Barcelona

El peluquero que tienen en común Carles Puigdemont y Bob Dylan

Entrevista al peluquero Philippe Venoux

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Entrevista al peluquero Philippe Venoux en su salón de la calle Boris Fontestà

BarcelonaPoca competencia tenía Philippe para cumplir su sueño en la playa de Ses Salines de Ibiza, en la década de los ochenta. El joven, de entonces dieciocho años, fantaseaba con tener algún día un salón de peluquería como antes lo habían tenido sus padres y abuelos en Toulouse. La ilusión de palpar los primeros frutos de una vocación que duraría décadas, le llevó a pasar varios veranos en una de las playas más icónicas de Baleares ofreciendo sus servicios de peluquero amateur. Allí se topó con los primeros obstáculos del sector: hacerse entender con francés y, por encima de todo, llegar a convencer a los hippies de la isla blanca que era conveniente repasar las largas melenas de vez en cuando.

Hoy en día Venoux ha cambiado las playas de arena blanca por la arena del Turó Park, donde desde los Juegos Olímpicos regenta el salón de peluquería que lleva su nombre, Philippe Venoux. Las barreras lingüísticas también se han roto y ahora es la gente la que riza por tener un corte de pelo de las tijeras afiladas por la siempre atenta mirada del francés. A pesar de los años y la experiencia adquirida, él todavía se reconoce en el chiquillo de dieciocho años que fue. "Me queda la espontaneidad, que es una actitud que ya no se encuentra", dice con una sonrisa jovial.

Philippe, a pesar de reconocer la influencia familiar, se considera autodidacta. "En los cursos de peluquería siempre me decían: «Déjelo hacer, que él ya tira solo»", dice desde una de las butacas donde atiende cada día a sus clientes desde hace 32 años. Con razón de causa el de Toulouse es implacable con la profesión: "Hay muchos peluqueros que cortan el pelo desde hace muchos años y nunca sabrán cortar. En cambio, hay otros que cuando empiezan ya ven algo. "

Del Pop Art a las Olimpiadas del 92

Definitivamente, Venoux algo debió de ver. Al poco tiempo de estar en la academia de estilismo de París dio el salto a la peluquería de desfiles de grandes firmas como Jean Paul Gaultier y Thierry Mugler. Para él la clave fue rodearse de gente que le "enseñó a mirar". Pero el cambio definitivo lo hizo unos años después. A mediados de los 80 se trasladó a Nueva York y allí cambió el mundo de la moda por la industria de cine y la música. Robert De Niro, Bob Dylan, Lou Reed, Mick Jagger y David Bowie son algunas de las personalidades con las que trabajó de forma habitual, aunque de este último puntualiza que sólo le atendió una vez "para arreglarle las patillas" y la nuca porque le habían dejado el pelo muy corto”.

Dentro de la coraza sobria de pantalón y camisa negra, Venoux se ilumina de nostalgia al recordar el Pop Art que "todo lo impregnaba" y del que siente que hoy en día nos "falta la vitalidad y creatividad". Pero a pesar de la proximidad de sus admirados Andy Warhol y Keith Haring, el de Toulouse echaba de menos la mediterraneidad. Por eso en el 89 se instaló en Barcelona y coincidiendo con los Juegos Olímpicos abrió su salón de peluquería frente al Turó Park. "Barcelona era el place to be" y de algún modo ha conseguido que lo siga siendo con una clientela consagrada de anónimos y personajes públicos como Ronald Koeman, Òscar Tusquets, Frenkie de Jong y hasta el expresidente de Catalunya, Carles Puigdemont.

Entrevista en el peluquero Philippe Venoux.

Johan, un amigo

Los nombres propios parecen hacerse bola y pronunciarlos con la boca pequeña. Pero dentro de la lista extensa de nombres célebres hay uno con el que se detiene y todo vuelve a tomar la comodidad de la anterior conversación. "Era un cliente, pero sobre todo un amigo.". Venoux cortó el pelo a Johan Cruyff ya toda su familia durante tres décadas y aún ahora la viuda del ex jugador y ex entrenador azulgrana, Danny Coster, sigue viniendo fielmente a la peluquería de la calle Bori i Fontestà. "Está un poco baja de ánimos, pero poco a poco se va rehaciendo", dice con nostalgia de recordar a su amigo. "Es muy difícil", añade.

Pero fuera del campo, Cruyff también creó escuela e hizo que el legado de holandeses ilustres vinculados al Barça ahora comulguen en la misma peluquería. Koeman, De Jong, Mikkie De Jong y la excepción: Dani Alves "que ahora... en fin". Venoux habla de los futbolistas con cierta reticencia: "Hombre... los jugadores en general son un mundo. Menos mal que los que vienen aquí quieren peinados más tranquilos". Si bien el peluquero es un gran defensor de encontrar en el peinado la personalidad de cada persona, Venoux es inflexible: "El tema de rayas y rapadas a lados... lo respeto, pero no es mi mundo".

La informalidad barcelonesa y la gomina madrileña

La tranquilidad, la educación y el savoir faire que emana al estilista contrasta con la firmeza cuando se habla de su vocación. "Nunca me han temblado las manos. Si dudas si puedes conseguir la idea que tienes en la cabeza, mal. Más vale ser honesto y dejarlo correr. Además el cliente tampoco saldrá convencido si tú no estás seguro de lo que le estás haciendo ", asevera el peluquero. Tampoco le temblaron las manos el 4 de octubre de 1997, el día que cortó el pelo a toda la familia real por la boda en Barcelona de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín.

Como es de suponer, "por lo general pedían unos peinados clásicos y tradicionales", a excepción de una persona: la Princesa de Preslav y musa de Valentino, Rosario Nadal. "Era la única mujer joven que iba con el pelo corto, ¡era extraordinario!". Definitivamente, Nadal es una excepción dentro del panorama que relata Venoux. Los madrileños "son más puestos, se peinan con gomina y cera, un estilo que aquí [Barcelona] apenas se ve". Bien diferente llevan la cabeza a los de la capital catalana que "se peinan de una manera mucho más informal". De hecho, fue precisamente este relajamiento mediterráneo uno de los motivos que convenció al peluquero para apostar por Barcelona: "Aquí existe la posibilidad de hacer cosas nuevas con un mercado importante: un estilo más exclusivo, más parisino, con unos cortes más adecuados". esto ya hace 32 años y todavía sigue defendiendo "el lado despreocupado" desde su salón lleno de espejos y puertas escondidas. Ahora, este oasis de la espontaneidad ha creado adeptos que entregan su pelo bajo el pretexto "haz lo que quieras, confío en ti!". Después de pasar por la mirada humana y paciente del reconocido estilista, lo más probable es que el cliente quede contento del resultado. Pero lo que es seguro es que antes de salir por la puerta, Venoux se' apresurará a remover suavemente el pelo para conseguir "el toque despeinado", porque "no hay nada peor que alguien que se nota que sale de una peluquería".

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