Entrevista

Ramon Erra: "Escribir es una mezcla explosiva, cuando la pruebas es droga dura"

Profesor de escritura

Ramon Erra, profesor de la Escuela de Escritura del Ateneu Barcelonès, en el jardín de la entidad.
02/05/2025
6 min

BarcelonaHace quince años que Ramon Erra (Santa Eulalia de Puig-oriol, 1966) combina su carrera literaria (Faro west gitano, La vida por raíl) con el trabajo de profesor de la Escuela de Escritura del Ateneu Barcelonès. Me lo han recomendado varias exalumnos, y lo entiendo cuando me encuentro con su ademán afable, constructivo, experto ya la vez riguroso. Se ha especializado en dirigir cursos avanzados: acompaña a los alumnos hasta el propósito de escribir una novela.

¿Por qué hay tanta gente que tiene ganas de escribir?

— Hay quien quizás lo tiene idealizado, y hay muchos que les gusta leer y piensan que pueden hacerlo. Y cuando la gente intenta escribir, cuando se ponen a hacer algo que va más allá de los sudokus, que pide que te impliques, que te lleva hacia tu interior, que trabajándolo puedes ir haciéndolo cada vez mejor, y se dan cuenta. felicidad, pero es algo difícilmente comparable a cualquier otra. Es una actividad que es técnica y que a la vez sale de dentro de ti, y esta mezcla explosiva, cuando la pruebas, es droga dura.

¿De escritor se nace o se aprende?

— Se aprende de la misma forma que se puede aprender a tocar el piano oa pintar.

Existen muchos manuales de escritura. ¿Me podrías establecer tus tres normas? "Para escribir bien se debe..."

— Escribir es conocer bien la lengua con la que trabajas, tener las herramientas técnicas y tener un buen bagaje de lecturas y de vida, tener cosas que contar. Con esto se puede hacer mucho trabajo.

Supongo que todo el mundo que viene a realizar cursos se imagina escribiendo un libro.

— A veces no llegan, abandonan. También los hay que quedan seducidos por el primer curso del itinerario que se hace aquí en el Ateneo, el de narrativa, que es el momento en el que aprenden las principales técnicas, y se animan a continuar. La gracia es que viene gente con diferentes expectativas, y debemos intentar que todo el mundo suba un escalón más arriba de su punto de partida. Cuando estoy en clase, soy como un entrenador. Y cuando me miro los textos soy como un jardinero, porque se trata de podar, podar, sembrar... Las metáforas siempre están relacionadas con la jardinería y el huerto. Stephen King explica muy bien qué significa lo de podar en el manual Escribir. Memorias de un oficio (La Otra).

¿Cuáles son los principales errores del novato?

— Uno es la precipitación: se apresuran a explicar las cosas en vez de ir diciendo paulatinamente a un ritmo que sea atractivo para el lector, que lo vaya pegando poco a poco. La otra es la poca confianza en el lector: tienden a contarlo todo demasiado. Y el tercero es que llenan de paja los textos porque quieren hacer muchas páginas. A medida que vas esporgant, esporgant, esporgant, el texto va subiendo de brillo.

¿Con qué tienes que pelearte más?

— Los principiantes están obsesionados con la veracidad de la historia, con contar lo ocurrido, si la novela se basa en hechos reales. También ocurre que se enamoran de lo que hacen. Lo hacemos todos, ¿eh? Pero como mucha gente cree que escribieron aquella página inspirados por una revelación divina, creen que nada se puede tocar. "Ostras, eso no me lo hagas sacar", me dicen. Yo siempre les digo que pongan lo que descartan en un archivo, por si lo necesitan: verán que nunca lo necesitarán.

¿Has descubierto alguna vez un diamante en bruto?

— Sí ves enseguida el potencial de los alumnos y yo, por mi interior, puedo pensar "hostia, éste es brillante y saldrá adelante". Pero después puede abandonar, puede no ser suficiente trabajador, porque no es suficiente con ser Messi, para ser un buen escritor tienes que dejar la carcanada, decía Josep Pla, si no, no vas a salir adelante. Y mucha gente tiene pereza. En cambio, otros, que de entrada les cuesta, pueden progresar mucho más de lo que esperas.

Existe la idea de que el escritor brillante es el escritor autodidacta. Los autores que han marcado la historia de la literatura no realizaron ningún curso.

— El saber escribir se traspasa. Da igual que los oficios de antes: un pintor iba al taller de un pintor y un herrero al de un herrero, se hacía aprendiz y acababa haciendo de herrero. El escritor puede acudir a una biblioteca y buscar lo que han hecho los anteriores y leerlos con una mirada crítica.

Así no hay...

