Empieza el frío y florecen los 'brunch'

Las propuestas de 'brunch' se multiplican en la capital catalana en pleno otoño y se adentran en gustos que vienen de Asia, América u Oriente Medio

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Los huevos a la benedictina  son uno de los platos estrella de los brunch, puesto que combinan un ingrediente habitual del almuerzo como el huevo con una preparación más bien de comer

BarcelonaEl brunch es hoy en día una industria en sí misma. Una industria que anda sola gracias a las incuestionables ventajas que tiene esta magnífica mezcla de desayunar y de comer –el origen de la palabra es la mezcla de breakfast y lunch– que los ingleses se inventaron a finales del siglo XIX. Desde entonces han pasado más de 100 años pero, lejos de perderse, esta tradición ha seguido imparable y ha conquistado a medio mundo. Se practica en oriente y en occidente; por precios muy económicos y también en versiones de lujo; en restaurantes e, incluso, también en las casas de la gente, puesto que hay a la venta libros muy gruesos que explican cómo cocinar las recetes estrella de esta comida hedonista, que se suele practicar los domingos pero que se puede hacer cuando sea, puesto que el ingrediente clave del brunch es su flexibilidad en todo.

El origen del brunch lo encontramos en las familias nobles y burguesas inglesas de las últimas décadas de 1800. Como los domingos los empleados de las casas poderosas de Inglaterra tenían la tarde libre y no podían servir a sus patrones, les preparaban un bufete con todo tipo de delicias para que les fuera fácil servirse a ellos mismos lo que necesitaran a lo largo del día para comer y para disfrutar hasta que los criados volvieran de su limitado descanso. Hoy en día hay restaurantes especializados en brunch que no solo trabajan en domingo sino que ofrecen este estilo de menú cualquier día de la semana. ¿Por qué se tendría que limitar una fuente de placer a un solo momento?

Cuando alrededor de 1930 los norteamericanos hicieron suya la herencia británica del brunch, las horas en las que se solía degustar eran entre la mañana y como mucho las 13 horas, pero la realidad actual es muy diferente. Más todavía en España, donde los horarios gastronómicos siempre se inclinan a la franja tardía. Por todo esto, algunos establecimientos ofrecen su brunch en horarios que llegan hasta media tarde, cosa que hace que la br de breakfast no tenga ningún sentido semántico. Tanto es así que, por su variabilidad horaria, ya han brotado algunas versiones nuevas del brunch. Por ejemplo, el blunch, que se da cuando es tan tarde que casi no tiene nada de breakfast y solo es lunch. También está el briner, cuando se trata de una cena un poco antes de tiempo con recetas que también podríamos encontrar en el brunch. Para acabar, el más potente de todos es el drunkfast, que resulta cuando la deformación del desayuno clásico no es ni horaria ni gastronómica sino que se debe únicamente al hecho de que se incorporan cócteles.

El brunch, que era un concepto elástico ya desde su génesis, ha llevado su maleabilidad hasta todo tipo de límites actualmente. Una buena muestra de todo esto la encontramos en Barcelona, donde muy pocos establecimientos se han podido resistir al tirón comercial de esta comida, que cada local aborda con su sello propio, cosa que propicia que en la capital catalana haya un brunch para el gusto de cada comensal. Desde los más similares a los que celebraban constantemente las cuatro protagonistas de Sex and the city hasta otros completamente familiares o basados en cocinas más exóticas o saludables. A continuación, hacemos un breve repaso de los más destacados.

Un 'brunch' de inspiración israelí

Balabusta es el nombre que recibe en yidis la mujer que lleva todo el trabajo de la casa adelante sin perder ni un minuto. Parece que esta sería también la definición de Ronit Stern, que después de triunfar con su primer local, el Auto Rosellón, este verano dio un paso más con un pequeño local denominado La Balabusta, donde las recetas de su Israel natal tienen un lugar destacado. Ni seis meses después de abrir, ya ha lanzado su carta específica de brunch, de la que se puede disfrutar sábados y domingos entre las 11 y las 16 horas.

La propuesta cuenta con platos tan populares como el humus o el babaganush y con recetas más particulares como la de la shakshuka –un plato de tomates y huevos guisados– con garbanzos y yogur o la de burekas –similares a una empanadilla– rellenas de espinacas y quesos artesanales. Entre los platos principales de su brunch, que no es a precio cerrado y que permite hacértelo a medida de tu hambre, también hay platos completamente internacionales como la tostada de aguacate, el gofre con pollo frito o la French toast. Los platos más potentes de la carta son tanto de pescado como de carne y destacan los boquerones rebozados con alioli de higos o la costilla de vaca con silán, miel y salvia. Los postres, donde el dátil, el yogur o la miel son los reyes, son un gran sello para el brunch de la chef Stern, que sale por entre unos 20 y unos 40 euros.

