Cuerpo y mente

¿Por qué recordamos unas cosas y no otras?

Hablamos con José María Ruiz-Vargas, psicólogo y autor de 'La memoria y la vida'

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¿Somos lo que recordamos?

Barcelona¿Somos lo que recordamos? ¿Por qué recordamos algunas cosas y no otras? ¿Podemos fiarnos realmente de nuestra memoria? Posiblemente, uno de los mayores misterios de nuestro cuerpo es el funcionamiento de la memoria, una herramienta indispensable para la supervivencia de la especie. Gracias a ella podemos recoger nueva información, analizarla, guardarla y recuperarla más adelante. "Nuestra memoria y nuestra vida son inseparables", explica José María Ruiz-Vargas, catedrático de Psicología y autor de La memoria y la vida (Debate, 2023).

“La vida es una narración que vamos construyendo cada día en el universo privado de nuestra memoria, una factoría personal de recuerdos, gracias a la cual somos lo que somos y sabemos quiénes somos”, continúa. En otras palabras, la memoria nos configura y crea nuestra identidad. Por eso, “cuando se pierde la memoria, la persona deja de ser alguien, no sabe quién es. Su yo se ha disuelto y su identidad se ha perdido”, remarca Ruiz-Vargas.

Ahora bien, ¿nos podemos fiar de nuestra memoria? Ruiz-Vargas asegura que sí, pero que debemos tener en cuenta una serie de cuestiones sobre su funcionamiento. Para empezar, es necesario recordar que la memoria “no funciona como una cámara de vídeo o fotográfica”, sino que guarda las experiencias que nos pasan a través de nuestro prisma único e intransferible.

“La memoria humana ni miente ni engaña a nadie, como se tiende a decir, porque su función no es restaurar realidades, sino vivencias”, matiza Ruiz-Vargas. Esto explicaría por qué, cuando varias personas presencian el mismo suceso, después sus recuerdos suelen tener algunas discrepancias. “Y, sin embargo, ninguna de ellas miente”, remarca.

Por otra parte, la imaginación ejerce un poder muy grande sobre nuestra memoria. “El hecho de imaginar algo una sola vez puede dejar una huella tan clara en la memoria que la probabilidad de que se forme un recuerdo falso es muy alta”, destaca el investigador, un fenómeno que es muy fácil que ocurra durante la infancia. Sin embargo, Ruiz-Vargas aclara que todos nuestros recuerdos, en un grado u otro, tienen algunos detalles añadidos, "aunque esto no los convierta en recuerdos falsos".

Memoria selectiva

Por mucho que nos esforcemos, nunca podremos recordarlo todo. Lo que parece un misterio es por qué recordamos algunas cosas más que otras. Según Ruiz-Vargas, existen tres factores clave que determinan la permanencia de un recuerdo en la mente. Por una parte, la emoción que nos provoca. "Lo que vivimos entre emociones queda grabado en nuestra memoria y se mantiene vivo y accesible siempre", explica.

Otro factor es el período de la vida en el que ha pasado: “Cualquier adulto de más de cuarenta o cincuenta años puede comprobar que sus recuerdos más nítidos e intensos emocionalmente corresponden a acontecimientos vividos entre los quince y los veintiún-cinco años, aproximadamente”, concreta. Se trata de una etapa en la que suelen existir muchas “primeras experiencias”: el primer amor, el primer beso, el primer trabajo. “Además, la persona se encuentra en el período vital en el que las capacidades cognitivas se encuentran en la culminación de su desarrollo, por lo que se quedan bien grabadas en la memoria”, matiza.

Finalmente, un elemento que aumenta y facilita la permanencia de los recuerdos es la frecuencia con la que se evocan. "Es fácil comprobar que, cuantas más veces cuentas una historia de tu pasado, más fácilmente la recordarás", dice Ruiz-Vargas.

Maquillar el pasado

A menudo ocurre que, a medida que pasa el tiempo, acabamos recordando las cosas que un día fueron malas, mejores de lo que eran. ¿Cómo puede ser? "En las personas jóvenes, los recuerdos negativos se imponen a los positivos, mientras que en las personas mayores se observa lo contrario: predominan los recuerdos felices", asegura el experto.

Este fenómeno, ampliamente estudiado, se produce debido a factores como la madurez, la experiencia vital, el predominio de las emociones y los cambios en los objetivos vitales. Claro que también hay excepciones: "Las personas con depresión no solo no lo experimentan, sino que tienden a percibir sus vidas más desgraciadas y negativas que las de los demás", matiza.

Es cierto que olvidamos mucha información a lo largo de la vida, pero esta información suele estar libre de emociones personales, como una antigua contraseña o la matrícula de un coche que ya no tenemos. Sin embargo, es imposible borrar una experiencia emocional, como una ruptura sentimental, la pérdida de alguien querido, una ofensa o una agresión. “Por mucho que lo intentemos, no es posible olvidarlo. Y si se intenta, puede provocar un «efecto rebote» y aumentar su presencia e intensidad”, asegura Ruiz-Vargas.

En todo caso, en general lo que queremos es conservar una buena memoria. ¿Cómo conseguirlo? “No hay fórmulas mágicas y, si las hay, desconfíe de ellas”, alerta Ruiz-Vargas. "El mejor consejo para mantener la memoria en buen estado es utilizarla". Esto significa hacer cosas tan sencillas como recordar, recuperar el pasado y los conocimientos que hemos ido adquiriendo y evocar las experiencias vividas. En pocas palabras: practicar todos los días el arte de recordar.

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