Cocina

Cocina de barrio para chuparse los dedos

Sin tener que alejaros mucho del centro de Barcelona se pueden probar restaurantes donde hacen comidas de categoría y a la vez descubrir lugares que todavía no habéis pisado nunca

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El bar Torrente

El concepto que tenemos de hacer vacaciones puede haber dado un giro inesperado con la pandemia. Por segundo año consecutivo, el verano lo hemos tenido que pasar más cerca de casa que de costumbre, así que los días de descanso que nos quedan pueden ser una oportunidad para explorar lugares próximos que nunca antes nos habíamos planteado pisar. Una buena excusa puede ser ir por la oferta gastronómica. Tanto si sois de Barcelona como si venís de visita, hay restaurantes que merecen que nos desplacemos hasta un barrio menos céntrico o hasta una ciudad vecina, como Badalona o Santa Coloma de Gramenet, para disfrutar de su cocina y descubrir los atractivos de los alrededores. Por norma general, es conveniente que reservéis antes si queréis aseguraros una mesa.

Almarge

Carrer de Lleó, 79. Badalona.

Se ubica en una calle discreta del centro, al lado del edificio antiguo del Mercado de Maignon. Lo abrieron Marta Rombouts y Germán Cipriano en diciembre del 2019 para ofrecer una cocina con base tradicional catalana pero puesta al día, con vinos de productores pequeños y en un local diseñado para ser agradable. Solo sirven a la carta y procuran dar protagonismo al producto de temporada. Para Cipriano, el verano es sinónimo de tomate, con platos como cola de vaca con tomate y oliva negra. También destacan el pimiento confitado con corazón de burrata o el asado de cordero xisqueta con berenjena escalivada.

El nombre es un juego de palabras (Mar de Marta y Ge de Germán) con significado, empezando por el hecho que descartaron ubicar el restaurante en Barcelona. "Vimos que ya empezaba a estar muy saturada de lugares, y teníamos muy claro que queríamos trabajar con clientela local, no con turistas", explica Rombouts. Almarge también está vinculado al hecho de que tiene una oferta gastronómica diferente de la que se encuentra en Badalona, y con Alkimia y Al Kostat, los dos restaurantes del chef Jordi Vilà: Rombouts y Cipriano se conocieron trabajando con Vilà. Reabren después de las vacaciones este miércoles 25 de agosto.

Restaurante Almarge, de Badalona.

La Marcelina

Calle de Costa Rica, 24. Barrio de la Sagrera de Barcelona.

El menú de mediodía tiene mucho recorrido, más allá del bistec con patatas. Es la idea que ponen en práctica Alexandra Salas y Fran Guillén desde septiembre de 2019, con un menú de entre semana a 13,50 euros. Los platos cambian cada día, y en algún caso hay un suplemento de un par de euros. Entre las opciones recurrentes figuran las tortillas, fideus rossejats y los platos de cocción lenta, como la costilla de cerdo, jarrete o tarrina (de manitas de cerdo, de ternera o de cordero). Los jueves hacen arroz, como el de sofrito de sepia y lagarto. Los postres también son caseros, entre los cuales figura la torrija caramel·litzada.

Salas explica que pretenden sobre todo "trasladar al menú del día la filosofía de la cocina tradicional catalana con algún toque más moderno". Se reflejan en La Pubilla de Gràcia, de donde Guillén fue jefe de cocina del turno de cenas. En el pasado, el local de la Marcelina había sido una bodega con vivienda donde ya iba a comprar el padre de Salas, la cual estudió bellas artes, así que el cuidadoso rediseño del espacio ha sido todo idea suya. La reapertura posvacacional es este lunes 23 de agosto.

El Bar Torrente, en Sant Andreu

Bar Torrente

Calle de Parellada, 28. Barrio de Sant Andreu de Barcelona.

Al frente está el cocinero Roger González, a quien le gusta "dar de comer bien", al alcance de muchos bolsillos y huyendo del "postureo de Instagram" que se ha instalado en algunos restaurantes. Después de casi media vida de experiencia trabajando para otras personas, este verano ha cumplido dos años desde que abrió su restaurante, después de transformar un bar de aquellos de toda la vida (en el local ha habido desde el 1969, con vivienda incluida). Dice que la pandemia lo ha ayudado a ver qué quiere en la vida y, de aspirar a un bar de tapas donde también hacían menú de mediodía, se ha centrado en ser una tasca gastronómica a la carta mediodía y noche.

Le gusta cambiar los platos en función de la temporada, pero algunos se han quedado fijos a petición de la clientela, como la coca libanesa con romesco, berenjena ahumada, tomate escalivado y sardinas, así como el mollete de mejilla de cerdo en salsa de vermut. Le gusta la cocina japonesa, y por eso algunos platos tienen un toque del país nipón, como la ventresca de atún con salsa ponzu. De postre, pastel de queso manchego. Para González, "se pueden hacer cosas chulas y con producto de calidad a precios razonables". No ha parado por vacaciones, pero a finales de septiembre prevé cerrar temporalmente para hacer reformas. 

