Catalunya dice adiós a las grandes barreras de peaje
La ministra de Transportes reconoce que ha habido “agravio comparativo” con el Principat
“¡Que se acabe, que se acabe!” El copiloto de este coche no oculta su euforia al pasar, por última vez, por el peaje de la Roca del Vallès. Hay otro que, minutos más tarde, expresará la misma emoción haciéndole una peineta a esta icónica construcción de techo naranja. La mayoría sencillamente optan por el claxon. Así celebran “el hito”, que es como se referirá la ministra española de Transportes, Raquel Sánchez, al fin de los peajes en la AP-7 y la AP-2, y de paso saludan al conjunto de medios que la esperan a pie de carretera. La máxima responsable de este departamento llega tarde a su cita con la prensa por la acumulación de tráfico que genera el peaje. “Afortunadamente esta imagen en pocas horas pasará a la historia”, dice al poco de llegar.
A medianoche se tenían que levantar las barreras, pero al atardecer ya se había hecho, y se acababa con la imagen de las colas, la de la acumulación de cláxones sonando a la mínima que un coche no pasa rápido la barrera, la del conductor que sale del coche porque no llega a la ranura de la tarjeta, y la de los trabajadores que hacen sus últimas horas saltando de muro en muro hasta acercarse a un vehículo con problemas. De lo que pasará a partir de ahora, pocas respuestas.
De momento, del mantenimiento de estas vías se encargará el gobierno español, igual que lo hará la Generalitat con las otras dos que también quedan libres de peaje desde este miércoles: la C-33 y la C-32 Norte, en el Maresme. Pero esto es una solución con fecha de caducidad. Según ha dicho la ministra, el gobierno de España se ha comprometido ya con la Unión Europea a abordar el debate sobre cuál es el mejor sistema para garantizar y pagar el mantenimiento de las carreteras.
“En los próximos meses seremos capaces de plantear cuál es la mejor alternativa”, ha avanzado la ministra, que ha dejado caer que el gobierno se inclina por un modelo en el que pague quien utilice la carretera y, sobre todo, quien más contamine por utilizarla. “Si queremos una red competitiva, segura y sostenible, tenemos que asegurar que se puede financiar principalmente por las personas que la utilizan y siguiendo el criterio de que quien contamina paga”, ha detallado. “No tiene sentido –ha añadido– que paguen todos los ciudadanos, incluso la gente que no utiliza estas carreteras”.
Lo que es menos claro es la fórmula concreta para conseguirlo. “Puede ser viñeta, puede ser pórticos”, ha ejemplificado la ministra. De acuerdo con las veces que ha insistido en ello, lo que queda claro es que el modelo será homogéneo: la idea es que afecte a todo el Estado por igual. De hecho, Sánchez ha reconocido que hasta ahora la situación de los peajes en Catalunya suponía un “agravio comparativo con el resto de territorio español”. Con todo, no se ha ahorrado un pequeño dardo hacia el gobierno de la Generalitat: “Ahora Catalunya queda libre de los peajes de la red de carreteras del Estado, porque hay tres peajes que se mantienen, que son los de la Generalitat de Catalunya”.
Puigneró habla de expolio
Cuando rato después el vicepresidente del Govern y conseller de Territorio, Jordi Puigneró, ha ocupado el espacio en el que la ministra había verbalizado la postura del ejecutivo central, le ha devuelto el ataque. “No venimos a dar las gracias al Estado”, ha dicho Puigneró. “El Estado nos tendría que pedir perdón por el expolio” que han supuesto estos peajes. Un “expolio”, ha señalado, del que ya se conoce la dimensión.
Según había dicho antes que él la ministra, los conductores catalanes se ahorrarán a partir de ahora 752 millones de euros al año por el levantamiento de estas barreras en la AP-2 y la AP-7. “Lo que ella llama ahorro yo lo llamo expolio”, ha añadido Puigneró.
La última vez que este conseller se encontró con la ministra Sánchez, en Madrid, los dos sellaron un acuerdo para ampliar el aeropuerto de El Prat. Además, según confesó la semana pasada, Puigneró también le pidió formalmente el traspaso de la concesión de las vías de pago. Hoy, sin embargo, ha insistido: “Teniendo en cuenta este expolio, pedimos el traspaso de estas infraestructuras a la Generalitat de Catalunya, unas infraestructuras que ya hemos pagado”.
El sentir parece generalizado. Cuando menos, así lo indicaban los cláxones mientras él hablaba, los gritos de celebración o de “chorizos” y la pancarta que decía adiós a Abertis desde el primer puente que se encuentran los coches una vez superaban, por última vez, el peaje de la Roca del Vallès.