sorprendente, porque es uno de los pocos deportes en el que no existe una figura capital en otras esferas: el árbitro.
Esta semana los Krakens, con la senyera en la camiseta, debutarán en los Campeonatos Europeos de este deporte en Brujas, Bélgica. El debut es el jueves contra el CUBS Red Bulls de Bolonia (Italia), el primero de los tres partidos de la fase inicial. En muchos países europeos hay cierta tradición en un deporte bastante desconocido aquí. En el extranjero, algunos jugadores pueden cobrar gracias a patrocinadores o el apoyo de instituciones locales. Los Krakens, en cambio, se lo pagan todo de su bolsillo para poder debutar en un torneo continental gracias al subcampeonato estatal que consiguieron justo antes de la pandemia. Al ser debutantes, los rivales no los conocen. Y ellos aspiran a dar la sorpresa en un deporte en el que se trata, naturalmente, de coger un disco al aire. Pero detrás hay mucho más que un salto. Hay un mundo que te atrapa.
El ultimate surgió a finales de los años 60 en las universidades de Estados Unidos. En 1984, coincidiendo con su llegada a Europa y América Latina, se fundó la World Flying Disc Federation. "Es un deporte fácil de explicar. Es similar al fútbol americano, pero sin contacto. Y en este caso la pelota sería el disco volador, claro. Hay dos modalidades. Una sobre la arena de la playa, donde se enfrentan equipos de cinco jugadores. Y una sobre césped, donde los equipos tienen 7 jugadores. La idea es irse pasando el disco para intentar llegar a la zona de marca, al final del terreno de juego. No hay portería, hay una zona donde puntúa coger el disco. Una vez recibes el disco, solo puedes mover un pie y tienes que volver a pasar el disco en 10 segundos. Los adversarios te pueden intentar molestar, pero nunca tocarte. Cuando el disco toca el suelo por un error en el pase, cambia de posesión", explica Juan Manuel Triviño, una de las almas del equipo barcelonés.
En Bélgica, los campeonatos son sobre césped, en este caso. Triviño, colombiano, ya jugaba a ultimate en su país y al llegar a Barcelona, tuvo claro que quería continuar practicándolo. "Empecé a practicarlo en 2004. Allá hay más tradición y aprendí muchas cosas que ahora puedo usar para hacer de entrenador del equipo. Una de mis ideas era poder jugar en un equipo que, más allá de querer pasarlo bien, quisiera competir", dice.
En Catalunya, el primer club fue el Bravas, fundado en 1997 en Castelldefels. En Barcelona, ahora hace más de una década nació el Peixets. El embrión de Peixets nace en 2006, de la mano de algunos jugadores del equipo de Sevilla Frisbillanas que llegan a Barcelona, pero el club acaba formándose en 2007. "Dentro hay dos equipos, el Krakens masculino y el Piranyes femenino. Estamos en el Somorrostro, así que el nombre se inspira en el Peix d'Or. Ha pasado mucha gente por el club, pero hace unos tres años entró una hornada de gente que quería dar un salto de calidad. Antes era más lúdico y ahora también queremos competir", dice Triviño.
En total, unas 50 personas vinculadas a este club, uno de los diferentes que dan vida al ultimate en Barcelona, donde existen otros conjuntos como los Sharks. De ellos, 21 jugadores que han marchado a Bélgica para debutar en los Europeos. Al torneo, participarán más de 60 equipos entre las tres divisiones provenientes de más de 20 países. La presencia de un equipo proveniente de los campeonatos españoles es una novedad. "Naturalmente, nos lo pagamos todo nosotros. Algunos no han podido hacer el viaje. Es un grupo muy bonito, con gente de medio mundo. Tenemos venezolanos, colombianos, dos franceses, un italiano y un buen grupo de catalanes. Una mezcla de trabajos y edades. Un grupo heterogéneo con un ingeniero nuclear, gente que trabaja en la Generalitat de Catalunya, un ingeniero de la Seat o un genio del mundo de las aplicaciones. El grupo se ha unido mucho y se ha vuelto un grupo de amigos", añade. Algunos jugadores han pasado por Universidades de prestigio, mientras que otros llegaron sin papeles y buscaron un equipo para poder integrarse.
Los Krakens entrenan cada lunes sobre césped en las instalaciones de Can Dragó, donde vuelven el sábado. El miércoles, toca playa. Triviño dirige los entrenamientos, que son más intensos de lo que la gente puede pensar. "En un partido de ultimate toca correr más que en un partido de baloncesto. Puedes acabar muy cansado de ir arriba y abajo, hay que estar en forma. Durante la pandemia se hicieron videollamadas para compartir entrenamientos", recuerda.
El ultimate frisbee es un deporte con muchos puntos en común con otros, pero con factores diferenciales claves para entender por qué razón atrapa a sus practicantes. Una, que haya la categoría mixta, tan importante como la masculina y la femenina. "Los jugadores suelen formar parte de dos equipos, el mixto y el otro", apunta Triviño. El segundo factor que hace de este deporte tan especial es la ausencia de árbitro. "A la gente los sorprende mucho que no haya árbitro, cuando es un deporte con dos equipos enfrentados. El fair play es muy importante. Es un deporte en el que no puedes tocar el rival, en el que en caso de duda sobre una jugada, hay que ser sincero. Y si dos jugadores ven las cosas diferente, hay que iniciar un diálogo. El diálogo te obliga a escuchar, a prestar atención a las otras perspectivas. Y si tampoco hay acuerdo, el disco vuelve atrás", dice Triviño.
De hecho, estas características han permitido que el ultimate frisbee forme parte de iniciativas para crear diálogo entre comunidades y grupos enfrentados, como en Colombia con ex guerrilleros de las FARC y miembros de las contras, o en Jerusalén entre jóvenes palestinos e israelíes. "Les puedes hacer jugar separados o compartiendo equipo; obligándoles a dialogar, escuchar, para poder seguir jugando", apunta el jugador-entrenador de los Krakens. "Nuestro deporte ha crecido mucho en los últimos años, especialmente en centros formativos. Es una disciplina con muchos valores. Mucha gente deja el fútbol o el baloncesto cuando lo conoce. Encuentran una cosa diferente". Un deporte reconocido por el Comité Olímpico Internacional que intentará entrar en el programa oficial de los Juegos en 2028.