Víctor Quintillà, cocinero del Lluerna, en Santa Coloma de Gramenet.

Lluerna

Avenida Pallaresa, 104. Santa Coloma de Gramenet.

Restaurante con estrella Michelin que funciona desde 2001 con Mar Gómez en la sala y Víctor Quintillà en la cocina. El 2017 se trasladaron a donde están ahora, y al lado abrieron el bar Verat, una propuesta más informal y asequible. Procuran ofrecer una cocina muy arraigada en el territorio con ingredientes de proximidad. A diferencia otros restaurantes de renombre, la mayoría de comensales son locales. "Nos da más libertad y la posibilidad de hacer una cocina más arriesgada dentro de nuestra identidad", dice Quintillà. Uno de los platos más icónicos de su carta de verano es el corazón de berenjena blanca, que se deshace a la boca. También hacen un arroz meloso de gambas, las cuales cubren el plato en forma de carpaccio, y elevan el gusto.

Además de la carta, ofrecen varias opciones de menú, que oscila entre los 47 euros el de entre semana y los 88 euros el más completo, vinos aparte, los cuales intentan que sean "con personalidad", detalla Gómez: priorizan los ecológicos y naturales, y donde se pueda ver el territorio de donde son y quién los hace. Algunas mesas del restaurante tienen visión directa a un pequeño oasis verde, con una cocina económica en el centro rodeada de plantas. En el reservado cuelgan mensajes de la clientela de una luz. El 31 de agosto vuelven de las vacaciones.

Granja Elena

Passeig de la Zona franca, 228. Barrio de la Marina del Port de Barcelona.

Negocio familiar convertido en referente de los restaurantes barceloneses alejados del centro. Se le ha asociado la etiqueta "alta cocina de barrio" y consideran que les encaja bastante bien. Lo abrieron en 1974 el padre y la abuela de Borja Sierra, el cual se ocupa de los fogones. El establecimiento de hoy en día no tiene nada que ver con su primer precedente –una granja donde se podía echar un bocado– ni tampoco con cómo se iniciaron los Sierra Calvo: el padre llegó a abrir bien pronto (a las 5.00 h) para atender a los trabajadores que salían del turno de noche de fábricas como la Philips y la Pirelli. Ahora siguen haciendo almuerzos (a partir de las 07.00 h) y comidas.

Por la mañana tienen bocadillos y opciones de tenedor (capipota, fricandó, albóndigas o huevos fritos) y, a la hora de comer, una carta que cambia casi cada día. Se puede comer tomate de Barbastro con ventresca de atún, pichón asado, cococha de atún al horno o anémonas fritas ahora en verano, cuando es temporada. También disponen de una cuidadosa selección de vinos y de un pastel de queso en homenaje al cocinero Hilario Arbelaitz, que hace disfrutar de lo más, y que de vez en cuando Sierra prepara para que sea para llevarse a casa. "El objetivo es producto, calidad, buena cocción y servicio", asevera, y dice que hay quién se sorprende de dónde están: "Ha pasado muchas veces que un cliente viene con alguien nuevo que pregunta: «¿Dónde me traes?»" Para descubrirlo, el 31 de agosto reabren después del paréntesis vacacional. 

La Granja Elena.
Què hacer antes o después

Si queréis hacer hambre o bajar la comida, apuntaos algunas ideas. En Sant Andreu, podéis pasear por los callejones del casco antiguo, y en la Sagrera, por el Parque de la Pegaso o la plaza Masadas o descubrir la actividad cultural de la Nau Bostik, donde se puede tomar algo. En el caso de Marina, podéis aprovechar y visitar el monumental cementerio de Montjuic o perderos por los rincones verdes de la montaña. En Badalona, podéis caminar por el paseo Marítim o adentraros en su ingente pasado romano con una visita al Museo de Badalona. En Santa Coloma, podéis hacer una incursión a la cordillera de Marina o, si sois más de camino plano, podéis ir al Parque Fluvial del Besòs, que os puede llevar hasta el mar, al lado de las Tres Chimeneas de Sant Adrià de Besòs.

Por si tenéis ganas de más

Si os apetece descubrir todavía más opciones, echad un vistazo a estos otros restaurantes barceloneses. A Sant Andreu se ha trasladado la Otra Cosa Taberna (Carrer Gran de Sant Andreu, 45), donde podéis empezar probando una ensaladilla fuera de lo común. En Marina tenéis la Bodega Pasaje 1986 (Gran Via de les Corts Catalanes, 162, local 32), que llama la atención por platos como la raya al ajo quemado y sin cartílagos. Si a pesar de todo no queréis alejar del centro, podéis probar la cocina tradicional de la Polleria Fontana (calle de Sant Lluís, 9, en el barrio de la Villa de Gràcia) o bien deleitaros con uno de los bocadillos y tortillas para almorzar a la Bodega Montferry (calle Violant d'Hongria Reina d'Aragó, 105, en Sants).

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