Macroeconomía

¿Por qué China está en crisis?

La gran economía asiática atraviesa uno de sus peores momentos en cuatro décadas

The New York Times
4 min
Una pareja en un centro comercial de Pekín.

En el 2004, cuando la economía china surgió como una fuerza global, un grupo de investigadores empezaron a realizar encuestas a escala nacional en las que se les preguntaba a los chinos si, desde el punto de vista económico, estaban mejor que hace cinco años. El porcentaje de los que se sentían más adinerados aumentó cuando se les encuestó cinco años después, y volvió a incrementarse en el 2014, momento en el que alcanzó un máximo del 77%.

Pero el año pasado, cuando se les hizo la misma pregunta, la cifra de los que mejor económicamente estaban bajó hasta el 39%. Los resultados de esta encuesta exponen una nueva realidad: la economía china se enfrenta a una crisis sin precedentes desde que se abrió en el mundo hace más de cuatro décadas.

Hace unos años, Pekín decidió liberar su economía de la dependencia del mercado inmobiliario, sector que había apuntalado los ahorros de las familias, así como el sector bancario. Ahora, el sector inmobiliario está en crisis. Los promotores colapsaron y dejaron enormes deudas, inversiones fallidas, pisos sin vender y puestos de trabajo perdidos.

Los consumidores chinos, por sí mismos propensos a ahorrar mucho, se han vuelto aún más frugales. Las empresas que soportaron el impacto paralizante de las medidas draconianas de la pandemia han recortado salarios y han reducido sus contrataciones. Millones de licenciados universitarios que se incorporan al mercado laboral se enfrentan a grandes dificultades y la población china ha disminuido durante dos años seguidos. En un país en el que la mayoría de la gente sólo conocía el crecimiento rápido de la economía y la mejora de las condiciones de vida, la confianza se está erosionando.

En 2006, Sherry Yang abrió un negocio enfocado a la fabricación de rótulos para tiendas, vallas publicitarias y carteles en la provincia de Sichuan, en el suroeste de China. En pocos años, las empresas locales hacían tantos pedidos que Yang tenía 16 empleados y las máquinas de impresión funcionaban las 24 horas del día. Pero el negocio nunca se ha recuperado del todo de la pandemia de cóvido, asegura Yang.

Este verano, la escasa demanda ha empeorado; las ventas en julio cayeron un 70% respecto al año anterior. Yang explica que parece que todos los sectores están en crisis y que nadie gasta. "Fue el año más difícil desde que abrimos", explica. El gasto de los consumidores, que las autoridades chinas han identificado como un importante motor del crecimiento, sigue siendo débil en toda la economía.

Alibaba, la más importante empresa china de comercio electrónico, apunta que las ventas de su negocio nacional de compras online se desplomaron un 1% en primavera. Las ventas en taquilla de las películas de verano en China han caído casi a la mitad respecto al año pasado. El departamento de Agricultura de Estados Unidos pronostica que los chinos reducirán la compra de carne de cerdo y optarán por la de vacuno, que es más barata.

Varias empresas extranjeras que en su día entraron en China para aprovechar el auge económico se entablan replegando. El mes pasado, la cadena de tiendas de belleza Sephora, filial del grupo francés de lujo LVMH, anunció un recorte de personal a causa de las "dificultades del mercado". IBM anunció que cierra los dos centros de investigación y desarrollo en el país.

Además, dado que los inversores han mostrado inquietos sobre el sistema financiero chino, es improbable que los días de los grandes préstamos para infraestructuras de lujo vuelvan pronto.

El gobierno chino suspendió el año pasado la publicación de los datos de desempleo juvenil cuando la cifra alcanzó máximos históricos. Este año ha distribuido de nuevo la información, con una nueva metodología que ha rebajado las cifras. Para silenciar el debate sobre una crisis económica de gran envergadura, las autoridades han advertido a los economistas de que no establezcan comparaciones públicas entre los problemas de China y el colapso de la burbuja inmobiliaria japonesa en la década de 1980. Sin embargo, el deuda china es difícil de ignorar.

"Las consecuencias de esta crisis fiscal son un crecimiento más bajo", dijo Alicia García-Herrero, economista jefe para la región Asia-Pacífico del banco de inversión Natixis.

China ha pronosticado que su economía crecerá en torno al 5% este año, un ritmo mayor que el de la mayoría de las principales economías, aunque ahora esto puede estar en entredicho. Un aumento sin precedentes de las exportaciones, que inundan el mundo de vehículos eléctricos, baterías y electrodomésticos, impulsa el crecimiento económico de China. Pero el exceso de oferta resultante también está socavando la rentabilidad de las industrias manufactureras de alta tecnología del país.

A esto se suma el hecho de que para un gran número de jóvenes no hay puestos de trabajo. En julio, la tasa de paro entre los jóvenes de 16 a 24 años superó el 17%, frente al 13% de junio.

Winnie Chen se licenció este verano en auditoría en Nanchang, una ciudad del sudeste de China. Se presentó a las oposiciones a funcionario en marzo, pero no logró trabajo, al competir con cientos de aspirantes. Después empezó a buscar trabajo en el sector privado: envió mensajes a 1.229 empresas en una aplicación de búsqueda de empleo y solicitó 119 puestos en contabilidad, comercio electrónico, redes sociales y otros sectores. Tras decenas de entrevistas, recibió algunas ofertas, pero con condiciones “absurdas”.

En una, el salario inicial era de 380 dólares al mes. Otra compañía le dijo que debería trabajar los festivos y que no recibiría días libres a cambio. Le ofrecieron un puesto de maquilladora, pero le rechazó al enterarse de que debería trabajar en un club nocturno.

“Da la sensación de que ahora hay demasiados licenciados universitarios, demasiada gente, pero muy pocos trabajos”, dice Chen, quien señala que muchos de sus compañeros de clase no tenían trabajo. "La economía está muy mal".

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