París, el centro del mundo (del 'parkour')
Aficionados de este nuevo deporte urbano venido de todas partes peregrinan a Francia para practicarlo
ParísComo si fueran gatos, aunque no tengan siete vidas, los seguidores del parkour trepan por las paredes, saltan de tejado en tejado por encima del vacío y andan por vallas y muros estrechos con una elegancia y una precisión absolutas. Y todo esto con imágenes de postal de fondo, en las que se entrevé, por ejemplo, la Torre Eiffel o la basílica del Sagrado Corazón. Además de estas vistas, que atraen a aficionados de este deporte de todo el mundo, París es la capital del parkour porque es una de sus ciudades cuna y quizás la que más saltos y movimientos famosos ofrece para coleccionar. "Los parisinos vimos nacer el parkour, que ha evolucionado en nuestras calles. Es por eso que centenares de extranjeros vienen a entrenar con nosotros y a hacer movimientos muy conocidos. Algunos se graban y crean contenido audiovisual y de este modo ayudan a perpetuar el mito", explica el parisino y aficionado del parkour Mathis Gervais.
De hecho, el parkour nació en el departamento de Évry, que limita con París, de la mano de David Belle, que fue su creador. Belle creció en una familia humilde de bomberos a las afueras de la capital y desde muy pequeño es un apasionado del deporte, concretamente del atletismo, la escalada, la gimnasia y las artes marciales. Siguió los pasos de su padre y de su abuelo y se apuntó al cuerpo de bomberos de París, pero se lesionó y lo dejó estar. Más adelante se enroló en el ejército, pero no acabó de sentirse a gusto y también lo abandonó. Trabajó de guardia de seguridad y de vendedor de muebles, entre otras cosas, hasta que se fue a la India y obtuvo el cinturón negro de kung-fu.
No fue hasta que volvió a Francia, junto con un grupo de amigos, cuando desarrolló lo que acabaría siendo el parkour, una mezcla de todas las habilidades que había adquirido con los diferentes deportes que practicaba y el llamado método natural de Georges Heber, una disciplina que aprendió de su padre y en el ejército que consiste en superar obstáculos naturales usando solo el cuerpo. De hecho, la palabra parkour es la abreviación del parcours de combattant, la carrera de obstáculos con la que entrenan los ejércitos.
Belle ha tenido incluso discípulos que han exportado a Londres una variante del parkour llamada freerunning, y su antiguo grupo de amigos y compañeros han hecho la película Yakamasi, los siete samurais de los tiempos modernos. El propio Belle también se dio a conocer en diferentes documentales y se ha convertido en actor, sobre todo de películas de acción. Ha salido en films protagonizados por Vin Diesel, como Babylon A.D., y se hizo famoso con Banlieue 13, en el que daba grandes saltos y movimientos que se convirtieron en historia del parkour. Y también ha hecho de coreógrafo de esta disciplina en películas como Transporter 2 y Prince of Persia.
Catalanes en París
Ahora bien, el boom del parkour llegó cuando se empezó a popularizar el uso de redes sociales, sobre todo de YouTube. "Me gustaba mucho la escalada y cuando vi los primeros vídeos de movimientos de parkour ya empecé a quedar con gente de Barcelona para que me enseñara y para entrenar. Ahora todo esto ha cambiado mucho", explica el catalán Biel Macià, que junto con David Escobar vino a París a dar saltos y hacer movimientos míticos. Ahora, la red social de moda de los amantes del parkour es Instagram, y hay muchos perfiles que cuelgan imágenes de saltos y carreras por encima de abismos y con paisajes espectaculares de fondo. Muchos instagramers con miles de seguidores optan por fotografiarse en los tejados de París. También se puede ver cómo los aficionados del parkour comparten una estética similar. "Los de la vieja escuela van con pantalones anchos y son fáciles de identificar, aunque la moda está cambiando", dice Macià.
Dar uno de los saltos más conocidos de la película Banlieue 13, conocido como Manpower, que es un salto de un quinto piso a un tercero, es lo que anima mucha gente a peregrinar a París. "Es muy emblemático porque con este salto David Belle se escapa de los malos", explica Macià en el documental que ha coproducido con Escobar, París, la meca del parkour, que mereció el premio Versió Oficial en Català 2021 de Òmnium Cultural. A pesar de que en los vídeos puede parecer que los movimientos estén improvisados, antes de hacer algo los amantes del parkour lo estudian todo. "Analito todos los parámetros posibles para eliminar cualquier error: la distancia, la altura del despegue y hasta dónde tengo que llegar, el material y el aterrizaje, etc.", explica el parisino Gervais. Pero más allá de la parte física, lo más importante, remarcan, es la parte mental. "A veces antes de saltar me siento un rato e interiorizo los movimientos que tengo que hacer. Me olvido de todo y solo pienso en el salto. Es muy importante mentalizarte", subraya Gervais.
¿Un deporte peligroso?
Tanto Macià como Escobar también se prepararon muy bien para el famoso Manpower. "Al principio nos daba un poco de miedo, pero, como todos, subimos, lo miramos y trabajamos sin prisa. Calentamos y también secamos el suelo, que estaba un poco mojado", explica Macià. A pesar de estos saltos y el hecho de que corren por azoteas sin medidas de protección, ellos dicen que el parkour no es peligroso. "Nunca hacemos un salto potencialmente demasiado grande para nosotros y solo hay peligro si te desconcentras y te dejas llevar por la emoción del momento", asegura Gervais. "Tienes que conocer muy bien tus limitaciones físicas y, si decides hacerlo, tranquilizarte. Lo tienes que ver muy claro, porque, evidentemente, no hay margen de error", añade Macià.
Problemas con los vecinos
A menudo, claro, cuando los vecinos ven a extraños saltando por sus tejados, se enfadan. Esto es lo que les pasó a Macià y Escobar un día que dormían en las azoteas de París, con vistas de lujo a la Torre Eiffel. "Abrí la escotilla y me encontré a cinco franceses mirando", explica Escobar. Empezaron a oír sirenas de policía y tuvieron que marcharse deprisa por azoteas y balcones. Sin saber mucho dónde iban, consiguieron bajar unos cuatro pisos hasta colarse en la escalera de un edificio y salir a la calle. Se escaparon y todo quedó en un susto.
A pesar de este tipo de situaciones, Macià explica que cuando los vecinos se quejan y los echan, siempre se marchan y evitan los problemas. "Normalmente no acaba mal, sabemos que no está bien hecho del todo y respetamos que prefieran que nos marchemos", admite Macià, que asegura que, por suerte, los aficionados al parkour consideran que el respeto para los vecinos y el mobiliario urbano es sagrado. "Si vemos que haciendo según qué movimiento podríamos romper algo, ni nos lo planteamos", dice Macià. En la misma línea, Gervais asegura que los vecinos entienden que salten y hagan movimientos por las calles, pero no tanto por encima de los edificios. "A la gente le cuesta comprender por qué hacemos estos saltos y nos enfrentamos al vacío, pero hablando la gente se entiende y siempre acaba todo bien", apunta el parisino. En Francia el parkour está más desarrollado que aquí y hay muchas asociaciones que se dedican a enseñar a los niños y a los jóvenes. Incluso, en 2016, el Ayuntamiento de París abrió en el centro de la ciudad un pabellón de 300 metros cuadrados dedicado a la práctica y aprendizaje de este nuevo deporte. En Catalunya también empieza haber espacios y organizaciones dedicadas al parkour. "La gracia es que todo el mundo lo puede practicar a su nivel, no se trata de competir con nadie, sino de pasárselo bien y de ir superándose a uno mismo", dice Macià.