El trumpismo asalta el Capitolio
Una marea de seguidores del presidente entran en el Congreso para impedir la confirmación de Joe Biden
WashingtonLa primera potencia mundial, la autoproclamada faro de la democracia, ha vivido este miércoles horas de incertidumbre después de que decenas de miles de seguidores de Donald Trump rodearan y asaltaran los terrenos del Congreso de Washington. Como mínimo decenas consiguieron entrar en el edificio rompiendo cristales y forzando las puertas. Sin oposición inicial de los miembros de seguridad del Capitolio, se pasearon por los pasillos, entraron en despachos de los congresistas -donde varios se fotografiaron- e incluso en el Senado y en la Cámara de Representantes, desalojada minutos antes. Aproximadamente tres horas después del inicio del asalto, los refuerzos policiales ayudaron a recuperar el control del edificio y de su alrededor. Antes, el vicepresidente Mike Pence fue evacuado y los congresistas tuvieron que buscar refugio.
En el interior del Capitolio se oyeron disparos y a los congresistas se les pidió que se pusieran máscara para protegerse de los gases lacrimógenos utilizados contra los asaltantes por la policía. Al menos una mujer ha muerto y la policía ha confirmado tres muertos más en circunstancias que no se han explicado.
Además, la policía desactivó un artefacto explosivo casero en la sede nacional del Partido Republicano en Washington. Los gobernadores de los vecinos estados de Maryland y Virginia enviaron contingentes de la Guardia Nacional. La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, decretó un toque de queda a partir de las seis de la tarde, la medianoche en Catalunya.
La policía del Congreso se vio incapaz de parar el asalto de una multitud de fieles a Trump, que previamente los había alentado en un mitin para que marcharan hacia el edificio a protestar contra lo que el presidente insiste, sin ningún tipo de prueba, que es un fraude electoral que le impedirá seguir cuatro años más en la Casa Blanca. En esos momentos se celebraba en el Capitolio el inicio de la sesión conjunta de las dos cámaras con la cual los congresistas tenían que dar lectura a los resultados del Colegio Electoral para confirmar la victoria demócrata. Era el último trámite, pues, antes de la toma de posesión de Joe Biden el 20 de enero. Históricamente se había resuelto en minutos, pero este año estaba previsto que se prolongara horas, después de que varios congresistas y senadores republicanos se coordinaran para objetar algunos de los resultados. Un ejercicio político teatral destinado al fracaso y a complacer a Donald Trump y su base, a quien el presidente hizo creer que podía servir para ganar las elecciones.
“Roza la sedición”
Mientras el país asistía atónito a las imágenes del asalto al Congreso, el presidente electo Joe Biden compareció desde Wilmington. En su mensaje, después del cual no admitió preguntas, definió los acontecimientos como un “asalto sin precedentes”. Sin llegar a calificarlo de golpe de estado, Biden aseguró que el ataque contra el Capitolio “roza la sedición”. “Asaltar el Capitolio, destrozar ventanas, ocupar despachos y amenazar la seguridad de los cargos electos no es protesta, es insurrección”. Además, apuntó directamente contra Donald Trump subrayando que “las palabras de un presidente cuentan”. Le pidió que se dirigiera a la nación a través de la televisión para “cumplir su juramento, defender la Constitución y pedir el fin de este asedio”.
Lejos de estar a la altura del momento, Donald Trump grabó un breve vídeo desde los jardines de la Casa Blanca que compartió en las redes sociales. El republicano pidió a los manifestantes que se marcharan a casa. Sus primeras palabras fueron, sin embargo, para insistir en la falsedad de que las elecciones que perdió frente a Joe Biden han sido fraudulentas. “No podemos caer en el juego de esta gente”, aseguró el propio Trump que antes se había dirigido a su base para hacerle creer que su suerte dependía de lo que pasara en el Congreso. “Os queremos”, dijo el mandatario a la marea de asaltantes. Su abogado personal y exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, se refirió a ellos como “patriotas”.
Marcando distancias, el vicepresidente Mike Pence publicó un mensaje para pedir el fin de la violencia. “La protesta pacífica es el derecho de todos los norteamericanos pero este ataque a nuestro Capitolio no será tolerado y aquellos que estén involucrados serán perseguidos con todo el peso de la ley”. Trump había puesto a Pence en el centro de la diana intentando presionarlo para que impidiera la aprobación por el Congreso de los resultados electorales. La Constitución concede al vicepresidente un papel meramente protocolario y el propio Pence lo hizo saber mediante una carta minutos antes de que empezara la sesión. Con el Congreso bajo asalto, el primer tuit de Trump fue para atacar a su segundo, de quien dijo que “no ha tenido la suficiente valentía para hacer lo que tendría que hacer para proteger nuestro país y nuestra Constitución”. La misma a la que ayer Donald Trump y sus fanáticos atacaron.
Mientras tanto, la Unión Europea seguía los hechos con preocupación y el ministro de Asuntos exteriores alemán, Heiko Maas, hacía un llamamiento desde Twitter al presidente de los EE.UU., Donald Trump, a "aceptar finalmente la decisión de los votantes norteamericanos y dejar de pisar la democracia".