¿Por qué los pijos en verano llevan ropa marinera?
BarcelonaTodas aquellas personas –especialmente de bolsillo holgado– que pasan el año atrapadas en ropa monótona, descubren durante las vacaciones el placer de jugar a ser locales. En cualquier pueblecito de la costa mediterránea, no es extraño verlos vestidos con gorras de capitán, camisetas con nudos náuticos o rosas de los vientos, y llaveros con timones, en un intento de parecerse a los autóctonos emulando motivos marineros. Una estética que se extiende también a la decoración: mientras que el diseño nórdico domina su casa del Putxet, en la segunda residencia costera aparecen ánforas (todavía con restos de crustáceos), barandillas de escalera hechas de amarra, cortinas de redes de pesca, velas como toldos y asas de pesca convertidas en lámparas. Es una pasión estilística fugaz que dura escasamente un mes, durante el cual los pijos se permiten licencias de proximidad y juegan a bajar al pueblo, reinterpretando idealizadamente un estilo de vida que poco tiene que ver con la realidad de la costa ni con la dureza del trabajo pesquero. En todo esto, las rayas marineras se erigen como el gran emblema de esta tendencia, y proliferan con generosidad cada vez que llegan las vacaciones. Pero, realmente, ¿qué tienen que ver las rayas con la pesca?
La marinière o bretona nació en 1858 como parte del uniforme oficial de la marina francesa, que más adelante adoptaría también la rusa, con cuello barca –que permitía poner y quitar sin botones– y mangas tres cuartos y anchas –pensadas para evitar que se pegaran a redes o aparatos de a bordo–. Pero el elemento más característico eran las rayas: veinte o veintiuna azules intercaladas entre veintiuna blancas, estas últimas el doble de anchas, para reducir el uso de tinte índico y abaratar costes. Además del criterio práctico, el patrón se asociaba simbólicamente al orgullo nacional: las veintiuna rayas blancas se vinculaban a las victorias navales de Napoleón Bonaparte. Ahora bien, la razón principal de este diseño era funcional: el contraste visual facilitaba localizar a un marinero si se caía en el agua. Pero, ¿cuándo empezó a usarse fuera de este ámbito?
En 1913 Coco Chanel abrió su primera casa de costura en Deauville e incluyó la marinière en su primera colección. Inspirada en la ropa de trabajo masculina, esta prenda simbolizaba un nuevo ideal estético: cómodo, funcional y adaptado a una mujer que reclamaba los mismos derechos y libertades que el hombre. Durante los años 60, la marinière fue adoptada por los movimientos contraculturales como arma antisistema, al descontextualizar una pieza proletaria y antielegante. Su evocación de libertad nómada cautivó a la Generación Beat –Kerouac y Ginsberg– y a artistas como Picasso o Cocteau, que la convirtieron en símbolo de bohemia. Actrices francesas destacadas como Jean Seberg en À bout de souffle (1960), Jeanne Moreau o Brigitte Bardot, y figuras internacionales como Audrey Hepburn, Natalie Wood, Edie Sedgwick, Marilyn Monroe y Jacqueline Kennedy Onassis, se sumaron a esta declaración de emancipación, modernidad y ambigüedad de género, y ampliaron la lucha iniciada por Chanel.
La marinière ha sido también un símbolo claro de masculinidad, vinculada a la actividad física y la vertiente bélica del marinero. Desde John Wayne, que en Adventure's end (1937) utilizaba las rayas de la camiseta para construir un estereotipo clásico de macho alfa, hasta Lee Marvin, compañero de Marlon Brando en The wild one (1953), un film clave en la construcción del estereotipo tóxico del malote. Este componente viril hizo que, durante los años 80, la comunidad gay reivindicara una masculinidad alejada del afeminamiento con el que a menudo se los asociaba, y recurriera al estereotipo del marinero. En este contexto, el film Querelle (1982) de Fassbinder –adaptación de la novela homónima de Jean Genet– se convirtió en un referente fundamental para que figuras como Jean Paul Gaultier o los fotógrafos Pierre et Gilles utilizaran la imagen del marinero –y la camiseta a rayas– como clave para ofrecer una visión más amplia, compleja y fluida de la masculinidad y la homosexualidad.