En formato menú degustación

Como todo en la vida, la experiencia del brunch se puede llevar tan arriba como se quiera. En Barcelona, uno de los mejores lugares donde se podía esperar esto era el Hotel Majestic, el cinco estrellas gran lujo más antiguo de la ciudad. En su tranquilo restaurante Solc, ubicado en el primer piso, el chef Nandu Jubany –con una estrella Michelin– ofrece una propuesta de brunch que se basa en la filosofía farm to table habitual del local y que, además, recupera recetas clásicas que el hotel servía a sus huéspedes a principios de siglo.

Así, los domingos de 12.30 a 16.30 h el establecimiento se convierte en un espacio donde degustar entrantes fríos como el paté croûte con encurtidos caseros; una degustación de marisco que incluye navajas del Delta de l'Ebre, ostras y langostinos cocidos; o platos de temporada que a estas alturas, por ejemplo, incluyen setas. Entre los platos calientes, sobresalen los huevos Benedict; el canelón de pollo de granja tan característico de Jubany; la lubina dentro de la costra de hojaldre, o el filete de ternera con pimienta.

En total, se trata de un menú cerrado con una docena de platos todos servidos en la mesa por los camareros del Solc y que se complementa con un bufete de postres hechos en el hotel y servidos por el pastelero del establecimiento. En este surtido se puede encontrar desde pastel de limón y avellana hasta gâteau de Savoie, o el babà con ganache de limón. Zumos naturales exprimidos allí, tés, cafés y una copa de champagne de bienvenida completan esta lujosa experiencia, que sale por 65 euros por persona.

Con el huevo como protagonista

En el barrio de Sant Antoni se ha convertido en tendencia últimamente un brunch que tiene los huevos camperos made in Cat como estrellas de la comida. En The Egg Lab - Brunch tienen una carta que ellos definen como egg-based y que se inspira en recetas llegadas desde Oriente y desde Occidente. Además de haber escogido un ingrediente que no tiene rivales y gusta a casi todo el mundo, sus dos fundadores también han tenido buen ojo para escoger a sus proveedores. El pan se lo traen del Forn de Sant Josep, un establecimiento artesano que les hace el pan de brioche a la medida de sus necesidades. Los huevos, como no podía ser menos, también son de proximidad y los traen de la granja de Sant Lluís, de Dosrius.

Los elementos que más fama les han dado son las tostadas y los cócteles. Las tostadas saben a todas partes. Hay una asiática que lleva pato desmigado, una norteamericana con pulled pork con salsa barbacoa, y una de estilo típicamente saludable con aguacate. Todas llevan dos huevos que el comensal puede elegir cómo quiere, si a la benedictina, planchados o revueltos. La gran estrella es el Egg Sandwich, con una suculenta mayonesa de trufa y toda una serie de otras maravillas en su interior. Entre los cócteles hay Bloody Marys y Mimosas. También hay dulces, no os preocupéis.

Con regusto asiático

La potente apuesta que ha hecho el restaurante Salvaje en Barcelona desde que abrió a principios de este año no se apaga. Ahora acaba de lanzar su versión del brunch, que ha bautizado como Monkey Brunch. En consonancia con el ambiente festivo y desenfadado del local, su brunch consiste en una selección de sus selectos platos de pescado crudo, que ellos definen como "el lado más salvaje de la gastronomía japonesa".

En un ambiente de inspiración tropical y opulento que tiene a la música como protagonista y también momentos de coreografías por parte del staff del local, Salvaje propone un menú de cuatro tiempos por 35 euros al que se puede añadir un cóctel por 15 euros más. Entre los platos, hay desde sopa de miso o edamames hasta rollitos de California o rollitos de salmón picante. También incluye platos como ramen de ternera o la tortilla al estilo japonés, llamada tamago. En cuanto a postres, se puede elegir entre un pastel de yuzu o helado de fresa.

Para desayunar a la americana

¿A quién no lo ha seducido en alguna ocasión un diner de los que aparecen en las películas norteamericanas, con sus camareras paseando con jarras llenas de café por el local? Esto es lo que le pasó a Majid Alad cuando vivió en EE.UU. y no se lo había podido quitar de la cabeza cuando volvió. Tanto es así que él y su hermano han decidido convertir el Fish&Chips que tenían en Aribau con Diputació en "el único diner de Barcelona", tal como explica Alad, que le ha puesto el nombre de Durango por una canción de Bob Dylan llamada Romance in Durango.

