Lagarde continúa restando importancia a la subida de la inflación: "Es temporal"

El BCE descarta subir los tipos y solo aprueba una ligera ralentización de las compras de deuda pública

4 min
Christine Lagarde, presidenta del BCE, en la rueda de prensa de este jueves a la sede de la institución en Frankfurt (Alemania).

BarcelonaLas subidas de precios continúan sin preocupar al Banco Central Europeo (BCE), que ha anunciado este jueves que mantiene prácticamente sin cambios su política de estímulo de la economía. La presidenta de la institución monetaria, Christine Lagarde, ha asegurado que la inflación era "temporal" y que se solucionaría en 2022.

El único cambio que hará el BCE es al PEPP (el programa de compra de deuda pública puesta en marcha a raíz de la pandemia). El banco ahora reducirá el ritmo de compras. Lagarde espera que el programa, que prevé desembolsar hasta 1,85 billones de euros en compras de deuda de los gobiernos de la eurozona, se pueda retirar del todo en marzo de 2022, la fecha prevista inicialmente, aunque no se haya gastado todo. El PEPP ha sido el principal estímulo monetario para apoyar a la economía europea durante la pandemia, y por eso la presidenta ha justificado la ralentización de las compras con la recuperación gradual de los últimos meses.

Así pues, pocos cambios. El programa fijo de compra de deuda del BCE (denominado APP) desembolsará 20.000 millones de euros mensuales, como era habitual desde antes del estallido del coronavirus, mientras que el programa TLTRO-III, que da financiación barata a los bancos (la llamada coloquialmente barra libre a la banca), también continuará sin cambios como mínimo hasta diciembre.

El BCE tampoco tocará los tipos de interés, que continuarán en el mínimo histórico del 0% en el caso del tipo básico, en el 0,25% para préstamos a la banca a corto plazo y en el -0,5% para el depósito de las entidades financieras. Cuando los periodistas le han preguntado sobre una hipotética subida de los tipos de interés para frenar la inflación, Lagarde ha remarcado que el BCE no lo preveía de ninguna forma a corto plazo. Para que se produjera, ha explicado, la inflación tendría que llegar al objetivo del 2% y mantenerse más allá de "el horizonte de proyecciones, que son poco más o menos unos tres años", así como "estabilizarse en el 2% a medio plazo". Unas condiciones que "claramente no se dan" actualmente.

"Temporalidad" de la inflación

La inflación a la eurozona está a niveles elevados en relación con los últimos años y por eso los últimos incrementos de precios generalizados a toda la zona euro han sido el punto central de discusión entre los miembros del consejo de gobierno. Concretamente, este septiembre se situó en el 3,4%, cuando el objetivo a medio plazo de la institución era mantenerlo en el 2% de media. Es decir, que en algunos momentos puede estar por encima de esta cifra y en otros por debajo, como fue el caso de 2020, cuando entró en terreno negativo durante algunos meses por culpa de la pandemia.

"Hemos hablado de inflación, de inflación y de inflación", ha dicho Lagarde. Pero las conclusiones a las que ha llegado el BCE son claras: la subida de los precios tiene unas causas muy concretas y "pasará a lo largo de 2022", según la presidenta. "Es una fuente de preocupación para los ciudadanos de Europa", ha añadido, pero el organismo tiene "plena confianza" en sus análisis, y todos apuntan a que los precios continuarán subiendo hasta finales de 2021 para volver a la normalidad a medida que avance el año que viene. "Tenemos todas las razones para creer que se desvanecerá en 2022", ha remachado, siguiendo el discurso mantenido por el BCE y el resto de bancos centrales desde hace meses.

Ahora bien, ¿cuáles son las causas de este incremento de precios? Según Lagarde, hay tres. La primera es puramente estadística y es lo que los economistas denominan efecto base: como los precios cayeron con fuerza en 2020 por los confinamientos y las restricciones, con la recuperación de la actividad económica las tasas de crecimiento de los precios son más altas de lo que era habitual, porque los precios se comparan con los de un año en donde fueron anormalmente bajos. A escala europea, este fenómeno se ve magnificado porque en 2020 el gobierno alemán redujo el IVA, lo cual supuso una caída todavía más fuerte de precios en la principal economía del continente y, cuando se ha reintroducido el impuesto a los niveles normales, se ha agravado la subida.

En segundo lugar, Lagarde ha identificado una "desconexión entre oferta y demanda" a escala mundial por culpa de la recuperación pospandemia. Cuando se han levantado las restricciones en la mayoría de países, la demanda de productos que había quedado parada se ha retomado de golpe, por lo cual las empresas productoras no dan el alcance para satisfacerla. Esto ha causado desabastecimiento y escasez de materias primeras, de componentes industriales –por ejemplo los microchips– y otros bienes necesarios para las manufacturas.

A esta escasez se han sumado problemas logísticos internacionales con el transporte de contenedores, que se paró en seco con el estallido de la pandemia y que ahora se tiene que reorganizar. Esto causa retrasos en las entregas de mercancías y encarece los costes logísticos y de transporte.

Finalmente, el aumento de la demanda mundial de petróleo, el incremento de la demanda de gas natural en China en detrimento del carbón y las tensiones geopolíticas entre Rusia y Europa y entre Algeria y Marruecos han disparado los precios de estos dos productos energéticos y, de rebote, de derivados como la gasolina y la electricidad. Sin embargo, Lagarde ha recordado que los precios de la energía "no crecen por siempre jamás" y que históricamente se acaban normalizando e incluso cayendo después de subidas repentinas como la actual.

Recuperación "fuerte"

Lagarde se ha mostrado optimista y ha recordado que el ritmo de crecimiento económico en el continente es elevado, por lo cual la actividad económica continuará creciendo hasta superar el próximo año los niveles prepandemia. Es por eso que, cuando una periodista le ha preguntado sobre si veía "peligro de estanflación" (una recesión con inflación alta), la presidenta ha mostrado su frustración: "¡No estamos viendo ningún estancamiento! Para tener estanflación de entrada hay que sufrir un estancamiento y lo que estamos viendo es una recuperación fuerte", ha exclamado.

A pesar de la buena marcha de la economía, la dirigente del BCE ha asegurado que todavía hay camino por recorrer, porque la zona euro todavía no tiene los niveles de actividad de 2019. Por ejemplo, ha recordado que todavía hay dos millones de ocupados menos que antes de la pandemia y unos tres millones de trabajadores afectados por ERTE o programas de suspensión temporal de trabajo parecidos en los diecinueve países que comparten la moneda común.

stats