'Impeachment' a Donald Trump

Los abogados defienden que Trump es víctima del “odio” demócrata

Califican el 'impeachment' de “caza de brujas” y acusan a los demócratas de “venganza política”

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Michael van der Veen, uno de los abogados de Trump, este viernes al Senado

WashingtonDonald Trump es una víctima. En concreto, del “odio” de los demócratas. Un hombre de paz. En sus mítines se “celebraba el imperio de la ley”. Su mandato fue el de “la ley y el orden”. Sus discursos, por subidos de tono que pudieran parecer, están protegidos por la libertad de expresión y negársela es abrir la puerta a la “cultura de la cancelación”. En resumen, el futuro político del ex-mandatario está siendo amenazado por un “acto de venganza política inconstitucional” que se celebra en el Senado de los Estados Unidos. Es la síntesis de la tesis de los abogados de Trump, que llegaron a concluir que “este tipo de odio político no tiene lugar en nuestras instituciones”. Y se quedaron tan anchos.

Tras dos jornadas de detallada exposición por parte de la acusación demócrata, los abogados de Trump utilizaron su turno para tratar de complacer a su cliente con una retórica que le resulta familiar. Definieron el impeachment como una “caza de brujas”, se acusó a los demócratas de “manipular” pruebas e incluso se contrapuso con vídeos la actitud del ex-presidente con la de cargos públicos demócratas para concluir que Trump es un hombre de paz y los segundos unos peligrosos insurreccionistas. 11 minutos y 18 segundos duró uno de ellos, lleno de cortes de políticos, periodistas y actores pronunciando la palabra “lucha”. El contexto, claro, ausente. El objetivo, pasar la apisonadora y nivelar el terreno. Hasta se apuntó sutílmente hacia la participación de grupos antifascistas detrás del asalto al Capitolio del 6 de enero.

Si el juicio a Trump no fuera político sino en un tribunal ordinario, el escándalo habría sido mayúsculo al conocerse que tres miembros del jurado se reunieron el jueves con los abogados de la defensa. Pero los senadores republicanos afines a Trump no guardan ni las apariencias y tres de ellos, que como sus compañeros son los jueces del impeachment, no tuvieron problema en reunirse más de una hora con los letrados del ex-presidente para ayudarles a preparar su intervención. No buscaron ni la discreción. La reunión tuvo lugar en el Capitolio y, según Jason Miller, colaborador del ex-presidente, aportaron “muy buenas ideas” a los abogados.

Prisa en ambos lados

A pesar de la gravedad de la acusación contra Donald Trump, incitar una insurrección, republicanos y demócratas tienen sus propios motivos para convertir el juicio político contra el ex-presidente en el más corto de la historia. Podría acabar este fin de semana. El primero contra Trump duró 21 días, mientras que el de Bill Clinton en 1999 se prolongó 37. Los demócratas podrían tratar de citar testigos para apuntalar sus argumentos, pero para ello necesitarían la aprobación del Senado y una disposición favorable de los citados. Entre ellos, cargos de la Casa Blanca que estuvieron con Trump durante el asalto al Capitolio. Lo más probable es que su citación fuera discutida legalmente, por lo que el proceso se prolongaría indefinidamente.

Para el Partido Republicano, alargarlo en el tiempo significa intensificar más si cabe su guerra civil. Aunque es improbable que haya suficientes senadores conservadores dispuestos a condenar a Trump para poder aprobar el cargo -se necesitan 17 de 50 si los demócratas votan en bloque-, es probable que sean varios los que lo hagan, no solo uno como ocurrió el año pasado. La atención está puesta especialmente en Mitch McConnell, líder republicano en la cámara alta, que no hablado con Donald Trump desde diciembre. McConnell apuntó en enero que el ex-presidente “provocó” a la turba, pero entre sus posibles cálculos de oportunidad está no poner en riesgo su liderazgo del partido en el Senado.

Para el Partido Demócrata, especialmente para el presidente Joe Biden, alargar el proceso implicaría dificultades añadidas para poder avanzar sus iniciativas legislativas. El presidente, que apenas se ha pronunciado sobre el impeachment, reconoció ayer estar “ansioso por ver qué hacen mis amigos republicanos”.

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