Con la singularidad de que está abierto –¡y la cocina también!– hasta las tres de la madrugada cada día, su horario de desayunar/brunch está tirando mucho. Sobre todo, los pancakes salados –que sirven con cheddar, bacon y un huevo frito–, el club sándwich y el sándwich de pastrami. Su carta no es precisamente light y esto se tiene que agradecer en un tiempo en el que la tendencia por la salud ha casi extinguido algunas recetas dietéticamente beligerantes que puntualmente pueden apetecer. Tienen hamburguesas con bogavante al champán; tienen un plato de huevos revueltos con chili típico de la ciudad mexicana de Durango que se llama Atropellado, y tienen un bocadillo de ostras rebozadas. Los cócteles tampoco se quedan cortos: hay uno que se llama Bitcoin que lleva ginebra y oro en polvo. Con cóctel incluido, el precio de una buena comida serán unos 25 euros como mínimo. La satisfacción está garantizada, puesto que los hermanos Alad han demostrado que saben lo que hacen con los 11 restaurantes que tienen ya entre Barcelona y Madrid.

Pequeña terraza llena de cócteles

El céntrico Hotel Kimpton Vividora, ubicado en la calle del Duc, 15, tiene una de las terrazas más discretas pero con mejores vistas de Barcelona. Por su altura ligeramente por encima del resto de edificios vecinos y por su orientación, tiene unas privilegiadas vistas de la catedral y de todo el Barri Gòtic. En este contexto, el hotel ofrece un brunch al aire libre y acompañado de los ritmos musicales más actuales que no defraudará a los que tienen más ganas de fiesta.

Por 28 euros por persona, entre las 11 y las 13 horas de los sábados y domingos, en la Terrassa de Vivi permite degustar crema de yogur griego con frutos rojos con menta y muesli; fruta fresca de temporada, y un plato a escoger. Entre los platos a escoger hay desde una tostada integral de aguacate con salmón ahumado y queso crema hasta pancakes con frutos rojos y sirope de arce. Uno de los grandes atractivos de su propuesta es que no ponen límites a los Bloody Marys ni a las Mimosas que se pueden consumir en su horario de brunch. La terraza no es muy grande –cosa que aumenta su atractivo...–, así que mejor no llegar muy tarde.

Con aroma italiano

Nacido en el barrio londinense de Mayfair, el Cecconi's cuenta con sucursales en otras grandes ciudades. En Barcelona, donde está desde 2016, este restaurante ubicado en la planta baja del Hotel Soho House acaba de estrenar su Sunday Feast, que habían dejado de hacer cuando cerró el establecimiento a raíz de la pandemia. La fiesta gastronómica, que solo tiene lugar los domingos desde las 12 hasta las 5 de la tarde, tiene un marcado acento italiano, puesto que los platos que lo diferencian del resto de brunches que tienen lugar en Barcelona son las pizzas, los raviolis con ricotta y tomate, el risotto de setas o la lasanya. Completan su propuesta platos clásicos como las ostras, el tartar de atún, la lubina y salmón al horno, una amplia selección de embutidos y quesos; y, para acabar, opciones vegetarianas.

El brunch del Cecconi's, que es un all you can eat, permite a sus comensales acabar con platos como sus aplaudidos profiteroles, pastel de chocolate, limón, fresa o calabaza y el pastel de banoffee, hecho a partir de plátano y toffee. La comida cuesta 55 euros e incluye una copa de bienvenida, que puede ser una Mimosa o un Aperol Spritz. Una amplia carta de vinos de todas las regiones de Italia y cócteles como el Chinotto Americano son el valor añadido de la propuesta. Con una cocina abierta donde se puede ver cómo se cocinan los platos que se sirven, el Cecconi's acaba de proteger la barra donde los comensales se pueden servir el brunch con pantallas para aumentar la seguridad en la propuesta.

Sano y de fórmula abierta

El norteamericano Christopher Fuchs, el danés Rasmus B. y el chef francés Benjamin Bensoussan convirtieron su frustración de no encontrar un espacio de comida sana y deliciosa, rápida y asequible en su apuesta empresarial. Después de tres años de proyecto, se lanzaron y ahora ya tienen cuatro restaurantes Honest Greens en Barcelona. Ingredientes de proximidad, de temporada, no procesados, sin aditivos, producidos responsablemente y de productores locales son el mantra de la casa, que últimamente se ha convertido en un espacio donde mucha gente acude a hacer un brunch. Sobre todo en el local de la calle Tusset, más tranquilo que el resto.

Entre las propuestas disponibles –no hay un menú cerrado– hay tostadas como la de aguacate con tahina, pancakes sin gluten con ricotta, burritos, porridge de avena, el bol de palmito de Brasil, el brownie de coliflor o cupcakes de remolacha. Además de bebidas frías y calientes, su carta cuenta con una nutrida propuesta de zumos exprimidos en frío hechos cada uno –de 330 ml– con un kilo de vegetales. El precio varía mucho dependiendo del hambre pero los platos difícilmente superan los 10 euros.

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