¿Y si la clave de la felicidad consistiera en saber afrontar los problemas?
Hablamos con Francesc Miralles y Àlex Rovira, autores del libro 'Homo solver', que propone aprendizaje para resolver los grandes desafíos de la vida
BarcelonaLa vida es, en esencia, un desafío constante. Las personas más sabias lo saben: nuestro paso por este mundo es una inevitable sucesión de dificultades. La pérdida de un ser querido, la muerte prematura de alguien cercano, enfermedades inesperadas, hijos que atraviesan momentos oscuros, traiciones de socios o amigos... La lista puede parecer interminable, ya menudo lo es; a medida que envejecemos, estos obstáculos parecen multiplicarse. Pero no basta con ser conscientes de esta realidad. Lo que marca la verdadera diferencia no es lo que nos pasa, sino cómo decidimos afrontarlo y, sobre todo, cómo aprendemos a resolverlo.
Con esta premisa se acaba de publicar Homo solver (Kitaeru, 2025), el nuevo libro de Àlex Rovira y Francesc Miralles, autores de otros logros como Ikigai y La buena suerte.En esta nueva obra, ambos nos proponen un nuevo salto evolutivo: dejar de ser sólo Homo sapiens (lo que sabe) para convertirnos en Homo solver (lo que resuelve).
"Nos educan para acumular conocimientos, pero no nos enseñan a resolver los desafíos de la vida real", explica Àlex Rovira. Por eso en el libro los autores han sintetizado quince desafíos esenciales, diferenciados en cinco partes. De esta forma, los capítulos recorren aspectos que van desde el descubrimiento y la gestión personal hasta la resiliencia y la aceptación, tratando aspectos como las relaciones, el aprendizaje, la templanza, el estoicismo y la plenitud.
"No venimos a la vida para ser felices, sino para resolver problemas y crecer a través de ellos", apunta Francesc Miralles. En una línea similar, Álex Rovira añade: "La vida no está diseñada para hacerte feliz, sino para desafiarte constantemente, para vivirla e ir superando vallas." Y es precisamente en la medida en que aceptamos esta realidad –que la vida es un camino lleno de retos más que un lugar de estancia cómodo– que, tal vez, como por sorpresa, "la felicidad nos puede pellizcar de vez en cuando".
"Lo que nos viene a decir elHomo solver es que no hace falta que busques desesperadamente la felicidad, la alegría o un sentido concreto en la vida, porque todo esto te irá llegando en pequeñas dosis si eres capaz de trabajar para solucionar todo lo que la vida te vaya poniendo delante", explica Miralles. Y aún añade: "Nunca dejaremos de tener que afrontar desafíos; la clave es aprender a convivir con ellos y seguir avanzando".
Aceptar lo que viene
Por todo ello los autores creen que es importante educar para asumir que la vida es difícil, y que hay cruces naturales que tendremos que ir pasando para después poder decir que las hemos afrontado. Ahora bien, no debe confundirse aceptación con resignación. "La resignación es una energía de retracción y de fuga. Balzac decía que la resignación es el suicidio cotidiano", explica Rovira. La aceptación, en cambio, es una energía de serenidad, de no huir. "Es estoicismo puro: lo que puedo cambiar, lo cambio; lo que no, lo acepto. Y dentro de esta aceptación sí que puedo cambiar la forma en que lo vivo", continúa.
Para los autores, la aceptación es un mecanismo que nos permite "desneurotizarnos" y madurar. "Puedes pensar «envejeceré», aceptarlo y olvidarte del bótox", dice Rovira. Aceptar la vida tal y como viene, no hacer dramas ni añadir drama al drama, son algunos de los puntos que nos aconsejan Miralles y Rovira en el libro. "Cuando has recibido muchas hostias puedes devolverte un cínico o morirte, o puedes abrazar estas hostias como las claves de Quiron, con gratitud –dice Rovira–. Y si te preguntas para qué sirve la vida, como decía José Luis Sampedro, es para comprender y no estorbar". Y todavía continúa: "Nadie va en tu contra, cada uno hace lo que puede con lo que tiene, por lo tanto intenta no molestar y hacerlo fácil: si te han prestado, vuelve; si has ensuciado, limpia; si has abierto, cierra. Esto es un Homo solver, una persona que soluciona".
Y cuando lleguen los momentos más oscuros, aquellos días en los que todo parece pesar más de la cuenta y la luz cuesta encontrar, siempre se puede seguir el ejemplo que se narra en un cuento de Anthony de Mello. En este relato, un hombre atormentado por la tristeza y el desaliento se puede abatido. El maestro le responde con sencillez: "Anima a los demás".