De toda la vida

¿Quieres restaurar el cuento que te leían tus padres?

Relligats Olivé es un negocio artesanal que desafía la era de la digitalización

Georgia Olivé, hija de Antoni Olivé, fundador de Relligats Olivé.
13/03/2025
3 min

Un libro puede tener valor económico ínfimo pero un valor sentimental incalculable. Un cuento de cuando eras pequeño que hoy quieres contar a tus hijos. Pero no otro ejemplar de ese cuento. No, no. Tú quieres contarles ese mismo cuento, abrir la portada y pasar las páginas del mismo volumen que tus padres te contaban hace unas décadas. Hay un pequeño problema, el lomo se ha desprendido, la portada tiene desgaste y desgarros de tanto uso que le dio. Podrías comprarte otro, es un clásico de la literatura infantil y encontrarías ediciones tiradas de precio. ¿Prefieres gastarte un poco más y arreglarlo? Relligats Olivé es tu sitio.

Georgia Olivé, hija de Antoni Olivé, fundador de Relligats Olivé.
Georgia Olivé, hija de Antoni Olivé, fundador de Relligats Olivé.

En la calle Berga, 13, en Barcelona, ​​lo tienen todo, el taller de toda la vida y, desde hace diez años, la tienda. El negocio histórico es la encuadernación, iniciado por Antoni Olivé en 1975 y hoy continuado por su hija Georgia. Antoni aún viene a trabajar algunas mañanas. El de padre e hija es el arte del papel. Primero, durante muchos años, el arte de poner tapas y religar revistas y fascículos de quioscos. La encuadernación es un oficio de artesanía, de cuidar los márgenes, lomos, pliegues, cincelar y guillotinar el papel con cuidado y precisión. De escoger colores adecuados, con buen gusto, de optar por una tipografía u otra y, desde que Georgia está al frente del negocio, de sentirse lo más creativo posible. ¿Y en qué se nota? Pues en la cantidad de productos que se pueden comprar en la tienda, todos ellos de fabricación propia. Sobre todo libretas –de todos los tamaños– y cuadernos, decorados con motivos barceloneses –los imprescindibles panots y mosaicos hidráulicos– o con imaginación para seducir a todo tipo de clientela. "Quien entra a comprar aquí es porque prefiere un cuaderno especial a un comprado en un bazar, porque tiene una sensibilidad especial, porque es minorista". La tienda la abrieron porque, con la crisis del 2008, tocaba reinventarse: aumento del precio del papel, clientes que caían y editoriales con presupuestos mermados.

Además de la tienda –el que más llama la atención– Relligats Olivé conserva un muy buen volumen de petición de restauración de libros. Desde los sentimentales que mencionábamos al principio a los bibliófilos que quieren reconstruir las portadas de un ejemplar del siglo XVIII, con injerto de papiro incluido, si hace falta. ¿Y qué tal si dignificamos el encuadernado obsoleto del diccionario de casa, gastado de tanto utilizarlo? Georgia no puede contar con los dedos de ambas manos la cantidad de Quijotes que ha reencuadernado, ni de Biblias, ni de Divinas Comedias. ¿Qué puede valer esta restauración? Pues unos 30 euros. "Debe ser importante para ti, debe tener un valor sentimental".

La empresa de toda la vida, Relligats Olivé, en Gràcia.
La empresa de toda la vida, Relligats Olivé, en Gràcia.

Una huella personal

Y todo ello sin perder de vista la variada tipología de encargos relacionados con el encuadernado. Desde empresas que quieren realizar una tirada limitada de, por ejemplo, libretas con visión corporativa, a estudiantes que quieren dar un buen acabado a un trabajo importante, pasando por regalos personalizados para celebrar cumpleaños de números redondos, dedicatorias especiales, recopilaciones de fotografías y de cartas de amor, etcétera. "Todo lo que vengo tiene mi huella, puedo reconocerlo enseguida, es como una especie de huella, de huella de personalidad", destaca Georgia. En fechas navideñas el volumen de ventas fue generoso, por eso es necesario también reponer las existencias y eso significa ponerle esfuerzo, diversificarse entre la restauración y la encuadernación de materiales con historia y la fabricación de nuevas historias que alguien se llevará a casa.

Georgia recuerda cómo en tiempos de pandemia trabajó más que nunca. Estábamos todos encerrados en casa y quien más quien menos buscaba distracciones, ocupaciones nuevas y salidas de la monotonía. Fueron meses de escribir diarios y dietarios, de atreverse a ordenar la memoria ya ver lo que salía, de ordenar millones de viajes y encuentros familiares. Y como una conspiración en contra de tiempos digitales, mucha gente optó por la tangibilidad analógica: editarlo en papel y encuadernarlo con sutileza y buen gusto.

Si Relligats Olivé no es centenaria, poco le falta. Los abuelos de Georgia tuvieron una lechería y una granja. Hoy es un gozo contemplar la maquinaria antigua –encuadernar, coser lomos y pliegues, religar, prensar papel– que no solo es de decoración sino que funciona como el primer día. Y el olor del papel recién cortado, ¡ah, qué olor!

stats