Cabaret Pop

La alfombra roja de la democracia (la salvan las mujeres)

El primer ministro japonés es recibido en la Casa Blanca por una familia Biden vestida de gala y acompañada por estrellas empresariales y cinematográficas de Estados Unidos

Un momento de la visita oficial del primer ministro japonés a Estados Unidos
5 min

BarcelonaUna vez finalizada la temporada alta de red carpetos, ya la espera de que este año la Met Gala se convierta en un precioso colofón, la visita de estado del primer ministro japonés a EE.UU. nos ha supuesto una pequeña bombona de oxígeno para llegar al 6 de mayo. Mientras intentamos controlar la efervescencia fashion que sentimos al pensar que los jamás decepcionantes Jennifer Lopez, Zendaya y Bad Bunny serán los anfitriones de un show que tiene como dress code un botánico y juguetón The Garden of Time, la cena que Joe y Jill Biden organizaron en el prime nipón nos ha servido para distraernos y para constatar que –a diferencia de Cataluña y de España– los acontecimientos de base política pueden ser interesantes estilísticamente y no necesariamente deben provocarnos sueño y pesadillas simultáneamente.

De entre todas las personas invitadas, no destacó ningún hombre. Si bien es cierto que la mayoría llevaban el esmoquin bien ajustado y que gozaban, hay que remarcar que la búsqueda de un código de vestimenta nocturno/vespertino y elegante fuera de este clásico uniforme es una batalla perdida para la generación tapón. Dicho esto, y para nuestra fortuna, de EEUU y del imperio del Sol Naciente, las mujeres invitadas sobresalieron y demostraron, además, que las apuestas glamorosas no deben estar necesariamente contraindicadas para visitar templos democráticos como la Casa Blanca.

El glamour de la democracia

Las invitadas que mejor evidenciaron que en un acto político se puede gozar sin pasarse de vueltas fueron dos mujeres Biden: la discreta hija del presidente, Ashley, y Naomi Biden, hija de Hunter Biden y, por tanto, limpia del presidente. La primera, de 42 años, sorprendió con un traje bicolor que le estilizaba mucho la figura porque no repartía los dos colores de forma simétrica. La parte inferior era negra, muy ceñida, ocupando un 70% del total de la pieza. La parte superior, de tono dorado, le iluminaba la cara y le confería elegancia, porque incluía sutiles transparencias. En conjunto la elección era brillante, porque jugaba acertadamente con su melena oscura. De hecho, su elección era tan esmerada que dejaba en clara desventaja a su sobrina Finnegan Biden, que tiene 20 años menos que ella y es con quien llegó de la mano a la fiesta.

Fumio Kishida durante su visita a la Casa Blanca.
Ahsley y Naomi Biden.

En las antípodas de su hermana y de su tía, pero también acertada, hizo acto de presencia Naomi Biden, que llegó acompañada de su marido, Peter Neal, con quien se casó en los jardines de la Casa Blanca en el 2022. Por a la ocasión, la conocida como la limpia influencer de Biden eligió un vestido hasta el suelo de escote halter acompañado de capa larga confeccionada con el mismo tejido. El tono de fondo era un rosa sofisticado y femenino estampado con motivos típicamente japoneses como son los pájaros o las ramas de árboles en flor. Más allá del bien jugado gesto hacia los invitados, Naomi fue también astuta al apostar por una bolsa de tono blanco puro a juego con el calzado. El conjunto era muy primaveral y, con la joyería muy discreta elegida, no se le podía encontrar ningún defecto.

La limpia de Joe Biden.

De la familia Biden también resulta especialmente destacable la opción elegida por la primera dama de EEUU, que deslumbró con un traje que podría haber llevado a cualquier estrella a los Oscar. El diseño, que iba más allá del glamour porque también jugaba con el misterio de sus leves transparencias y de un difuminado acuoso que iba del gris al azul, estaba firmado por Fernando Garcia y Laura Kim, dos creativos nacidos fuera de EE.UU. hacen fortuna al frente de la firma Oscar de la Renta. El buen criterio de Biden con esta elección contrastaba con el que había tenido la primera dama nipona, Yuko Kishida, envuelta en un abultado vestido lila brillante que no le hacía ningún favor, ni por el color de piel ni por su estatura.

El primer ministro de Japón y su esposa acompañados de Joe y Jill Biden.

Otras dos buenas lecciones aprendidas en esta cena de gala, para la que se decoró la Casa Blanca inspirándose en la primavera nipona, nos las dieron Tiffany Chen y Lauren Sánchez. La primera, esposa de Robert De Niro y madre de su séptimo hijo, optó por un look en el que el blanco era absolutamente predominante. Esta apuesta es difícil de ver, porque son muchas las personas que creen que ese color evidencia demasiado las formas propias de los cuerpos reales. Sin embargo, esta discutible cuestión resulta absolutamente secundaria cuando el vestido está bien ajustado, es de la talla adecuada, es de calidad y está llevado con la naturalidad y gracia con la que Chen llevaba el suyo. Una lástima que el tono blanco del traje no coincidiera con el del fluido poncho con el que le acompañó. Otra lástima que la pretendida naturalidad de su peinado se convirtiera en informalidad, lo que no coincidía con los requisitos del acto.

Tiffany Chen y Robert De Niro.

Por otra parte, Lauren Sánchez, inminente esposa del ultramillonario propietario de Amazon, Jeff Bezos. La presentadora de informativos ahora retirada, originaria de Alburquerque –el de EEUU–, puso en evidencia que el rojo más oscuro no es para todos. Menos aún si la melena de quien le lleva es tan oscura, larga y brillante como la suya. Menos aún si el acabado de la tela es satinado, y menos aún si, encima, se combina con transparencias en la parte superior. En conjunto, la sensación es de sobredosis, y eclipsa las eventuales virtudes que podría tener el conjunto. Tampoco le ayudó que esa creación de la firma Rosario le fuera –al menos– una talla pequeña. Como los bolsillos más llenos del mundo no faltan nunca en la Met Gala, esperaremos pacientemente para ver si ella misma ha aprendido de su error o si, en cambio, todo lo que a algunos nos parece contraproducente le resulta realmente agradable a la vista. Dicho esto, puede resultar curiosa la colisión entre lo sutil dress code de este año y esta particular aproximación suya a la moda. Defectos aparte, para nosotros quisiéramos aquí exhibiciones como todas estas...

Lauren Sánchez y Jeff Bezos.
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