— El cine ha mitificado la figura del escritor solitario que no sale de casa, que está en su torre de marfil, pero esto es una fantasía. La escritura tiene que ver con la mirada personal que cada uno tiene y que puede ser muy diferente, interesante y atractiva, sobre una base técnica.

¿Para escribir buena literatura debe haberse vivido mucho?

— No. Quizás tenemos en la cabeza las grandes novelas épicas y de gran envergadura formal, como Moby Dick de Melville, Vida en el Misisipi de Mark Twain o las novelas del Hemingway, que también era un gran aventurero, pero las novelistas inglesas no viajaron ni vivieron grandes aventuras —no sabemos si vivieron algún trauma dentro de aquellas casas— y, en cambio, su literatura ha perdurado porque es muy buena, porque la belleza que existe en aquellas novelas sigue siendo todavía. Da igual que hables de bodas, si dominas el arte de la novela como Jane Austen.

¿Se debe haber leído mucho?

— Eso sí. Es básico. Porque lo que te sale cuando escribes de forma espontánea es fruto de haber leído. La forma en que haces una descripción de un paisaje o de un personaje o te inventas una situación es a partir de las cosas que has leído, que te han quedado dentro y de una manera intuitiva te salen cuando te pones a escribir.

¿Qué lecturas dirías que te han formateado a ti? ¿Qué cuatro autores citarías?

El hobbit de JRR Tolkien es un libro que me ha acompañado toda la vida. Me gustan los rusos en general, y en especial Nikolai Gógol y Almas muertas (La Casa dels Clàssics), porque te transportan hacia un paisaje eslavo, una gente que viven las cosas y se relacionan de manera diferente, algo que me atrae mucho. En Virginia Woolf técnicamente la encuentro espectacular, siempre veo cosas que aprender y me interesa lo que explica, por tanto, te diría Hacia el faro (La Casa de los Clásicos). Y Josep Pla. Pla lo leí muy joven y me encomendó una manera de ir por el mundo con la mirada de alguien que quizá lo escribirá después, fijándome en las cosas de una manera literaria. Todo lo que veo, lo veo filtrado para ser escrito, y creo que esto lo cogí de libros como El cuaderno gris (Destino) o Cartas de lejos (incluido en El norte, Ed. Destino).

¿Acaso no hemos leído lo que iba a tocar?

— Muchos alumnos me dicen: "Yo es que he leído mal". Pues no. Cada uno hace su bagaje de lecturas. Y la mezcla entre el bagaje de lecturas y tu personalidad, tus experiencias vitales -si eres el hermano pequeño o el hermano mayor, si has vivido en una familia que viaja mucho o has vivido en una casa de payés, por ejemplo- todo esto hace una mirada única y es la aportación que tú puedes hacer al mundo de la literatura. A mi pueblo venía el bibliobús cada quince días, y desde los seis años cogía cosas muy distintas, cosas por pequeños y cosas que no eran adecuadas para la edad. Y creo que esto me ha ido muy bien para valorar propuestas muy diferentes. Me gusta el riesgo.

Para un escritor, ¿haber pasado por una escuela de escritura está bien visto o mal visto? ¿Existen prejuicios?

— Puede que haya gente que no hable, pero también veo a mucha gente que lo dice. Creo que esto está cambiando por influencia americana, porque los autores estadounidenses dan las gracias a todos los primeros lectores ya todos los editores. Al final, es el resultado el que canta. En Suspense (Círculo de Tiza), un libro sobre la escritura de Patricia Highsmith —¡toda una Patricia Highsmith: Hitchcock ha hecho películas de sus libros!—, explica cómo le costó publicar una novela, cómo un editor le hizo sacar cuarenta páginas y le pareció muy acertado, y lo explica tan normal. Esto aquí todavía cuesta reconocer.

A menudo sentimos que se publica demasiado, pero también sabemos que cuesta mucho ser publicado.

— Sí, es difícil. Hay alumnos que se autopublican el libro porque no quieren hacer carrera de escritor, pero les hace ilusión tener la novela terminada y regalarla a sus amigos. El otro camino es que algún editor se te enamore del texto y te lo publique. Publicar es importante, es básico para encontrar lectores, pero ponemos muchas expectativas. Quizás demasiado.

¿En qué sentido?

— Publicar seguramente no cambiará tu vida. La gente tiene fantasías sobre lo que es ser escritor. Signos libros por Sant Jordi, te hacen una entrevista... Todo esto está muy bien. Pero el hecho de pasarte horas escribiendo y mejorando, querer conseguir un resultado y salir adelante, ésta es la recompensa grande. Publicar te va a dar lectores, y necesitamos lectores. Quizás también dinero y premios. Pero seguramente no es lo mejor que vas a llevarte. Para mí es más importante el reto, las horas que pasas mejorando el texto: ahí está la felicidad del escritor.

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