Si en Navidad tienes que sentarte con tu cuñado, no te desesperes

Cómo escabullirse cuando aparecen temas espinosos en la mesa, como el covid o la vacuna, o cómo sobreponerse ante una silla vacía

Una comida de Nadal
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BarcelonaLas fiestas navideñas vuelven a estar aquí, y este año acompañadas de una buena dosis de incertidumbre: ¿nos podremos reunir por Navidad? Con la evolución de la pandemia tendremos que ser muy prudentes, pero en muchas casas existe el deseo de volver a compartir mesa –aunque sea con pocas personas–. El crecimiento de contagios de los últimos días puede motivar dudas sobre la conveniencia de reencontrarse, y no son las únicas que pueden surgir. En algunas familias quizás hay que afrontar la idea de que haya una silla vacía por la muerte de una persona querida, o el temor a que la comida acabe protagonizada de nuevo por algún enfrentamiento dialéctico difícil de digerir sobre un tema delicado, como la conveniencia o no de vacunarse. El saber popular atribuye las salidas de tono al cuñado, pero no tiene por qué ser el protagonista, y hay maneras para tener una velada en paz y sin perder los estribos.

La Navidad nos pone a prueba en muchos aspectos y puede ser "enriquecedor, desgastante o todo a la vez", afirma la psicóloga Begoña Elizalde, que coordina el Grupo de Trabajo de Luto y Pérdidas del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya (COPC). Lo primero que no podemos evitar este año es convivir con la incertidumbre de si será posible celebrarlo como queremos. La incertidumbre se nos ha hecho muy patente durante la pandemia y ya va siendo hora de asumirlo. "Que la vida es cambio constante y que no podemos hacer planes ni para cinco minutos después estaría bien saberlo", defiende Elizalde. Para la psicoterapeuta Dolors Liria, que es vicedecana del COPC, no hay mucho remedio para afrontar la incertidumbre, más allá de "vivir el presente y ver qué puede estar en nuestras manos", para evitar avanzarnos a posibles escenarios futuros, porque no llevan a ninguna parte.

Encontrarse o no encontrarse: esta es la cuestión

El debate que puede haber a estas alturas es si reunirse en las fechas señaladas o en qué condiciones es mejor hacerlo. Hay quien se puede ver tentado de excluir a alguien de una comida porque no está vacunado. Elizalde considera que puede ser una discriminación ante una decisión tomada libremente (no vacunarse) y recomienda actuar de la manera que proporcione más tranquilidad y recuerda que "en todo caso, son los no vacunados los que tienen más posibilidades de desarrollar una enfermedad más grave". "Ponte desde el corazón en la situación por la que dudas y haz aquello que te dé más paz". Propone encontrar puntos de acuerdo, como hacerse un test de antígenos, tomar el vermut en el balcó o acoger a alguien que no era bienvenido en otro hogar. En todo caso, si finalmente no se puede celebrar la Navidad en familia como estaba previsto por algún positivo covid, Liria recuerda que es necesario "darse el permiso para estar de mal humor" por este hecho, y se pueden encontrar maneras para mantener el contacto ese día, aunque sea por videollamada, u organizar la comida otro día cuando sea factible.

Puede haber otros aspectos a hablar antes en caso de que se mantenga el encuentro, como cuando se vive la ausencia de una persona querida porque ha muerto recientemente. Elizalde considera que es bueno plantearse en familia qué se quiere hacer por Navidad, y tienen que decir la suya desde la abuela hasta los niños. "Que cada cual opine y, después de todo lo que se ha dicho, trataría de llegar a un entendimiento", detalla la psicóloga, para que nadie se sienta descolocado ese día. También recomienda hablar previamente si en alguien surge la necesidad de tener un recuerdo en la mesa para el difunto, como mencionarlo o colocar una foto.

Liria cree que es bueno dar un espacio para compartir la tristeza, así como tomarse la celebración "con la intensidad que cada uno se pueda permitir en función del momento del luto en el que se encuentre". En todo caso, quizás a alguien no le apetece estar en la comida o no puede estar mucho rato, dado que a las personas en luto grave les puede costar aguantar una misma posición o una conversación mucho tiempo. Ante esto, Elizalde cree que hay que ser comprensivos, y "no presionar a las personas para hacer lo que nosotros creemos que les irá bien". Una buena manera de compartir con los otros esta voluntad de no estar es, según Liria, explicarlo "desde nuestros sentimientos", para no dar pie a contraargumentarlo.

Qué hacer cuando nos encendemos con la conversación

Con todo, si finalmente llega la hora de sentarse en la mesa, pueden salir fricciones. Pueden coincidir desde el que se habría puesto todas las dosis del mundo de la vacuna hasta negacionistas del virus. Elizalde apela "a la cordura y a la bondad de corazón", y a evitar tratar aspectos que fomentan las posiciones polarizadas. Puede ser el covid, pero también la política, la lengua, la inmigración o la religión. Y es que sostiene que, por mucho que tengamos el argumento más sensato e irrebatible de la tierra, quien piense lo contrario tratará de rebatirlo, o como mínimo se alterará. La ingesta de alcohol puede no ayudar a calmar los ánimos, pero sí compartir algún juego de mesa. Un cambio de hábitos alimentarios de algún comensal (como haberse hecho vegano) también puede ser objeto de debate: mejor avisar con antelación de qué se puede comer y qué no y, si hace falta, ofrecerse a llevar algún plato. 

Una vez el tema espinoso ya está en la palestra, es "muy difícil" reconducirlo, admite Elizalde. "No ir con la idea de convencer a nadie garantiza un poco más que las fricciones no sean tan grandes", añade Liria. Si alguien siente que está a punto de quitarle un ojo a su contrincante dialéctico, lo mejor que puede hacer, según el criterio de las psicólogas, es tratar de diluir la conversación, bien sea levantándose para ir al baño, hablar de otra cosa con el de al lado o ponerse a mirar el móvil. Otra opción es poner las manos al lado de la mesa y hacer el gesto de echarse hacia atrás para coger perspectiva y hacernos conscientes de que el mundo es mucho más que aquella conversación. "Esto no es tu vida, es la comida de Navidad", subraya Elizalde. Por otro lado, si la persona que polemiza lo hace sola, acabará callando.

Quizás también estamos pensando si aprovechar la comida para dar una gran noticia, bien sea que se pasa una enfermedad, se está en proceso de separación, un cambio de trabajo o se tienen ganas de liberarse y por fin salir del armario con la familia. Liria recuerda que "hay personas que nunca se encontrarían cómodos haciendo esto y que a otras les encantaría". Elizalde avala que no hay una única respuesta y cada casa y persona es un mundo, pero avisa de que puede no ser ni el día ni el contexto de anunciar nada gordo porque, "en general, las familias no son lo suficientemente lúcidas para recoger una noticia de manera colectiva".

A su entender, "una noticia que sea impactante, tanto por buena como por mala, siempre es mejor de uno en uno", puesto que la manera en la que se transmite no es la misma a una persona que a otra, y quien la recibe no reaccionará igual si están solos o con un conjunto de espectadores delante. De todos modos, si alguien tiene la ilusión de anunciar una gran noticia, Elizalde dice "que la dé y se atienda a las consecuencias", siendo consciente de las reacciones que puede suscitar en la mesa, mientras que Liria añade un último consejo enfocado a quien no sabe morderse la lengua: "Lo que no haría es forzar a alguien a que dé la noticia aprovechando que está toda la familia".

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