“Tengo un recuerdo salvaje, desnudos por las playas, con la sal y el pelo enredado”

La fotógrafa Gemma Pla recuerda el mes de vacaciones que estuvo en un paraíso marítimo que ya no existe

La fotógrafa Gemma Pla en la Laponia
24/08/2025
2 min

BarcelonaA pesar de ser muy de montaña, muchos de los veranos que recuerda con cariño a la fotógrafa Gemma Pla (@tucutunfotografia) están relacionados con la playa. Lleva años siendo autónoma y aprovecha para viajar fuera de la temporada de verano: "Prefiero viajar cuando no está todo el mundo de vacaciones". Mirando atrás, recuerda especialmente el verano de hace casi treinta años, cuando estuvo en Formentera con un amigo: "Tengo un recuerdo salvaje, desnudos por las playas, con sal y el pelo enredado". Sentía que volvía a las raíces, su padre era submarinista del CRIS, el Club del Mar de Terrassa, y en verano iban siempre a Cadaqués donde tenían Nereida, la barca por las inmersiones, y de mayor los primos se estaban tres meses con los abuelos en Sant Salvador, junto a Coma-ruga: bici, corriendo por los olivos, entrando en casa para merendar y volviendo a marcharse".

"Con una mochila y una moto que alquilamos allí, estábamos en la casita de un amigo que estaba en medio del bosque ya verlas venir", recuerda la fotógrafa. Era un mes tranquilo en el que tenía la sensación de que vivía en una burbuja muy natural, sin prisas, con tiempo para estar en la playa charlando, buscando conchas, andar y ver las puestas de sol. Entonces les sorprendía que todo el mundo hiciera nudismo, que en Catalunya no era tan habitual. Estábamos en una isla tranquila donde las únicas fiestas que encontraban estaban en la playa, con algún grupo, un fuego y unas guitarras. En Es Pujols sólo había un par de restaurantes y, de vez en cuando, había algún chiringuito. También aprovechaban para estar con la gente local, que a veces les invitaban a cenar un pan con tomate y pan con aceite delicioso. "Tengo muy buen recuerdo, era el paraíso", admite. Lamenta que volvió unos trece años después, con la hija pequeña, y lo encontró demasiado distinto: "Me hizo daño en el corazón y nunca he querido volver más". Reconoce que ahora, cuando va a Cadaqués, también se pone las manos en la cabeza, nada tiene que ver con la época en la que había pescadores y poco más.

Gemma en Formentera en verano de 1997.

Siendo autónoma no suele realizar un mes seguido de vacaciones, va haciendo escapadas al mar, buscando calas escondidas y haciendo submarinismo. "Estando en el Pirineo echo de menos un poco el mar, pero no me doy cuenta hasta que estoy", admite. Aprovecha que viaja por trabajo, un trabajo vocacional y pasional, que le permite organizar workshops internacionales por fotógrafos profesionales en diferentes lugares del mundo. También monta viajes para grupos de gente en Laponia y en Islandia: "Organizo rutas que me gustan ya las que me apuntaría". Experiencias diferentes, pensadas para grupos reducidos, evitando los sitios más típicos para conocer la cultura y los paisajes, y yendo con la compañía de gente local.

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