Cabaret Pop

Si Isabel II levantara la cabeza...

Las teorías de la desaparición de Kate Middleton proliferan por los medios mientras Camila caza perdices y en palacio son incapaces de solucionar la crisis

Kate Middleton en una imagen de archivo.
5 min

BarcelonaEn relación con la desaparición de Kate Middleton, comentábamos en esta humilde página dominical hace dos semanas que parecía difícil gestionarlo todo tan mal. Pero esa impresión que teníamos era falsa porque, una vez más, estábamos subestimando el poder de los Windsor de reaccionar a las crisis que ellos mismos se provocan de forma fatídica: haciéndolas aún mayores. Olvidábamos que son capaces de abocar a una profunda espiral de desgracia todo lo que les rodea, incluidos ellos mismos.

Como decíamos hace quince días, cuando las fuentes oficiales practican el silencio, el vacío que dejan se llena con ruido, que es lo que ha estado pasando desde entonces en relación con la malograda princesa de Gales, un título que al final no querrá nadie de tan maldito como está. Cuando en palacio se dieron cuenta de que el vacío no lo ocupaban ni la versión deseada por ellos ni otros temas de actualidad, constataron que en los medios y en las redes no dejarían de proliferar informaciones y teorías de todo tipo que no les interesaban nada. Fue entonces cuando decidieron actuar. Pero ya era demasiado tarde. La expectación popular era tal que el mundo estaba decidido a fijarse en cada detalle de cada palabra que ellos dijeran o de cada foto que aportaran. Un riesgo demasiado grande para un palacio errático, poco acostumbrado a esforzarse en nada y demasiado acostumbrado a realizar extravagancias comunicativas y deformar la lógica para intentar cubrir sus pecados.

La calamidad estaba servida y, como el agua de una cascada, ha caído por el precipicio sin posibilidad de volver atrás. Si la intriga por saber dónde está Kate Middleton ya era mayúscula antes, ahora se ha convertido en un tema de estado en Reino Unido y en un tema mediático en todo occidente. Después de darnos una prueba de vida manipulada, la casa real británica se ha metido en un callejón sin salida que supone una de sus mayores crisis en décadas. Sobre todo porque afecta a la institución en bloque y no a uno de sus miembros como ocurrió con el adiós de Enric y Meghan. Su actual problema, además, sería muy fácil de resolver, pero no lo están resolviendo. Y esto resulta muy inquietante. Sería muy fácil explicar dónde está Kate Middleton y da un cierto pavor que no haya forma de que lo expliquen porque lleva a la gente a pensar lo peor.

Una prueba 'fake'

Es evidente en este punto de la película que si Middleton no ha reaparecido en el palacio para ayudar diciendo "Hola a todos. Gracias por su enorme interés. Estoy aquí y estoy bien" es porque no puede hacerlo. Por tanto, la gran pregunta es: ¿por qué no puede hacerlo? Teniendo en cuenta la crisis de reputación que está teniendo la monarquía británica, que no hayan hecho que ella salga aunque sea en un vídeo grabado es porque su situación debe ser grave. A ella, que es tan responsable, algo que nadie duda después de veinte años de servicio impecable a la institución, no debería ser difícil convencerla para dar ese paso. Pero no lo hace.

Teorías para todos los (malos) gustos

A partir de ahí, todas las teorías están servidas. Sin embargo, desde que empezó todo el lío, las teorías han ido cambiando y ya no son tanto de la desaparición como de la no reaparición. Una dice que no da la cara porque la operación abdominal fue muy mal y está hospitalizada en estado muy grave. Otra asegura que no sale porque se ha practicado una cirugía estética facial muy extrema y que están esperando a que se le recoloquen las facciones antes de mostrar su rostro de nuevo. Otra elucubración popular señala que se ha ido de casa y que está ilocalizable, algo que no se puede creer ni un negacionista del covid.

