BCE: la decisión correcta, la presidenta... no tanto
“La actividad económica se está retardando”, ha admitido Christine Lagarde. Por eso puede parecer contradictorio que, al mismo tiempo, la presidenta del BCE haya anunciado una subida de tipos, una medida que persigue enfriar la economía y, en último término, los precios. Esta es la complejidad de los tiempos que vivimos. Los precios se han desbocado. Sobre todo por la energía, sí, pero ya se está contagiando al resto de productos. Y, por lo tanto, el BCE no tiene más remedio que subir los tipos. Lo que ha sobrado es que el banco rectifique: dijo que los subiría hasta el 0,25% y finalmente ha sido el 0,5%. Así se pierde la credibilidad.
De todo lo que ha dicho Lagarde hay un punto crucial: el TPI, un programa para institucionalizar las compras de deuda en caso de que la prima de riesgo de un país se dispare. Que Alemania lo haya aceptado tan deprisa es chocante, y quizás indicativo de los problemas que nos acechan: si la crisis energética y de inflación empeora, solo nos faltaría que también rebrotara la crisis de la deuda que tuvimos el 2012 en la periferia europea.
Las decisiones del BCE van en la buena dirección, pero esperamos que no tengamos que lamentar que la presidenta del banco no sea ni siquiera economista y llegara al cargo por el politiqueo y las cuotas entre países a la hora de repartirse los cargos en las instituciones europeas. Sus vacilaciones y dudas durante la rueda de prensa han transmitido de todo menos tranquilidad.