Las responsabilidades compartidas por contener la peste porcina

Una explotación porcina en una imagen de archivo
30/11/2025
3 min

La llegada de la peste porcina africana (PPA) es una muy mala noticia. El sector porcino es clave en Cataluña. Hay una cabaña de 7,9 millones de cerdos, casi tantos como habitantes, y el pasado año, por ejemplo, se exportó por valor de 1.144,39 millones de euros, según datos de la Generalitat. De momento lo que está afectado es esto, las exportaciones, pero si la peste se acabara extendiendo, también afectaría al comercio interno, ya que si se detecta un caso en una granja todos los ejemplares deben ser sacrificados. La posibilidad de que Pepa (como llaman veterinarios y ganaderos) se extienda, pues, es una pesadilla que puede afectar a todo el sector y suponer pérdidas millonarias para los ganaderos y la eliminación de muchos puestos de trabajo relacionados con toda la cadena de la industria alimentaria. Por eso existe ese interés en detener el foco en el perímetro en el que se han encontrado los primeros jabalíes infectados, los seis kilómetros de Collserola alrededor de la Universidad Autónoma.

De momento, ayer el departamento de Agricultura informaba de que ya se ha podido monitorizar el 70% de esta área y de que se han encontrado más ejemplares muertos, aunque la cifra total no se sabe todavía porque no todos los cadáveres han dado positivo en PPA. Sin embargo, en toda Collserola se calcula que hay unos 9.000 jabalíes, lo que dificulta mucho el control. De hecho, la Generalitat quiere que se viertan todos los esfuerzos, por lo que ha aceptado también el apoyo de la UME, no sólo de la unidad especializada en cinegética, sino también cualquier otra unidad que permita controlar y hacer seguimiento del recinto. Todos los cuerpos de seguridad, tanto los especializados como los que no, han sido movilizados en el dispositivo que quiere evitar, por un lado, que los jabalíes salgan de Collserola y esparzan la peste en otros lugares –por eso se evitan las redadas de cazadores, que les asustarían y les harían correr–, y, por otra, que la controlan. involuntariamente.

Sin embargo, se ha visto este fin de semana que esto es muy difícil. La PPA no es un peligro de salud pública para las personas porque sólo afecta a los cerdos, tanto domésticos como salvajes, y por tanto la alarma la tienen en el sector pero no la población en general. Así, aunque el acceso a Collserola está prohibido, las imágenes de gente que iba a pasear o correr han sido una constante el fin de semana. Este menfotismo insolidario es muy peligroso, porque cualquiera de estas personas, sea en las suelas de los zapatos o en las ruedas de las bicicletas, pueden ser agentes que transporten el virus hacia otras zonas. Sin embargo, se vio en el tiempo de la pandemia que no es fácil sancionar las malas conductas ni controlar la libre circulación de personas.

En definitiva, contener esta plaga es trabajo de todos. La responsabilidad principal es de los ganaderos, que deben extremar las medidas de seguridad y de control biológico. Las administraciones deben controlar e impedir la extensión entre los cerdos salvajes, y la superpoblación de jabalíes, que lleva tiempo denunciando, demuestra que algo no se ha hecho bien en este sentido. Y, finalmente, también tiene sentido apelar a la responsabilidad de los ciudadanos, sobre todo a los de los 76 municipios que forman parte del área de vigilancia, pero también a los de todo el país. El descalabro que provocan estos virus invisibles nos acaba afectando a todos.

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