Una de las últimas que ha hecho fortuna es la que afirma que la supuesta amante de Guillem, la marquesa consorte de Cholmondeley, Sarah Rose Hanbury, se habría quedado embarazada y habría decidido traer el niño al mundo. Esta teoría dice también que descubrir esta realidad habría provocado a Kate una crisis de salud mental tan grave que estaría completamente fuera de juego. Sin embargo, hay quien dice que la crisis no es de salud mental, sino que ha decidido divorciarse de Guillermo. Otros modifican esta teoría diciendo que no es que Hanbury esté embarazada, sino que su última hija, Iris Marina, es de Guillermo y no de su actual marido, que tiene 63 años. Una de las múltiples versiones de esta teoría apunta a que, al descubrir esto, Middleton no habría tenido ningún problema de salud mental, sino que habría dimitido con efectos inmediatos del cargo y que para taparlo mientras intentaba convencerla de que volviera –es la más valorada de la familia real con un 67% de aceptación popular– Guillermo y su gabinete se habrían inventado todo el show que hemos tenido que aguantar desde que se anunció la operación abdominal.

Como en estos momentos no hay ninguna información y la poca que hay no nos resulta creíble, cualquier teoría esperpéntica que vaya un poco más allá, nos cuadra. Y esto no es tanto culpa nuestra como de los que nos podrían dar datos verosímiles y no nos los dan. De los que podrían acabar con el circo y no lo acaban porque eso debe pasar por decir la verdad y, como suele ser habitual en esa familia, la verdad quizás les deja en muy mal sitio.

Mientras Guillermo hace contadas apariciones públicas y cancela la asistencia a actos como, por ejemplo, el funeral de su padrino Constantino de Grecia, Caterina está desaparecida y el rey Carlos III está de baja porque tiene cáncer de próstata, el único miembro que queda operativo en Buckingham es Camila. La que nunca debía ser reina, un poco más y se convierte en reina absoluta, puesto que no tiene competencia. Tantos años manteniendo viva la llama de su amor furtivo con el entonces príncipe Carlos le han acabado sirviendo para ocupar el cargo para el que siempre había mantenido que no sería aceptada porque la sociedad no quería una divorciada y, menos aún, la mujer que volvió loca a la queridísima Diana de Gales.

Camila se desahoga a tiros

Ha sido una lástima que en medio de este show mayúsculo la reina consorte Camila no haya decidido aprovechar la oportunidad y haya decidido tomar la decisión más equivocada de todas: tomarse unos días de receso para combatir el estrés que le estaba produciendo estar sola en el cargo. Teniendo tan reciente como tenemos el ejemplo del duque de Edimburgo, que estuvo en activo hasta los 96 años, da risa –por no decir llorar– que justo cuando más la necesitan decida dimitir un rato para, encima, irse a cazar perdices. Sí, a cazar perdices en Ciudad Real, donde tienen una finca la familia del duque de Westminster, que algunos medios decían que adora a la fauna silvestre. Una forma particular de adorar, la de organizar cacerías, la verdad. Camila, uno de los personajes que más ha erosionado la popularidad de la corona, podía rehabilitar los daños y mejorar su popularidad, pero ha preferido cazar perdices...

Como ya no nos creemos nada, vete a saber dónde ha estado Camila de vacaciones en plena tormenta, mientras su marido atiende a las obligaciones reales imprescindibles y se trata el cáncer... También vete a saber dónde para Kate y cuál debe haber sido el papel de Guillermo en relación con este problema de su esposa, que es tan grave que no se puede contar ni bajo tanta presión. A mí todo el rato me viene a la cabeza la misma reflexión: si la reina Isabel II levantara la cabeza... Ni aprendieron de su abnegación por el cargo ni de su error simulando que no pasaba nada cuando murió Lady Di, ni permitiendo a Andrés de York salir a mentir en la entrevista del caso Epstein. Nada han aprendido, en definitiva. Si levantara la cabeza, la reina volvería a bajarla.

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